Artículo a publicar el 25 de marzo en El Periódico de Aragón
No acaba de entenderse por qué alguna gente critica que el señor Martínez Camino, en nombre del colectivo de jerarcas católicos, haya presentado una Jornada en Defensa de la Vida para hoy, y que en esa presentación afirmase que el lince está más protegido que los niños. Suponiendo que Martínez Camino tenga la ciudadanía española (existe una cierta duplicidad de nacionalidades, dada también su pertenencia al Estado del Vaticano), tiene derecho a la misma libertad de opinión y de expresión que cualquier otro ciudadano; o sea, que puede decir lo que crea oportuno, como usted o como yo o como Chindasvinto. Eso sí, cabrea pensar que estamos pagando con el dinero público los 300.000 carteles que están poniendo en calles y vallas publicitarias, pero mientras sigan vigentes el Concordato y los Acuerdos entre el Estado español y el Vaticano, podrán seguir produciéndose estas arbitrariedades.
En otras palabras, si los obispos católicos no están a favor del aborto, su problema queda solucionado si ellos o sus sobrinas o sus fieles no abortan; y si quieren oponerse a la reforma de la actual ley del aborto, que se presenten a las próximas elecciones generales y se atengan democráticamente a las consecuencias. Lo que ya empieza a mosquear es que vayan diciendo que una ley aprobada por el Parlamento, máximo órgano legislativo, es una “ley injusta” por no adecuarse a sus esquemas morales. A Martínez Camino y sus representados no se les acaba de meter en la mollera que moral católica es una opción más entre otras y que la ley suprema y universal es la Constitución. Pero como llevan tantos siglos haciendo de su capa un sayo y teniendo el monopolio en materia de moral y costumbres, ahora que ya no hay reyes godos, monarquías absolutas o dictaduras golpistas que los amparen, les dan ataques de nostalgia y siguen codiciando ese monopolio. Mas no, España es una democracia parlamentaria, regida por los principios constitucionales. Y las opiniones y campañas de Martínez Camino y sus obispos católicos valen tanto, repito, como las de usted, las mías o las de Chindasvinto. Ni más ni menos.
Los medios de comunicación han tenido también durante días como primera noticia que el señor Ratzinger haya afirmado durante su visita a África que el condón, lejos de solucionar el problema, agrava la pandemia del sida, y que el único remedio eficaz es la doctrina sexual vaticano-católica: abstinencia sexual o pareja hétero, monógama y fiel. Considerando lo avanzado de su edad, tiene una pizca de explicación que el señor Ratzinger haya ido a desvariar sobre el condón en un continente donde viven 23 millones de infectados por el VIH (el 67% de portadores en el mundo). Si Ratzinger y sus seguidores tienen algo contra el preservativo, lo tienen muy fácil: no hacer uso de él y sanseacabó (nunca mejor dicho) su problema. Harina de otro costal es, sin embargo, que quieran meter sus narices en lo que los demás nos ponemos o dejamos de ponernos en salva sea la parte, pues entonces entran ya en el terreno de las perversiones sexuales. Con todo lo bueno y bonito que puede verse y hacerse en África, resulta que Ratzinger va a hablar a los negritos de condones, mientras algunos de su grey se dedican a negar el holocausto judío, argumentado las intrínsecas bondades del nacionalsocialismo.
Y como éramos pocos, la abuela está a punto de parir en Andalucía: algunas cofradías de algunas ciudades andaluzas debaten si salir a las procesiones portando lazos blancos como protesta contra la reforma de la ley del aborto. La derechona pretende volver a poner sobre la mesa el asunto del aborto, ya legalmente regulado mediante su correspondiente Ley, aprobada en el Parlamento, cuando ahora se trata solo de reformar dicha ley.
Y de nuevo estamos en las mismas: mientras unos cofrades pretenden salir con lazos a la calle, pues están en su derecho de hacerlo (hay quien sale a la calle con camisetas del Madrid o del Barcelona, y nadie les detiene o afea su conducta), nadie llevará lazos porque hay cofradías en Zaragoza que no admiten estatutariamente a mujeres en sus filas (en contra del principio constitucional de no discriminación) o porque en la reciente procesión, por ejemplo, del “Cristo de la Cama” (oficialmente, Capitán General dentro del Estado español), abría el cortejo la Policía municipal de gala a caballo, con la presencia destacada del Comandante Militar de Zaragoza, a los sones de la Banda de la Academia general Militar. Muchos de entre el pueblo zaragozano se preguntaban si eso de la aconfesionalidad del Estado (16.3. Constitución española) es papel mojado.
Como tampoco parece muy acorde con tal aconfesionalidad que, una vez más, la Corporación Municipal de Zaragoza, con el Alcalde Belloch a la cabeza, vayan a asistir con sus galas y sus pompas a la procesión católica del Viernes Santo. Qué gran pueblo el zaragozano, si tuviera buen señor…
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