sábado, 31 de diciembre de 2011
jueves, 29 de diciembre de 2011
miércoles, 28 de diciembre de 2011
Un año más ante el espejo
Publicado hoy en El Periódico de Aragón
Francisco Mora, neurocientífico y profesor de Fisiología Humana en la Complutense de Madrid y en Iowa, nos invita en su libro El yo clonado a colocarnos ante el espejo en una situación algo más que insólita: contemplar nuestra cara en el espejo a los setenta años tras no haberla visto desde que teníamos veinte. La impresión emocional no solo sería mayúscula ante la visión de un ser extraño, aviejado y deteriorado, sino que probablemente no nos reconoceríamos, pues nos habríamos quedado con la imagen guardada cuando teníamos veinte años.
Francisco Mora, neurocientífico y profesor de Fisiología Humana en la Complutense de Madrid y en Iowa, nos invita en su libro El yo clonado a colocarnos ante el espejo en una situación algo más que insólita: contemplar nuestra cara en el espejo a los setenta años tras no haberla visto desde que teníamos veinte. La impresión emocional no solo sería mayúscula ante la visión de un ser extraño, aviejado y deteriorado, sino que probablemente no nos reconoceríamos, pues nos habríamos quedado con la imagen guardada cuando teníamos veinte años.
El hecho es que cada día nos miramos varias veces en algún espejo, aun
sin el menor asomo de narcisismo: vamos al cuarto de baño por la mañana,
encendemos la luz y la mirada se dirige generalmente al espejo, donde nos
miramos también al cepillarnos los dientes, afeitarnos, maquillarnos, lavarnos
las manos, peinarnos, etc. De paso, nos reconocemos y vamos sedimentando
nuestra identidad, a la vez que integramos cada día los cambios, la cara
ensanchada o alargada con los años, las arrugas, las cicatrices y las huellas
del tiempo en esa identidad que queremos expresar cuando decimos “yo mismo”.
El espejo atestigua silenciosamente el paso del tiempo sobre nosotros.
Sin embargo, también la mirada de los demás y hacia los demás cumple esa
función. La mirada ensambla la imagen guardada del amigo en pleno vigor y
juventud o del compañero con el que jugábamos con la imagen de ese amigo o ese
compañero por el que el tiempo ha ido dejando huellas profundas. Nos
sorprendemos de su imagen cuando llevamos mucho tiempo sin verlo y algo similar
producimos cuando los demás nos ven tras un prolongado periodo de tiempo y su
mirada se detiene en nuestra cara, nuestra piel, nuestras manos o nuestras
canas.
Nos volveríamos locos si no nos identificásemos ante el espejo, si no
lográsemos reunir en una sola identidad la imagen de nuestra madre joven y esa
madre anciana que ahora tenemos ante los ojos. Seríamos unos inadaptados si no
aceptásemos que también los demás observan todo lo que hemos ido cambiando a lo
largo de los años. Hay personas que viven en la ficción de que el tiempo se ha
detenido y han obtenido el secreto de la eterna juventud. De paso, se aplican
pociones mágicas anti-edad y actúan como si su vida hubiese conseguido una
prórroga sin término. Para esas personas, mirarse en el espejo puede llegar a
ser una tortura, a la vez que un ejercicio diario de negación de lo que ven.
Por eso mismo buscamos gente en nuestro entorno que nos devuelva con su
mirada la imagen apetecida. Las amistades y los colegas con quienes nos
relacionamos no vienen desde el azar, sino desde la necesidad de quedar
recíprocamente reflejados según nuestros deseos en la mirada del otro. En cada
situación los demás nos devuelven una determinada identidad, que podemos
aceptar o rehuir, y por esa misma razón los demás nos buscan o nos evitan, e
incluso nos ensalzan o denigran. Al final el mundo es un inmenso poliedro de
espejos en cuyas superficies nos vemos reflejados, aunque también podemos
sucumbir a la tentación de cerrar los ojos o dirigir la mirada solo hacia donde
no creamos dañadas nuestras conveniencias.
Hay otro espejo, interior, sujeto también al transcurrir del tiempo,
desconocido para muchos por usarlo raramente. En ese espejo la imagen reflejada
son nuestras convicciones y valores, nuestras horizontes y metas irrenunciables,
nuestras posibilidades y limitaciones. A veces se nos rompe ese espejo, pero
podemos siempre recomponerlo. En ese espejo recobramos la identidad más honda,
la serenidad y la quietud, la firmeza en la zozobra, la indulgencia que alivia
la fiebre, la palabra y el silencio, el placer y la alegría.
Dentro de unos días acabará un año y empezará otro. Repetiremos un año
más la ficción de que nos es posible borrar a discreción los fantasmas
pretéritos y confiar en que el año por empezar será venturoso y nuevo, pero los
espejos serán los mismos: la mirada del otro, nuestra mirada hacia el mundo y
los demás, la mirada en el espejo de cada día en el cuarto de baño de casa.
Incluso alguno se adentrará en su espejo interior y contemplará allí los daños,
los sueños, las heridas abiertas y los tesoros que siguen habitando dentro y
confiriendo a sí mismo la identidad más veraz, en ocasiones también dolorosa.
Empieza otro año y te deseo cordial y sinceramente desde esta página
donde cada miércoles te dirijo la mirada que los demás te asocien a un espejo
amable y acogedor, que cuentes con muchos espejos amigables y cálidos, que
busques cada día contemplarte con sosiego y sin prisas en ese espejo interior
que debes procurar que no mienta, que no castigue y sobre todo que también te
acaricie cuando lo necesites.
jueves, 22 de diciembre de 2011
Denuncia de Europa Laica
EUROPA
LAICA DENUNCIA QUE EL JURAMENTO Y LA TOMA DE POSESIÓN DE LOS CARGOS
INSTITUCIONALES ANTE SÍMBOLOS NETAMENTE CONFESIONALES POR PARTE DEL JEFE DE
GOBIERNO, MARIANO RAJOY, Y DEL NUEVO GOBIERNO ESPAÑOL Y ANTE EL JEFE DEL
ESTADO, VULNERAN EL PRINCIPIO CONSTITUCIONAL DE LA ACONFESIONALIDAD DEL ESTADO
Y SUS INSTITUCIONES
La toma de posesión de su cargo por parte del nuevo Presidente del
Gobierno, D. Mariano Rajoy, y de los ministros entrantes vulnera el principio
constitucional de la aconfesionalidad del Estado, sus instituciones y sus
representantes, al haberse efectuado ante símbolos confesionales (en concreto,
un crucifijo católico y un libro considerado sagrado en el judeocristianismo) y
mediante un juramento igualmente de signo confesional.
El Estado de un país realmente democrático ha de garantizar el
ejercicio pleno de los derechos y las libertades en total libertad e igualdad
de condiciones, sin discriminación ni privilegios a ningún sector privado de la
ciudadanía. En este marco, las instituciones y los representantes de un país
realmente democrático han de garantizar el cumplimiento del derecho fundamental
de la libertad de conciencia, que atañe a toda la ciudadanía por igual.
El derecho universal a la
libertad de conciencia de la ciudadanía ampara, respeta y es garante de las
opciones ideológicas, organizaciones y asociaciones pertenecientes al ámbito
privado de la ciudadanía (del que forma parte la libertad religiosa y de culto).
Por ello mismo, Europa Laica declara
que el Estado y sus instituciones deben poner incondicionalmente de manifiesto
que su ámbito de competencia y acción es exclusivamente el público, común a
toda la ciudadanía, debiendo abstenerse de que lo público se vea invadido o
contaminado por actos, creencias, símbolos y ritos de carácter confesional, vulnerando
así también el principio constitucional de igualdad de todos los ciudadanos,
sin discriminaciones o privilegios democráticamente injustificables.
Por otro lado, dado que la actual Jefatura del Estado, la corona
española, además de parlamentaria, arrastra abiertamente la tradición de
autoproclamarse católica y estar impuesta por el régimen anterior a 1976,
aunque en su día llegara a formar parte del consenso constitucional de una
parte de los políticos de la época, Europa
Laica considera que ha pasado ya suficiente tiempo para que el pueblo y la
ciudadanía, en quienes reside la soberanía, tengan la oportunidad efectiva de
decidir democráticamente la forma de Estado, aún más si nos atenemos a la
opacidad de la institución, a su carácter hereditario, y a su carácter
fácticamente confesional. De esta forma, en un considerable número de actos
institucionales (entre ellos, presidir la toma de posesión de los miembros del
Ejecutivo español) se vulnera igualmente el principio constitucional de la
aconfesionalidad del Estado y de sus instituciones (en este caso, del Jefe del
Estado mismo).
Europa Laica
rechaza, en fin, que cualquier acto público institucional por parte de las
instituciones y los representantes del Estado vulnere sistemáticamente el
principio constitucional de la aconfesionalidad del Estado, el derecho
fundamental de libertad de conciencia de toda la ciudadanía y el principio
constitucional de igualdad, sin discriminación alguna.
martes, 20 de diciembre de 2011
Dignidad y verdad frente a calumnia
A publicar mañana en El Periodico de Aragón
La Audiencia Provincial de Madrid confirmó la semana pasada la condena a Miguel Ángel Rodríguez, portavoz del
Gobierno durante la Presidencia de Aznar,
por injurias al médico Luis Montes, ex coordinador de Urgencias del Hospital
Severo Ochoa de Leganés. Según la sentencia, Rodríguez deberá pagar una multa de 30 euros diarios e indemnizar
con 30.000 euros por llamar "nazi" al doctor Montes en varios
programas de televisión. Ante esa sentencia, cabe la pregunta de si
determinados tertulianos y presuntos periodistas aprenderán finalmente a evaluar
y hablar con respeto y educación.
Quien conozca al doctor Montes, quien se haya ocupado de informarse
verazmente sobre lo sucedido en el hospital Severo Ochoa de Leganés, quien haya
leído el libro El caso Leganés, quien
se proponga obrar con la razón y el corazón en lugar de solo con y por las
vísceras más viles, tiene todo el derecho de formarse su propio criterio sobre
el derecho a morir dignamente, decidir libre y responsablemente sobre la propia
vida y su acabamiento, auxiliar al paciente terminal a evitar el dolor y no
prolongar innecesariamente sus últimos días.
Como común denominador está el reconocimiento de que quien ha de dirimir
el plazo y la forma de afrontar una muerte digna es la persona misma, el
enfermo mismo. Este principio rector es el que impulsó al doctor Montes y a su
equipo a la hora de aliviar los momentos terminales de una persona, movidos por
los valores de humanidad, cercanía y medicina positiva, en vez de ensañamiento
terapéutico y abandono del enfermo a los designios de terceras entidades,
terrenales o celestiales.
Tengo el honor y la fortuna de conocer personalmente al doctor Montes y a
algunos médicos y personal sanitario más del equipo de Leganés, y solo me cabe
decir que el mundo iría y sería mejor si nos fuésemos pareciendo más a ellos,
si compartiésemos su talante y su amor por la vida y por los seres humanos. Es
posible disentir de sus posturas y actitudes, pero en ningún caso es de recibo
olvidar la responsabilidad de un tertuliano o periodista en un medio de
comunicación y verter sobre otra persona injurias y calumnias graves,
escudándose, como hace Rodríguez, en que una tertulia es también y sobre todo
una especie de show en el que se pide a los tertulianos que sean “vivos,
locuaces y agresivos”.
Dice Ortega y Gasset que la
verdad es siempre indecente, pues, acudiendo al concepto clásico griego de
verdad como aletheia, la verdad
consiste en des-tapar, des-ocultar, des-cubrir, pero esa ocurrente visión de la
verdad como indecencia nada tiene que ver con la sordidez, la grosería, la
desvergüenza y el cinismo demagógico que llevan a tachar a unos médicos
honestos de nazis y asesinos.
Nos hemos acostumbrado a padecer en los últimos años los malos humores de
la derechona hispanovisigótica, cada vez más militante también en los medios de
comunicación. En cuanto aparece algo o alguien que tienen por disidente montan
la bronca como ambiente general entre la ciudadanía. En las dos últimas
legislaturas ha sido habitual esa bronca en el Congreso y el Senado, en el seno
del poder judicial, en las tertulias, en las calles, en las manifestaciones. El
doctor Montes y su equipo de Leganés no iban a ser menos, claro.
La derechona se siente a gusto si y solo si vocifera contra un presunto
enemigo que se sale de sus lindes y esquemas, lanzando contra él cuantos
exabruptos, embustes y calumnias se le pongan a mano. Por eso tiene ahora un
problema, pues de la habitual bronca sistemática debe pasar a gobernar y
proponer en positivo.
Ahora debe manifestar su postura ante lo que antes se limitaba a invalida
o liquidar. Ahora debe explicar a la ciudadanía cómo salir del paro y crear
puestos de trabajo, qué hacer con los movimientos independentistas vascos y la
consolidación del fin de la violencia, cómo van a sacarnos de la recesión a
base de recortes, cómo afrontar la corrupción sistémica en el entramado de las
instituciones y cargos públicos del Estado, qué será de los derechos laborales,
cívicos y sociales conseguidos hasta ahora, hacia dónde nos lleva la
privatización de los recursos más rentables del Estado, cómo se relacionará con
Cataluña si ha recurrido su Estatut ante el Constitucional, cómo puede invocar
la democracia, la igualdad y la equidad con su postura institucional ante la
negación de Amaiur como grupo político en el Congreso, si prohibirá el
matrimonio homosexual, qué decir a la Conferencia Episcopal católica sobre el
aborto y sobre las tradicionales manifestaciones católicas, apostólicas y
romanas por parte de una considerable parte de su más fiel electorado en
defensa de la familia y en contra del aborto, etc.
Ah, y también la derechona ha de poner de manifiesto qué va a decir a una
persona que ha decidido libre y responsablemente vivir y morir con dignidad.
lunes, 19 de diciembre de 2011
jueves, 15 de diciembre de 2011
miércoles, 14 de diciembre de 2011
¿Hacia dónde salta Europa?
Leíamos
el otro día que las decisiones adoptadas en la Cumbre
de jefes de Estado de la UE en Bruselas eran “un salto para la Europa del euro”,
pero la noticia no aclaraba hacia dónde se daba ese salto y si también es
posible que estuviese saltando incluso hacia alguna suerte de abismo. Se nos ha
presentado el evento como una derrota de la “pérfida Albión” y un triunfo de los
demás países europeos, pero cuando uno se pone a escarbar encuentra pocas
razones reales para estar demasiado contento.
Aunque
a nuestros gobernantes se les llena la boca de buenas intenciones de crear
empleo, finalmente los montes han parido un ratón que poco o nada tiene que ver
con la propaganda oficial. Repiten que solo se puede crear puestos de trabajo si
se cuenta con la confianza de los únicos y verdaderos dioses del universo, los
“mercados”, para lo que previamente hay que reducir el déficit y la deuda
pública. Callan, sin embargo, que la deuda pública española es menor que la de
otros países supuestamente boyantes (de hecho, está por debajo de la media
europea).
Silencian asimismo que la deuda que grava
la economía española es la privada, principalmente la de los bancos, que los
Gobiernos convierten en publica por medio de organismos, creados por decreto-ley,
como el Fondo para la Adquisición de Activos Financieros (FAAF) o el Fondo de
Reestructuración Ordenada bancaria (FROB), instrumentos de rescate del sector
financiero. Como botón de muestra, el 45% de la deuda soberana española
pertenece a los propios bancos españoles, y los acreedores de los dos tercios
del 55% restante son establecimientos financieros europeos, no españoles. Es
decir, el 77% de tal deuda española ha sido adquirida por entidades financieras
europeas, y sólo el 23% restante se halla en manos de establecimientos no
europeos. En otras palabras, la deuda verdaderamente preocupante en España es
la bancaria, que, por ejemplo, en 2012 deberá pagar 200.000 millones de euros a
otros bancos europeos. ¿De qué Europa y de qué deuda nos han estado hablando
entonces en Bruselas la semana pasada?
Lo cierto es que el nuevo y pingüe negocio de “los mercados” es la
deuda, a través de cuya emisión se financia y recapitaliza a los propios
mercados, mientras ellos mismos especulan con el aval del Estado. Cuando leemos
en grandes titulares “Europa, ahora o nunca”, resulta difícil saber a qué
Europa se están refiriendo y qué significado real tiene ese ultimátum. ¿Volvería
hoy el Consejo de Europa a decidir como himno de Europa el An die Freude de Schiller
y la Novena Sinfonía de Beethoven?
¿Su bandera tendría aún doce estrellas como símbolo de perfección, unidad y
completitud? ¿Su lema seguiría siendo “unida en la diversidad”, sin que sonara
a demasiado sarcástico?
En realidad, somos víctimas de un verdadero terrorismo financiero,
manejado por “los mercados”, es decir, por los grandes bancos y compañías de
seguros, etc. que juegan al Monopoly con fondos especulativos de inversión, de
pensiones, fondos soberanos, fondos de alto riesgo, etc., que han conducido
finalmente a esta quiebra económica y moral, llamada ahora “crisis”.
Si se
sigue escarbando, puede verse que las “medidas de ajuste” se reducen, de hecho,
a 1) la “flexibilización (llamada también ¡”modernización”!) del mercado
laboral (sin rubor alguno, la ciudadanía trabajadora ha mutado en pura
mercancía); es decir, contratos basura y despido barato y libre; 2) la bajada
de salarios (no de beneficios) y 3) la merma constante y progresiva de los
derechos laborales, sociales y cívicos.
Ni una
palabra, en cambio, de aumentar los impuestos de las rentas con mayores
ingresos, de eliminar las ventajas fiscales de las rentas de capital que han
obtenido beneficios sustanciosos, de nacionalizar las grandes empresas
privatizadas en el pasado, de establecer un impuesto a las transacciones
financieras (la economía real anual en el mundo crea una riqueza (PIB) de unos
45 billones de euros, mientras los “mercados” mueven capitales por un valor de
3.450 billones de euros: 75 veces lo que produce la economía real).
¿Por
qué no empiezan por recortar, por ejemplo, los 10.000 millones de euros que
percibe anualmente la iglesia católica del erario público, o los 30.000
millones de euros (3% del PIB español) que nos cuestan los “programas especiales de
armamento”, con la consiguiente deuda del Gobierno español por 26.000 millones
que no puede pagar o los 400 millones anuales que cuesta mantener operativas
esas armas? ¿Por qué las televisiones públicas, cargadas de deudas año tras año
y costeadas con el dinero público de toda la ciudadanía, pagan millones y millones de euros por
participar en los derechos televisivos de la Liga española de fútbol y de la
Champions League?
¿Quién puede creerse ya que salimos ganando si
cada vez estamos más empantanados en una Europa dirigida por los mercados y los
mercaderes, en detrimento de la ciudadanía?
domingo, 11 de diciembre de 2011
La gran regresión
Artículo de I. Ramonet publicado en Le Monde Diplomatique
¿A qué llamamos “mercados”? A ese conjunto de bancos de inversión,
compañías de seguros, fondos de pensión y fondos especulativos (hedge
funds) que compran y venden esencialmente cuatro tipos de activos:
divisas, acciones, bonos de los Estados y productos derivados.
Para tener una idea de su colosal fuerza basta comparar dos cifras: cada año, la economía real (empresas de bienes y de servicios) crea, en todo el mundo, una riqueza (PIB) estimada en unos 45 billones (1) de euros. Mientras que, en el mismo tiempo, a escala planetaria, en la esfera financiera, los “mercados” mueven capitales por un valor de 3.450 billones de euros. O sea, setenta y cinco veces lo que produce la economía real…
Consecuencia: ninguna economía nacional, por poderosa que sea (Italia es la octava economía mundial), puede resistir los asaltos de los mercados cuando éstos deciden atacarla de forma coordinada, como lo están haciendo desde hace más de un año contra los países europeos despectivamente calificados de PIIGS (cerdos, en inglés): Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España.
Lo peor es que, contrariamente a lo que podría pensarse, esos “mercados” no son únicamente fuerzas exóticas venidas de algún horizonte lejano a agredir nuestras gentiles economías locales. No. En su mayoría, los “atacantes” son nuestros propios bancos europeos (esos mismos que, con nuestro dinero, los Estados de la UE salvaron en 2008). Para decirlo de otra manera, no son sólo fondos estadounidenses, chinos, japoneses o árabes los que están atacando masivamente a algunos países de la zona euro.
Se trata, esencialmente, de una agresión desde dentro, venida del interior. Dirigida por los propios bancos europeos, las compañías europeas de seguros, los fondos especulativos europeos, los fondos europeos de pensiones, los establecimientos financieros europeos que administran los ahorros de los europeos. Ellos son quienes poseen la parte principal de la deuda soberana europea (2). Y quienes, para defender –en teoría– los intereses de sus clientes, especulan y hacen aumentar los tipos de interés que pagan los Estados por endeudarse, hasta llevar a varios de éstos (Irlanda, Portugal, Grecia) al borde de la quiebra. Con el consiguiente castigo para los ciudadanos que deben soportar las medidas de austeridad y los brutales ajustes decididos por los gobiernos europeos para calmar a los “mercados” buitres, o sea a sus propios bancos…
Estos establecimientos, por lo demás, consiguen fácilmente dinero del Banco Central Europeo al 1,25% de interés, y se lo prestan a países como, por ejemplo, España o Italia, al 6,5%… De ahí la importancia desmesurada y escandalosa de las tres grandes agencias de calificación (Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s) pues de la nota de confianza que atribuyen a un país (3) depende el tipo de interés que pagará éste por obtener un crédito de los mercados. Cuanto más baja la nota, más alto el tipo de interés.
Estas agencias no sólo suelen equivocarse, en particular en su opinión sobre las subprimes que dieron origen a la crisis actual, sino que, en un contexto como el de hoy, representan un papel execrable y perverso. Como es obvio que todo plan de austeridad, de recortes y ajustes en el seno de la zona euro se traducirá en una caída del índice de crecimiento, las agencias de calificación se basan en ello para degradar la nota del país. Consecuencia: éste deberá dedicar más dinero al pago de su deuda. Dinero que tendrá que obtener recortando aún más sus presupuestos. Con lo cual la actividad económica se reducirá inevitablemente así como las perspectivas de crecimiento. Y entonces, de nuevo, las agencias degradarán su nota…
Este infernal ciclo de “economía de guerra” explica por qué la situación de Grecia se ha ido degradando tan drásticamente a medida que su gobierno multiplicaba los recortes e imponía una férrea austeridad. De nada ha servido el sacrificio de los ciudadanos. La deuda de Grecia ha bajado al nivel de los bonos basura.
De ese modo los mercados han obtenido lo que querían: que sus propios representantes accedan directamente al poder sin tener que someterse a elecciones. Tanto Lucas Papademos, primer ministro de Grecia, como Mario Monti, Presidente del Consejo de Italia, son banqueros. Los dos, de una manera u otra, han trabajado para el banco estadounidense Goldman Sachs, especializado en colocar hombres suyos en los puestos de poder (4). Ambos son asimismo miembros de la Comisión Trilateral.
Estos tecnócratas deberán imponer, cueste lo que cueste socialmente, en el marco de una “democracia limitada”, las medidas (más privatizaciones, más recortes, más sacrificios) que los mercados exigen. Y que algunos dirigentes políticos no se han atrevido a tomar por temor a la impopularidad que ello supone.
La Unión Europea es el último territorio en el mundo en el que la brutalidad del capitalismo es ponderada por políticas de protección social. Eso que llamamos Estado de bienestar. Los mercados ya no lo toleran y lo quieren demoler. Esa es la misión estratégica de los tecnócratas que acceden a las riendas del gobierno merced a una nueva forma de toma de poder: el golpe de Estado financiero. Presentado además como compatible con la democracia…
Es poco probable que los tecnócratas de esta “era post-política” consigan resolver la crisis (si su solución fuese técnica, ya se habría resuelto). ¿Qué pasará cuando los ciudadanos europeos constaten que sus sacrificios son vanos y que la recesión se prolonga? ¿Qué niveles de violencia alcanzará la protesta? ¿Cómo se mantendrá el orden en la economía, en las mentes y en las calles? ¿Se establecerá una triple alianza entre el poder económico, el poder mediático y el poder militar? ¿Se convertirán las democracias europeas en “democracias autoritarias”?
(1) Un billón = un millón de millones.
(2) En España, por ejemplo, el 45% de la deuda soberana lo poseen los propios bancos españoles, y los dos tercios del 55% restante, los detentan establecimientos financieros del resto de la Unión Europea. Lo cual significa que el 77% de la deuda española ha sido adquirida por europeos, y que sólo el 23% restante se halla en manos de establecimientos extranjeros a la UE.
(3) La nota más elevada es AAA, que, a finales de noviembre pasado, sólo poseían en el mundo algunos países: Alemania, Australia, Austria, Canadá, Dinamarca, Francia, Finlandia, Países Bajos, Reino Unido, Suecia y Suiza. La nota de Estados Unidos ha sido degradada, en agosto pasado, a AA+. La de España es actualmente AA-, idéntica a la de Japón y China.
(4) En Estados Unidos, Goldman Sachs ya consiguió colocar, por ejemplo, a Robert Rubin como Secretario del Tesoro del Presidente Clinton, y a Henry Paulson en esa misma función en el gabinete de George W. Bush. El nuevo presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, fue también vicepresidente de Goldman Sachs para Europa de 2002 a 2005.
Para tener una idea de su colosal fuerza basta comparar dos cifras: cada año, la economía real (empresas de bienes y de servicios) crea, en todo el mundo, una riqueza (PIB) estimada en unos 45 billones (1) de euros. Mientras que, en el mismo tiempo, a escala planetaria, en la esfera financiera, los “mercados” mueven capitales por un valor de 3.450 billones de euros. O sea, setenta y cinco veces lo que produce la economía real…
Consecuencia: ninguna economía nacional, por poderosa que sea (Italia es la octava economía mundial), puede resistir los asaltos de los mercados cuando éstos deciden atacarla de forma coordinada, como lo están haciendo desde hace más de un año contra los países europeos despectivamente calificados de PIIGS (cerdos, en inglés): Portugal, Irlanda, Italia, Grecia y España.
Lo peor es que, contrariamente a lo que podría pensarse, esos “mercados” no son únicamente fuerzas exóticas venidas de algún horizonte lejano a agredir nuestras gentiles economías locales. No. En su mayoría, los “atacantes” son nuestros propios bancos europeos (esos mismos que, con nuestro dinero, los Estados de la UE salvaron en 2008). Para decirlo de otra manera, no son sólo fondos estadounidenses, chinos, japoneses o árabes los que están atacando masivamente a algunos países de la zona euro.
Se trata, esencialmente, de una agresión desde dentro, venida del interior. Dirigida por los propios bancos europeos, las compañías europeas de seguros, los fondos especulativos europeos, los fondos europeos de pensiones, los establecimientos financieros europeos que administran los ahorros de los europeos. Ellos son quienes poseen la parte principal de la deuda soberana europea (2). Y quienes, para defender –en teoría– los intereses de sus clientes, especulan y hacen aumentar los tipos de interés que pagan los Estados por endeudarse, hasta llevar a varios de éstos (Irlanda, Portugal, Grecia) al borde de la quiebra. Con el consiguiente castigo para los ciudadanos que deben soportar las medidas de austeridad y los brutales ajustes decididos por los gobiernos europeos para calmar a los “mercados” buitres, o sea a sus propios bancos…
Estos establecimientos, por lo demás, consiguen fácilmente dinero del Banco Central Europeo al 1,25% de interés, y se lo prestan a países como, por ejemplo, España o Italia, al 6,5%… De ahí la importancia desmesurada y escandalosa de las tres grandes agencias de calificación (Fitch Ratings, Moody’s y Standard & Poor’s) pues de la nota de confianza que atribuyen a un país (3) depende el tipo de interés que pagará éste por obtener un crédito de los mercados. Cuanto más baja la nota, más alto el tipo de interés.
Estas agencias no sólo suelen equivocarse, en particular en su opinión sobre las subprimes que dieron origen a la crisis actual, sino que, en un contexto como el de hoy, representan un papel execrable y perverso. Como es obvio que todo plan de austeridad, de recortes y ajustes en el seno de la zona euro se traducirá en una caída del índice de crecimiento, las agencias de calificación se basan en ello para degradar la nota del país. Consecuencia: éste deberá dedicar más dinero al pago de su deuda. Dinero que tendrá que obtener recortando aún más sus presupuestos. Con lo cual la actividad económica se reducirá inevitablemente así como las perspectivas de crecimiento. Y entonces, de nuevo, las agencias degradarán su nota…
Este infernal ciclo de “economía de guerra” explica por qué la situación de Grecia se ha ido degradando tan drásticamente a medida que su gobierno multiplicaba los recortes e imponía una férrea austeridad. De nada ha servido el sacrificio de los ciudadanos. La deuda de Grecia ha bajado al nivel de los bonos basura.
De ese modo los mercados han obtenido lo que querían: que sus propios representantes accedan directamente al poder sin tener que someterse a elecciones. Tanto Lucas Papademos, primer ministro de Grecia, como Mario Monti, Presidente del Consejo de Italia, son banqueros. Los dos, de una manera u otra, han trabajado para el banco estadounidense Goldman Sachs, especializado en colocar hombres suyos en los puestos de poder (4). Ambos son asimismo miembros de la Comisión Trilateral.
Estos tecnócratas deberán imponer, cueste lo que cueste socialmente, en el marco de una “democracia limitada”, las medidas (más privatizaciones, más recortes, más sacrificios) que los mercados exigen. Y que algunos dirigentes políticos no se han atrevido a tomar por temor a la impopularidad que ello supone.
La Unión Europea es el último territorio en el mundo en el que la brutalidad del capitalismo es ponderada por políticas de protección social. Eso que llamamos Estado de bienestar. Los mercados ya no lo toleran y lo quieren demoler. Esa es la misión estratégica de los tecnócratas que acceden a las riendas del gobierno merced a una nueva forma de toma de poder: el golpe de Estado financiero. Presentado además como compatible con la democracia…
Es poco probable que los tecnócratas de esta “era post-política” consigan resolver la crisis (si su solución fuese técnica, ya se habría resuelto). ¿Qué pasará cuando los ciudadanos europeos constaten que sus sacrificios son vanos y que la recesión se prolonga? ¿Qué niveles de violencia alcanzará la protesta? ¿Cómo se mantendrá el orden en la economía, en las mentes y en las calles? ¿Se establecerá una triple alianza entre el poder económico, el poder mediático y el poder militar? ¿Se convertirán las democracias europeas en “democracias autoritarias”?
(1) Un billón = un millón de millones.
(2) En España, por ejemplo, el 45% de la deuda soberana lo poseen los propios bancos españoles, y los dos tercios del 55% restante, los detentan establecimientos financieros del resto de la Unión Europea. Lo cual significa que el 77% de la deuda española ha sido adquirida por europeos, y que sólo el 23% restante se halla en manos de establecimientos extranjeros a la UE.
(3) La nota más elevada es AAA, que, a finales de noviembre pasado, sólo poseían en el mundo algunos países: Alemania, Australia, Austria, Canadá, Dinamarca, Francia, Finlandia, Países Bajos, Reino Unido, Suecia y Suiza. La nota de Estados Unidos ha sido degradada, en agosto pasado, a AA+. La de España es actualmente AA-, idéntica a la de Japón y China.
(4) En Estados Unidos, Goldman Sachs ya consiguió colocar, por ejemplo, a Robert Rubin como Secretario del Tesoro del Presidente Clinton, y a Henry Paulson en esa misma función en el gabinete de George W. Bush. El nuevo presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, fue también vicepresidente de Goldman Sachs para Europa de 2002 a 2005.
Ignacio Ramonet – Consejo Científico de ATTAC España
sábado, 10 de diciembre de 2011
Del corrimiento hacia el azul y los agujeros negros
Publicado hoy en ATTAC España
Léese en el portal de la UE que su bandera está formada por doce
estrellas doradas dispuestas en círculo sobre fondo azul. Allí se explica
también que el número de estrellas no tiene nada que ver con el número de
estados miembros: hay doce estrellas porque ese número simboliza
tradicionalmente la perfección, lo completo y la unidad (de ahí 12 signos del
Zodiaco, 12 apóstoles, 12 dioses griegos principales, 12 tribus de Israel, 12
meses del año, etc.).
Hoy parece cada vez más certera la predictiva visión de los creadores de
esa bandera para que el fondo fuera azul: el espectro de la radiación europea
(y mundial) se desplaza cada vez más hacia el azul, y menos hacia el rojo. Sin
embargo, obviaron que no todas las estrellas son iguales: las hay enanas,
gigantes, rojas, blancas, amarillentas, de neutrones, cuásares…, y que ninguna
de ellas es perfecta y completa, pues nacen y mueren como todo lo demás en el
cosmos, y que tampoco tienden a la unidad, pues se engullen unas a otras, si no
se esfuman antes como una bola de algodón de azúcar.
No previeron tampoco que la bandera podría quedar hecha un día un guiñapo
por la explosión de una supernova: incapaz la UE de desarrollar más reacciones
en su núcleo, se ha estado contrayendo sobre sí misma, y está a punto de
colapsar, por que estamos en un tris de saltar todos por los aires. De hecho,
no es otra cosa lo que ahora está ocurriendo: “los mercados” están llevando al
colapso el sistema donde hasta ahora hemos habitado y ahora viajamos hacia
ninguna parte que no sea donde nos digan los mercaderes.
De paso, nos está saliendo en el trasero otra estrella en forma de
agujero negro que todo lo engulle y deja a cualquier ciudadano de a pie al otro
lado del horizonte de sucesos. Se nos está muriendo una estrella que creíamos
gigante y roja, y sobre un fondo inmaculadamente azul nos va dejando en cueros
vivos, incluso sin luz y sin luces. El sector financiero europeo se ha
merendado en poco más de dos años (2008-2010) 1,6 billones de euros de dinero
público (3.200 euros por ciudadano de la UE). A su vez, el sector financiero
hispano-visigótico se ha zampado 146.000 millones en el mismo período. Enfermos
de la más preclara de sus virtudes, la codicia, especularon hasta la saciedad a
costa de la ciudadanía y han seguido especulando después, cerrando a la vez el
grifo crediticio a familias y empresas. Pretendieron recapitalizar la banca,
ayudarle a cubrir sus activos tóxicos con el dinero de todos (13% del PIB europeo),
mas no sirvió de nada, pues son los amos del cotarro, y ya se sabe, los señores
de los mercados van a lo suyo. A cambio, la UE a refundar dejo en 11.700
millones (la mitad del año anterior) destinados a la economía real y a ayudas
directas.
Los mercaderes llaman a esto “refundación de la UE”, pero en realidad es
solo la encarnación rediviva del timo del tocomocho, por el que nos hicieron
creer que éramos sumamente afortunados y ahora nos encontramos que tenemos unas
estampitas muy bonitas llamadas “euros”. De momento, solo en este rincón de la
galaxia mercantil denominado España cinco millones de parados contemplan cómo
las medidas refundadoras de la UE son la merma ininterrumpida de los derechos
sociales, económicos, laborales (englobados en lo que hasta ahora se llamaba
“estado de bienestar”), la “regulación” (llamada también ¡”modernización”!) del
empleo (más barato a la hora de contratar y despedir al trabajador) y
desaparición progresiva de todo lo que suene a público, especialmente la sanidad,
la educación y las pensiones.
Sobre el mismo fondo azulón, algunos se susurran al oído que tal
refundación implicará una “pérdida de soberanía” de los países miembros, como
si el pueblo no hubiese perdido ya su soberanía a manos de los mercaderes.
Merkel y Sarkozy son dos mandados más: un día perderán las elecciones, les
sucederán otros y las cosas seguirán exactamente donde y como estaban.
Standard&Poors, así como el resto de las agencias de calificación, no dejan
de ser unos cuatreros extorsionistas que viven a costa de la carroña que van
dejando por las cunetas y actúan al dictado de sus amos.
Sobre un inamovible fondo azul, siempre nos quedarán París y una buena
zambullida final en el agujero negro de ese pozo ciego refundado apodado Unión
(¡!) Europea (¡!).
viernes, 9 de diciembre de 2011
jueves, 8 de diciembre de 2011
miércoles, 7 de diciembre de 2011
Purísima Constitución
El calendario marcaba 7 de diciembre de
1585. Los Tercios españoles, cercados por las tropas del almirante Holak en los Países Bajos, se
encontraban en una situación casi desesperada, apenas sin víveres y ropas
secas. Sin embargo, viendo que no se rendían, el almirante holandés hizo abrir
los diques de algunos ríos, por lo que a los Tercios no les quedó otro refugio
que un montecillo de nombre Empel. Y como el cielo siempre ha manifestado su
predilección por España, la pala de un soldado español que cavaba una trinchera
dio con una tabla flamenca con la imagen de la Inmaculada Concepción, signo
inequívoco de los favores divinos por llegar al corto plazo. En la madrugada
del 8 de diciembre un viento gélido congeló todas las aguas que rodeaban la
isla, los Tercios atacaron por allí al enemigo y obtuvieron una gloriosa
victoria: había nacido “el milagro de Empel”. Desde entonces, la Infantería
española, heredera de los Tercios, tiene por patrona a la Inmaculada
Concepción.
Desde hace siglos la Inmaculada
concepción ha sido fiesta de guardar en todos los reinos de su Majestad
Católica, es patrona de numerosas localidades y comarcas e incluso en Toledo es
tradición que su alcalde (el último, el socialista E. García-Page) jure publica y solemnemente “delante
de Dios omnipotente (..) defender que la Virgen María fue concebida sin pecado
original”.
Otra cosa es que se sepa qué es eso de la Inmaculada o
la Purísima Concepción. El punto de partida es que hubo una primera pareja de la
que descendemos todos los humanos y que cometió un pecado primero, “original”, fuente de todos los males
de la humanidad y que todos y cada uno de los seres humanos contraemos al ser
concebidos por nuestros padres. Este punto de partida es incontrovertible,
pues, si no, no tendría explicación que un bebé sea bautizado en el catolicismo
para lavar su “mancha original” y renunciar a las pompas del demonio. Tampoco
tendría explicación la creencia de que Jesucristo
murió en una cruz para salvarnos de “todos los pecados”, también y
principalmente del pecado original de un ser inocente que muere antes de tener
conciencia de sí y de su libertad. Ese pecado original acarreó la muerte, el
trabajo, el sufrimiento, el dolor al parir, las “tendencias pecaminosas”. Y por
eso mismo, porque dios no podía consentir que la madre del divino Jesús de
Nazaret naciese con ese pecado y esa proclividad al mal, realizó el milagro de
que ella fuese concebida sin mancha o pecado alguno, incluido el original, ni
fuese víctima de las malas inclinaciones que acarrea. La Inmaculada Concepción
nada tiene que ver, pues, con esa otra creencia católica de que Jesús fue
concebido sin intervención de varón y su madre mantuvo intacto el himen antes,
durante y después del parto.
España tiene como festivo el 8 de marzo
(conmemorativo del milagro de Empel en beneficio de los Tercios de Flandes)
desde 1644. Que cada persona se crea o no se crea el mito del pecado original y
el dogma católico de la exención divina de dicho pecado en beneficio de María de Nazaret es una cuestión
estrictamente personal, que merece el mismo respeto que cualquier otra creencia
dentro del derecho a la libertad religiosa y de culto, integrante del derecho a
la libertad de conciencia, común a toda la ciudadanía. Que en pleno siglo XXI
tal creencia sea aún día festivo en el calendario civil de un país cuya
Constitución declara que ninguna confesión tendrá carácter estatal es un
despropósito. Que la Infantería de las Fuerzas Armadas españolas, institución
pública del Estado, conserve como patrona a la Inmaculada Concepción está en
abierta contradicción con el principio constitucional de la aconfesionalidad
del Estado y sus instituciones. Que los Colegios Oficiales de Farmacéuticos y
las Facultades de Farmacia, estas últimas igualmente instituciones públicas del
Estado, la tengan asimismo como patrona, es un anacronismo y contradice el
antedicho principio constitucional, respectivamente.
Desde el respeto a todos los credos y
ritos confesionales, la consecución de un Estado realmente laico y aconfesional
constituye una de las asignaturas pendientes más importantes en nuestro país,
pues es la única vía adecuada para garantizar a la ciudadanía el libre
ejercicio de sus derechos, en el marco del derecho inalienable a la libertad de
conciencia y de la plena igualdad, sin privilegios ni discriminaciones.
De hecho, cualquier privilegio (la
iglesia católica disfruta de muchos, gracias al Concordato franquista aún
vigente desde 1953 y los Acuerdos de 1979) es incompatible con el derecho universal
de ser iguales ante la ley y disfrutar de todos los demás derechos sin
discriminación por motivos de nacionalidad, raza, creencia, sexo o cualquier
otro motivo.
Hoy, a caballo entre el Día de la
Constitución española y una celebración de carácter confesional, es preciso
reafirmar el principio constitucional de la aconfesionalidad del Estado y sus
instituciones.
domingo, 4 de diciembre de 2011
sábado, 3 de diciembre de 2011
viernes, 2 de diciembre de 2011
El Valle de los Caídos debe seguir tal como está
Publicado hoy en El Periódico de Aragón
Una gigantesca cruz de 150 metros de
altura, cuyos brazos miden 46 metros, es visible a decenas de kilómetros de
distancia del Valle de los Caídos. Allí están hoy enterrados J.A. Primo de Rivera, fundador de
Falange española, y el general golpista y dictador hasta su muerte, Francisco Franco, quien mandó construir
ese monumento de estética y significado netamente fascistas. Allí están
sepultados decenas de miles de españoles (centenares de ellos sin el consentimiento
de sus familiares), muertos en una delirante y criminal guerra civil, que
terminó con la democracia y la República española.
Decenas
de miles de prisioneros republicanos trabajaron allí con el obligado señuelo de
la redención de penas (¡penas por cometer el delito de defender el orden
constitucional!), excavaron 200.000 metros cúbicos de roca, sufrieron y
murieron, para que los vencedores erigieran una basílica de 262 metros de
longitud, regentada (cómo no) por monjes de la SICAR (Santa Iglesia Católica
Apostólica Romana). Allí está enterrado desde 1975 el criminal mayor, el “sapo
iscariote”, como escribió León Felipe
Camino. También allí se congregan cada 20-N los nostálgicos de la barbarie.
El hasta ahora ministro de la
Presidencia, Ramón Jáuregui, ha
rogado que no se meta en un cajón un informe elaborado por unos peritos, donde
se propone una reconversión del Valle de los Caídos en un “centro de
meditación” y de “memoria reconciliada”. Los que se van han tenido ocho años
para hacer lo que no han hecho. Los que vienen dicen que hay asuntos más
urgentes en España, lo cual, además de ser verdad, anuncia que no tienen la
menor intención de hacer algo. La SICAR, como siempre, no sabe/no contesta: Rouco Varela se limitó a retirar sin
más explicaciones de la comisión a su obispo representante.
Franco decretó la construcción del Valle
de los Caídos para “...perpetuar la memoria de los caídos de nuestra
gloriosa Cruzada [...], los heroicos sacrificios que la Victoria encierra y la
trascendencia que ha tenido para el futuro de España esta epopeya”. El Valle de
los Caídos es un monumento del fascismo y la dictadura, que nadie venga, pues,
con desodorantes y maquillajes, pretendiendo cambiar lo que no debe ser
cambiado.
Eso me recuerda la visita que realicé a
inicios de los 70 al campo de concentración de Dachau, aprovechando que pasaba
por una carretera secundaria del norte de Baviera muy cercana del campo. Dachau
era y sigue siendo un inequívoco lugar para la memoria de la brutalidad nazi,
sin más aditamentos. En Dachau no hay nada ni nadie que reconciliar, sino solo
que ver, mirar, recordar y quedar sumido por unas horas en el horror y la
zozobra. Dachau, como Treblinka, Mauthausen, Auschwitz y tantos otros campos de
concentración, están conservados para mantener la memoria nuda, sin
edulcorantes ni moralinas.
Hay quien ha pedido colaboración para tal
“reconversión” del Valle de los Caídos a la SICAR, la mayor suministradora de
la ideología que mantuvo al régimen fascista del bando rebelde. ¿Habrá leído alguna
vez, por ejemplo, la “Carta
Colectiva del Episcopado español a los obispos del mundo entero” de 1937? ¿Cómo
pedir colaboración para reconciliar al pueblo a quienes justificaron un
levantamiento militar contra la legalidad constituida, a quienes condenaron en
vida y a muerte a decenas de miles de seres humanos en nombre de su cruzada
contra el comunismo, el judaísmo y la masonería?
El Valle de los Caídos es un monumento fascista, construido desde y por
el nacionalcatolicismo, que aspira a ser por decreto lugar de “memoria
reconciliada” en un país donde la verdadera memoria ha sido negada y
obstruida. Que le pregunten, si no, a Baltasar
Garzón cómo le ha ido en su investigación de los crímenes de la represión
franquista. Que les pregunten también a tantas personas que trabajan
incansablemente por restituir memoria y tumba dignas a tantos asesinados por el
franquismo.
Hace escasos meses la oposición tuvo que exigir aún que Millán Astray
deje de ser definitivamente “hijo predilecto” de A Coruña. ¿Es eso memoria
reconciliada? Quien propugne asimismo memoria reconciliada, puede ir
denunciando el Concordato de 1953 –jamás derogado- y los Acuerdos de 1979 entre
el Estado español y el Estado del Vaticano, pues solo puede conseguirse un
marco real de convivencia entre todos los ciudadanos españoles sobre la base de
una democracia real y de un Estado aconfesional y laico.
El Valle de los Caídos debe quedar como está, con su mastodóntica cruz y
sus basílicas y grutas, como monumento a la barbarie y el fanatismo. Así, los
hijos de nuestros hijos y los nietos de nuestros nietos tendrán ocasión de ver
con sus propios ojos lo que nunca se debe ser, lo que jamás debe hacerse y
consentirse.
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