jueves, 16 de agosto de 2007

Cuestión de supervivencia


Me dijo mi amiga Manuela que es un acto de valentía mirar la realidad (incluida la que no gusta), intentar escudriñarla, expresar las ideas y las sensaciones que suscita. En realidad, se trata sobre todo de un acto de supervivencia: a veces a realidad duele; otras veces, pugna por salir al exterior; otras, en cambio, prefiere quedarse dentro, cargando las energías interiores. Es un acto de supervivencia porque, de no actuar así, esa realidad se enquista dentro, se hace dañina, se hace tumor. La vida es en ocasiones dura y parece ocultar sus caras más amables. Allí moran también seres humanos, de los que son audibles sus latidos del corazón o que apenas si pueden conciliar unos minutos el sueño por tanta preocupación, por tanto desasosiego, por tanta zozobra. Moran allí también la alegría, la fiesta, los sueños y las esperanzas. Si lo pensamos bien, somos fundamentalmente eso, esos. Sin eso, sin esos, somos nada. Necesitamos como el aire y el agua hacernos cargo de ello, de ellos, pues sólo así podemos también cargar con nosotros mismos, encargarnos de que la vida sea fructífera y densa, luminosa y bravía. Sin hacerlo así, me extinguiría en minutos. Sin hacerlo así, me resultaría muy costoso sobrevivir.

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