Empieza la quinta semana
consecutiva ante el portal de la Consejera, por la escuela pública y contra los
recortes en educación.
Creí esta mañana que me sería
difícil aguantar hoy la jornada matutina ante el portal de la Consejera. Sin
embargo, se pertrechó mi cuerpo de mis 13 pastillas habituales de la mañana,
más antibiótico y paracetamol, y me dispuse a tomar el autobús, rumbo a la
calle Alfonso I, a la vera de la plaza del Pilar.
Me puse desde el principio los
cascos para escuchar música (en Spotify tengo una lista de reproducción
denominada “Música de mis recuerdos”: jirones de mi vida) y para aislarme algo
de la gente viandante, pues al principio estaba para pocas conversaciones. Sin
embargo, hoy ha sido uno de los días que más gente ha acudido hasta el
perroflauta del portal.
Una mujer me ha preguntado si no
me canso y me ha agradecido “estar ahí” (tan escueto, lo asocié de inmediato al
“ser ahí” o Dasein de Martin Heidegger). Un hombre también se me ha acercado
hasta lo inverosímil: venía con ganas de gresca y su porte era el de un
catedrático –había sido profesor-de instituto de los de antes, cercano a la
divinidad. Lo de menos fue que estaba ideológicamente en las antípodas de mí,
sino su estudiada agresividad. Cuando llegó a decir que si las becas de comedor
escolar tenían como objetivo asegurar la alimentación mínima y adecuada de cada
alumno y alumna, entonces esa alimentación no tenía nada que ver con la
educación, pues igualmente alimentado debe estar el comprador de un Mercedes,
le he invitado a retirarse a un lado para dejar visible el cartel y me he
declarado muy lejos de lo que él afirmaba y representaba. Le he conminado con
vehemencia que no me tocara cuando ha empezado a golpear-tocar mi mano con la
suya. En un ambiente raro y tenso, le he deseado felicidad, pero a varios
kilómetros de distancia de allí. Él me ha deseado igualmente felicidad y me ha
vuelto a golpear-tocar la mano “porque quiere y me quiere”. “Lárguese”, es lo último
que le he dicho. Me he puesto los cascos a la velocidad del rayo, con la mirada
en el infinito, y no he vuelto a escuchar lo que él me seguía diciendo.
Se me ha quedado mal cuerpo con
ese incidente. Pocos minutos después una chica joven, supongo que profesora, se
me ha acercado furtivamente y mientras me quitaba los cascos me ha dicho:
“gracias, muchas gracias por lo que estás haciendo”. Me he sentido confortado y
se me han saltado las lágrimas.
Poco antes de recoger los
bártulos, cuatro mujeres y un hombre de Marea Verde se han acercado,
sorprendidos de ver a un perroflauta con cartel en el portal de la Consejera.
Había estado una veintena de ellos en una Oficina de Empleo para apuntarse en
el paro, pues se quedaban en la calle, acabado ya el curso escolar, y sin saber
si iban a ser contratados en septiembre. Sin embargo, el profesorado de
religión de la concertada y de la pública siguen cobrando los doce meses del
dinero público, de todas y todos. Hemos estado conversando un rato, les he
invitado a pensar algo para dar a
conocer su situación en el portal de la Consejera, y me he ido con una de ellas
hasta la plaza Aragón donde tres personas de Stop Desahucios han iniciado una
huelga de hambre para conseguir hablar con Kutxabank -BBK, Kutxa y
Vital- y Bankia, absolutamente reacios a cualquier dialogo.
Conocía a casi tod@s y me ha
entrado mucha ternura (sí, creo que esa es la palabra: ternura) al verl@s y estar
con ell@s. He bromeado con los hijos de algunas, con los huelguistas hablando
de comida rica y con los acompañantes de Stop Desahucios que allí estaban. Los
voy a ver cada mañana, de vuelta a casa. Ojalá salga bien todo.
Esta tarde, a las 19 horas,
las trabajadoras de la Limpieza Sanitaria, admirables luchadoras desde hace
cuarenta días, protestarán en Vía César Augusto. Espero poder acudir.
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