martes, 7 de febrero de 2012

Los socialistas difícilmente son creíbles en materia de laicismo


 Publicado hoy en Izquierda Digital
Tantas veces advirtió Pedro a los pastores de que venía el lobo, que finalmente nadie le hizo caso y el lobo se merendó a unos cuantos pastores y labriegos. Tantas veces vienen diciendo los socialistas (cuando están en la oposición y nunca cuando están el poder) que van a revisar los acuerdos con el Vaticano que cuando los candidatos a la secretaría general del PSOE (Chacón y Rubalcaba) anuncian en el Congreso de Sevilla sus intenciones de revisar dichos acuerdos, mueven principalmente al escepticismo y al cachondeo, pues ya no resultan creíbles.
 Rubalcaba, Chacón –miembros del anterior gobierno socialista- y el PSOE en general acaban de estar ocho años seguidos en el Gobierno de España. No solo no han reformado nada o han planteado la conveniencia de caminar hacia un Estado laico, sino que se ha visto aumentado (0,7%) el tanto por ciento de la casilla de la Iglesia Católica en la Declaración del IRPF, no se ha hecho el menor intento de derogar el Concordato de 1953 y los Acuerdos de 1979 entre el Estado español y el Estado del Vaticano, la Iglesia Católica, lejos de cumplir su compromiso de autofinanciación, ha recibido anualmente más de 13.000 millones de euros y se sigue impartiendo religión y moral católicas en los centros públicos de enseñanza en horario lectivo.
Rubalcaba, Chacón –miembros del gobierno socialista- y el PSOE en general, lejos de fomentar un Estado aconfesional, contribuyeron directamente a que el resto de las confesiones religiosas disfrutaran de no pocos de los privilegios de la Iglesia Católica (capellanes en cuarteles, hospitales, cárceles, enseñanza religiosa en la escuela pública, etc.), de tal forma que el socialismo español hizo del país un país multiconfesional, en vez de aconfesional. Incluso cuando había que hablar con los obispos, la comisión socialista-gubernamental iba encabezada por los miembros más proclives y afectos a su catolicismo practicante (por ejemplo, la vicepresidenta Fernández de la Vega o el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui).
Rubalcaba, Chacón –miembros del gobierno socialista- y el PSOE en general no son creíbles en materia de reivindicación de la aconfesionalidad del Estado. Financiaron cuantos viajes a España tuvo a bien hacer el señor Ratzinger y se postraron a sus pies. Tumbaron en el Congreso una Ley de Muerte Digna o una Ley de Libertad de Conciencia. Asistieron a misas en calidad de sus cargos, fueron a procesiones, mantuvieron símbolos religiosos en lugares públicos y juraron públicamente defender dogmas religiosos. Ni un solo cargo gubernamental socialista movió un solo dedo para criticar, oponerse o denunciar estos hechos.
Rubalcaba proclamó en su discurso en Sevilla como nuevo secretario general del PSOE que tiene intención de revisar "seriamente" los acuerdos con la Santa Sede, si bien lo condiciona a que ”la derecha continúe cuestionando los pactos básicos de estos 30 años”. Es decir, en román paladino: todo está bien como está, pero le parece demasiado que el PP toque algunas cosas, como Educación para la Ciudadanía o la ley del aborto. Con ello pone de manifiesto que sus convicciones laicistas son bastante endebles, pues un Estado laico y aconfesional es un punto de referencia constitucional absoluto y no depende de lo que hagan unos u otros.
Previamente, la candidata Carme Chacón había proclamado en tono mitinero que su propuesta es “una sociedad libre de tutelas confesionales, con separación clara entre la esfera pública y las creencias privadas". Y es que desde la debacle socialista en las últimas elecciones municipales, autonómicas y generales, son muchos integrantes de esas filas los que, cual Saulo de Tarso, parecen caídos de su caballo, fulminados por un rayo divino, convertidos a ideas y proclamas que no osaron ni siquiera mencionar mientras estaban en el poder.
Incluso Chacón se deja llevar por la emoción, y manifiesta su hartazgo confesional recién expresado: "Un país laico, compañeros", dijo. "Llevamos 30 años aguantando demasiado. Un país laico con todas sus consecuencias". Por ejemplo, entre tales consecuencias, que las Fuerzas Armadas no tengan un arzobispado castrense ni vicariatos castrenses ni catedrales castrenses ni ceremonias religiosas castrenses ni capellanes castrenses ni fiestas religiosas castrenses, y un sinfín de elementos confesionales más que la ministra Chacón en ningún momento de su mandato osó poner mínimamente en cuestión.
Es para ponerse a reír o a llorar.




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