En una época de profunda crisis social
y económica la Iglesia católica española recibe religiosa y puntualmente del
Estado su financiación, sin ningún tipo de recorte.
Ha sido
la convocatoria de elecciones y sus sondeos los que ¡por fin! Han permitido que se incluya en el
programa electoral de mi partido, el PSOE, un ligerísimo control a la Iglesia
católica, por la forma en que está actuando con suelos, fincas y propiedades en
el país, sin que nadie diga ni haga nada.
Sólo la Comunidad Autónoma de Navarra y algún pequeño ayuntamiento.
Unos
cuantos datos:
Los
acuerdos con el Vaticano- renovados siempre al alza en 1975, 1981 y 1995-, las
aportaciones económicas de distintos ministerios y de las comunidades
autónomas, podrían haber supuesto unos ingresos para la iglesia
católica de alrededor de 6.800 millones de euros, que se destinan a fines privados. Tiene
además importantes privilegios, como los hipotecarios, ya que las exenciones
tributarias han supuesto una falta de ingresos por parte de las diferentes
administraciones del Estado de unos 900 millones de euros. Por tanto se puede
decir que la iglesia católica española no sufre la crisis, ya
que en nuestro país la iglesia católica es además propietaria de un enorme
patrimonio en bienes mobiliarios, inmobiliarios, suntuarios y culturales, muy
superior al del propio Estado.
Además, de forma legítima, recibe también donaciones directas de sus fieles y
se nutre de los beneficios de sus innumerables y a veces suculentos negocios de
todo tipo y actividad.
La
exención tributaria es, cuando menos, una prebenda que pertenece a épocas
pasadas y que no tiene en la actualidad ninguna justificación. La iglesia
católica no declara a Hacienda por los sueldos del clero, no paga impuesto de
transmisiones ni por actos jurídicos documentados. No paga impuestos de
sociedades, ni IVA, ni IBI ni IRPF. ¿Cuántos euros deja de ingresar el Estado por
esto?
Con los
impuestos de todos se paga a 32.000 curas y a 15.000 profesores de religión que
eligen los obispos de cada diócesis. Con dinero público se pagan los colegios
concertados y los seminarios. Además, toda la restauración de su patrimonio
corre a cuenta del Estado. Los obispos, algunos políticos y una
parte de la sociedad sostienen que el Estado gastaría mucho más si tuviera que atender por su cuenta, a estas obligaciones
educativas o asistencias. Eso es una
opinión-trampa, ya que el Estado
podría hacerlo directamente o
con concesiones a entidades no religiosas, generando más riqueza social y más puestos de trabajo, aunque tuvieran un mayor costo económico.
En cuanto a la actividad “social” de la iglesia católica, es el argumento más falaz,
un feroz ejercicio de cinismo. La iglesia paga nada, poco o mal a muchos de sus
trabajadores.
No se
entiende entregar dinero a una parte de la población, que asegura ser poseedora
de la única fe auténtica, ya que el objetivo de cualquier democracia debiera
ser preservar la libertad de conciencia, respetando las creencias particulares
de cada individuo, y no dotar de fondos y más fondos a una organización que
nada en la opulencia en medio de una profunda crisis social y económica.
Estos datos
deberían servir para que en un país constitucionalmente laico, un partido laico
reflexionara y actuara en consecuencia.
Antonio Piazuelo,
ex diputado
en el Congreso de los Diputados y en las Cortes de Aragón por el Partido
Socialista Obrero Español
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