Desde hace unos días estamos viendo un
enorme dedo en casi todos los medios de comunicación. Hoy, al despertarme, he
observado la gran cantidad de gente que sigue absorta, mirando ese dedo, sin
percatarse del enorme e hiriente sol que el dedo señala. Llevamos muchos años a
la sombra de la necedad que se queda contemplando exclusivamente el dedo. Esla
fuerza de la costumbre: hemos vivido mentalmente como rajás, pues solo se nos
pedía ser unos buenos consumidores todos
los días del año y unos fieles votantes un día cada cuatro años.
El dedo se llama Snowden, un joven espía
norteamericano que ha puesto de manifiesto que no hay persona, institución,
organización, gobierno o parlamento que no esté vigilado por los espías del
país en cuyas monedas se recuerda que confían mucho en Dios, pero que, por si
acaso, espían a troche y moche.
Hoy, domingo, podemos leer grandes
reportajes sobre el dedo Snowden, su paradero y su posible asilo político. Al
parecer, ha estado en la poco fiable Rusia de Putin y puede acabar en el
Ecuador de Correa, que ha revelado su conversación telefónica con el
vicepresidente estadounidense que, a su vez, le ha solicitado la extradición,
si aterriza en suelo ecuatoriano.
Según el dedo oficial norteamericano, Snowden
es un traidor y un prófugo, pero no dice una sola palabra sobre la red (asquerosamente
ilegal) de espionaje ni sobre los jefes de los espías ni sobre los espiados. En
otras palabras, al sol que le vayan dando.
Tampoco he visto en las numerosas
noticias hispanas y/o europeas que algún dirigente, país o Comisión política de
la UE haya llamado a consultas a sus respectivos embajadores, ni siquiera que
haya pedido alguna explicación, aunque eso es más fácil de entender: al
emperador romano tampoco osaban pedirle cuentas desde la Liguria o Hispania,
pongamos por caso.
Total, que llevo leyendo en el muro de
Facebook día tras día avisos y admoniciones varios sobre la preservación de los
documentos, archivos y fotos que algunos usuarios tienen colgados en sus
respectivas cuentas, y me parto de la risa, pues estamos más fichados que los
libros en la Biblioteca Nacional.
Y lo peor de todo es que los
manipuladores oficiales de la información pretenden convencernos de que todo
ese espionaje es por la democracia, la libertad y la lucha contra el
terrorismo. Y nos quedamos mirando el dedo y pensando: “ah, sí, claro.
AlQaeda”. Y los verdaderos terroristas, los más terroristas de entre los
terroristas del planeta (llevan placas y carnés donde pone “Seguridad” en
mayúscula) se ríen de todos nosotros, de tantos y tantos necios que seguimos
mirando el dedo con la conciencia de pertenecer a la buena ciudadanía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.