Edward Snowden,
exanalista de la CIA que denunció el espionaje electrónico masivo de Estados
Unidos y Reino Unido. En resumidas cuentas, destapó lo que muchos dábamos
simplemente por supuesto. Basta con llamar “terrorismo” a todo aquello que se mueva en dirección
contraria. Snowden es, pues, un terrorista, como Julian Assange, fundador de
Wikileaks, como cualquiera que ose llamar simple espionaje a lo que el ejército
de los sheriffs denomina seguridad y lucha por la libertad.
Obama llegó a lo más
alto mediante un Yes, we can que le está llevando a lo más bajo, allí donde
moran todos los Bush del mundo. Los demócratas del planeta ayudaron a Ben Laden
a luchar contra la Unión Soviética y armaron hasta los dientes a los talibanes
y los señores de la guerra afganos. Por lo mismo, boicoteó las olimpiadas de
Moscú en 1980 por haber “invadido” la Unión Soviética Afganistán.
Posteriormente, los amantes de la libertad, reunidos bajo el nombre de
“aliados”, bombardean hasta el horror e invaden Afganistán con la excusa de
detener al mismo Ben Laden. En realidad para construir el oleoducto previsto
desde hacía años, pero ahora con la firma de los dos gobiernos títeres de
Pakistán y Afganistán.
Snowden nos enseña un
poco del detrito oculto bajo la alfombra de tanta mentira. Estamos tan
vigilados y controlados, que parece ya darnos igual que ese control se realice
a través de Google, Twitter o la madre que les parió. Snowden señala a la
Democracia por antonomasia (iuesei) y a su mayordomo más fiel (yunaitedkindom)
como los tramposos que vigilan al resto de los vigilantes. Y por eso mismo es
declarado delincuente. Y por eso mismo iuesei lo reclama como delincuente pues
quiere castigarlo ejemplarmente como delincuente.
Entretanto, Rubalcaba
y Rajoy, Rajoy y Rubalcaba (tanto monta, monta tanto Alfredo como Mariano)
haciendo pactos de Estado para presentar conjuntamente a la Troika. Ante todo,
España una, amén de grande y libre. Y los demócratas que quieren encarcelar a
Snowden por traicionar a la patria califican el documento del pacto bipartito
como papel mojado: eso sí, se ponen algo nerviosos, porque la mecanógrafa de la
Moncloa se equivoca demasiado a menudo mientras escribe en su ordenador ese
documento de altísimo secreto para la seguridad del estado español y los
micrófonos instalados en el despacho de don Mariano no acaban de funcionar pues
el presidente español sisea, sesea y sosea de forma irritante cada vez que abre
la boca.
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