Jorge me ha
llamado hace unos minutos. Tras decirnos lo importantes que somos el uno para
el otro, y lo mucho que nos queremos, me ha leído este texto de Eduardo Galeano,
El libro de los abrazos.
El mundo es eso. Un montón de gente, un mar de
fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas
las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y
fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del
viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos,
fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas
que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende. El
mundo es eso. Un montón de gente, un mar de fueguitos.
Cada persona brilla con luz propia entre todas
las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y
fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del
viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos,
fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas
que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.
gracias Antonio por haber coincidido en el camino. Querido profesor de rebeldía, lloraré y reiré contigo mirando las estrellas. Te quiero compañero.
ResponderEliminarUn enardecido abrazo,Antonio. Yo me quedo con el verso aquel de Wislawa Szymborska: No ser un púgil, Musa, es como no ser nada. Y tú has peleado en todos los cuadriláteros.
ResponderEliminar