jueves, 30 de septiembre de 2010
martes, 28 de septiembre de 2010
Huelga general
Con el paso de los años veo caer lenta e inexorablemente
las hojas de mi árbol, el otoño avanza y, como el viejo chopo de Lorca, mis ramas están desnudas y sin
nidos. Dicen que los años confieren sabiduría y experiencia, pero sin acudir al
artilugio socrático del “solo sé que no sé nada”, cada vez tengo mayor
conciencia de todo lo que no sé. Sé, al menos, plantearme una pregunta: huelga
general. ¿Y, si no, qué?
No voy a hacer una proclama a favor de la huelga general.
Sé que la única huelga certera tendría que ser mundial y capaz de echar por
tierra un sistema económico y financiero que, sobre los principios del
neoliberalismo, ha conducido a esta crisis mastodóntica y mantiene en el hambre
y la miseria a buena parte de los seres humanos. Creo que esta huelga general debería haberse
producido mucho antes, pues no se trata solo de oponerse a la reforma laboral
que nos impone el Gobierno socialista, sino de enfrentarse critica y
activamente a un sistema capaz solo de proporcionar bienestar a costa del
malestar ajeno y acumular riqueza en beneficio de pocos y en detrimento de la
mayoría. No logro reconocer ya el rostro de los actuales sindicatos, demasiado
acomodados al sistema, demasiado cómodos en sus sedes y despachos y poco
combativos en la calle. Tampoco me resulta fácil reconocerme ya en ellos.
Sin embargo, aún recuerdo algo de lo vivido y leído. Me
adentro en la senectud, en la memoria a largo plazo que todavía me asiste y
recuerdo que nada ha sido gratuito en el aquietante mundo en que vivimos. La
conciencia de ser ciudadano en la Ilustración se conquistó tras años de asedio
y persecución por parte del poder, y en una revolución traumática en la Francia
de finales del siglo XVIII. La conciencia de clase y de explotación del hombre
por el hombre costó cárcel, exilio, penuria y muerte a muchos trabajadores y a
sus líderes en los dos últimos siglos de historia. Todo ello fue cohesionado
por personas plenas de ideales, que antepusieron sus metas revolucionarias a su
propio bienestar y al exiguo confort de sus familias. Mientras recuerdo todo
eso, concluyo que es menos negativo secundar una huelga general que no hacer
nada o esconder la cabeza en la arena, como tradicionalmente cuenta la leyenda
sobre los avestruces.
Sé también que hace poco más de un siglo en las fábricas
europeas trabajaban hombres, mujeres y niños en horarios de diez, doce y
catorce horas, bajo la amenaza diaria del despido salvaje, pendiente solo de la
voluntad del patrón. Se trabajaba los siete días de la semana durante los 365
días del año, mientras la salud lo permitiera, y en condiciones de espanto. Hoy
nos parece ya que el fin de semana no laboral, que las vacaciones de verano,
que los días festivos y los puentes a lo largo del año, que la seguridad
laboral universal y gratuita, que el seguro de desempleo, que los derechos
civiles, sociales y laborales, que las jornadas de trabajo intensivas y de ocho
horas, que el derecho de huelga y de sindicación, que, en fin, la situación
actual de la clase trabajadora, inmensamente mejor que hace poco más de un
siglo, es algo natural, casi nacido por generación espontánea. Se olvida
entonces que fueron miles y miles las personas que con su lucha abierta y
desigual fueron arrebatando a quienes se beneficiaban enormemente de su trabajo
a cambio de su simple subsistencia las condiciones de trabajo y los derechos
laborales actualmente existentes al menos en los países desarrollados.
Hoy, con un Gobierno socialista tan decolorado en su
socialismo, los beneficios de las grandes empresas siguen siendo enormes, los
ideólogos neoliberales tratan de camuflar el rotundo fracaso de su sistema, su
mercado y sus axiomas, y se envalentonan en un mundo cada vez con menos
oposición, cuando en realidad los únicos que están pagando la crisis son los
trabajadores, los que menos tienen. Hoy están en trance de recorte sustancial
el estado de bienestar adquirido y algunos derechos laborales básicos de los
trabajadores, mientras en muchos hogares reinan el desaliento, la pasividad y
el miedo al despido o a perder el puesto de trabajo o el seguro de desempleo.
Ante tal panorama, queda un camino digno y coherente: apoyar la huelga general,
secundarla desde las circunstancias personales y laborales de cada caso. De lo
contrario, lanzaremos un nítido mensaje a quienes hurgan y urden en este
amasijo de detritus y cadáveres en la cuneta, que ahora llamamos “crisis
económica”: seguid así, tenéis las manos libres para seguir haciendo lo que os
dé la gana.
Solo me queda una espina clavada en el cerebro: nadie se
acuerda de los miles de millones de seres humanos que mueren en el mundo
subdesarrollado de hambre, de roña y de explotación. ¿Nunca habrá huelga
general para ellos, por ellos?
viernes, 24 de septiembre de 2010
Gracias
Muchas
gracias a cuantos pudieron y no pudieron (aunque quisieron) asistir a
la presentación de mi libro "¿dios?". Me siento abrumado y a la vez
agradecido por vuentra amabilidad. Un fuerte abrazo a todas y a todos.
jueves, 23 de septiembre de 2010
Entrevista en El Periódico de Aragón
Antonio Aramayona: "Me declaro agnóstico respecto del ateísmo"
El título es esclarecedor: '¿Dios?' Una mirada crítica sobre las religiones. Antonio es profesor de filosofía, colaborador de este diario y miembro de la asociación MHUEL. Lo presentan hoy en Cálamo (20.30 h.)
http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=611832
http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=611832
miércoles, 22 de septiembre de 2010
lunes, 20 de septiembre de 2010
Hoy he despedido con emoción a J.A.
Acabo de estar en la Aljafería, despidiendo a José María
Labordeta. He tenido el honor de abrazar y conversar un ratito con su mujer,
Juana. Ha sido conmovedor y le he transmitido nuestro pesar y nuestro ánimo. Me
ha contado que ha sido admirable hasta el último suspiro. Es una mujer con una
gran hondura.
He transmitido también a la Directiva y a otros miembros
cercanos de Chunta Aragonesista que desde el mundo laicista queremos contribuir
a mantener bien fuerte el testigo que nos ha dejado Labordeta. De hecho, él nos
ha dejado varios testimonios de su incondicional adhesión a la causa laicista.
J.A. Labordeta nos ha regalado una última prueba de sus
valores y su coherencia: entre toda la solemnidad y la sencillez, en el marco
memorable del Palacio de la Aljafería, ni un solo símbolo confesional. Así él
nos proporciona un buen ejemplo de despedida y funeral laicos.
Las colas de gente esperando en la calle a despedir a
Labordeta y a escribir en el Libro de Firmas era literalmente kilométrica. Al
pasar junto al féretro, unos levantaban el puño, otros se santiguaban, otros
pasaban en silencio y muchos lloraban.
Otro ejemplo más donde se plasma el ejercicio concreto de la
auténtica libertad de conciencia de la ciudadanía.
Toda nuestra gratitud y nuestro cariño para José Antonio
Labordeta.
Hasta siempre, Labordeta
Artículo a publicar el miércoles próximo en El Periódico de Aragón
Buenos
días, José Antonio. Te escribo esta mañana de domingo, nada más enterarme de
que nos has dejado esta madrugada y no llevas ya a cuestas tu mochila, tu
guitarra, tu pluma y tus medicinas. Ahora te llevamos todos muy dentro, en
nuestra mente y en nuestro corazón. Compañero, gracias por toda esa montaña de
cosas que nos has ido regalando.
En
algunas ocasiones nos hemos encontrado por la calle y hemos conversado sobre
cómo nos iba. Rozábamos, casi siempre con unas gotas de humor, el tema de la
salud, y nos animábamos mutuamente a mirar hacia delante. Compartimos sin
edulcorantes la posibilidad del final cercano, el deterioro físico, pero
enseguida sacábamos a relucir el país nuestro de cada día y los agujeros negros
de una España y un Aragón aún tan confesionales. Alguna vez intentaste excusarte
por no haber podido asistir, por motivos de salud, a algún acto al que el MHUEL
te había invitado. Yo te cortaba enseguida y te decía que ante todo debías
cuidarte y dejarte cuidar. Al final, nos despedíamos con un abrazo que, a
medida que pasaba el tiempo, se hizo menos vigoroso, también más dificultoso para
ti por mi silla de ruedas. Estoy convencido de que ambos pensábamos cada vez si
nos estábamos dando el último abrazo.
Más
allá de tus discos y tus libros, de tus años de presentador televisivo y de
diputado en el Congreso, de tantas cosas buenas y valiosas que has ido
desgranando a lo largo de tu vida, me quedaba patente tu humanidad: sin
idealizaciones póstumas, constituías siempre un ser humano íntegro y cabal. Era
muy sencillo percibirte por debajo de los papeles sociales que te tocaba
desempeñar, de las etiquetas, de la fama y del aplauso. Tus palabras eran
tuyas, y eras tú quien estaba delante con tu talante, tu identidad, jamás disperso
en laberintos de palacio. La gente no es tonta y eso lo adivinó enseguida:
cantaba tus canciones, sonreía y aprendía con tus libros, se alegraba con tus
homenajes, pero sobre todo valoraba que no te traicionaste a ti mismo ni a tus
ideas e ideales. No conozco a nadie que no te quiera. Ciertamente, muchos te
admiran y te valoran, pero sobre todo has ganado su afecto y su gratitud. Por
eso, mientras escribo estas líneas en esta mañana de domingo, sé y siento que
no has muerto, pues ahora fructifica por las tierras de Aragón, en tantos
aragoneses y aragonesas, todo lo que has sembrado.
Hoy
nos hacemos todos beduinos, dispuestos a cruzar desiertos y pedregales,
disfrutando también de tantos oasis existentes en nuestra tierra. Hoy todos llevamos una mochila como tú, con el
país a la espalda, recorriendo juntos caminos y veredas, pero esa mochila
estará permanentemente abierta, como tú la dejaste, a cuantos quieran beber
nuestra agua y comer nuestro pan. Hoy reclamamos el agua para los campos y el
desarrollo de Aragón y nos oponemos contigo a que la rapiña y el negocio del
cemento y del golf nos dejen faltos de salidas y crecimiento. Escribiremos por
ti ese diario de náufrago, pasearemos contigo en las anochecidas por ese jardín
de la memoria.
Ojalá
hoy el Gobierno aragonés y las Cortes de Aragón reconozcan finalmente que el
verdadero himno de Aragón es el Canto a la Libertad, tuyo y de todos. Cada vez
que el MHUEL ha organizado un acto, lo
hemos cantado como broche final. En cada ocasión me he emocionado al cantarlo,
pues ese día en que levantemos la vista y veamos una tierra donde ponga
“Libertad”, nuestras instituciones públicas y los representantes del pueblo
garantizarán finalmente el principio constitucional de la aconfesionalidad del
Estado. Sin duda, en Aragón la Libertad de tu canción brotará en cada rincón y
en cada corazón, recogiendo los anhelos y los sueños de cada uno.
También
te hiciste famoso con ese “¡a la mierda!” que dirigiste a los diputados del PP en el Congreso de los
Diputados por su falta de respeto y su intransigencia. En tu nombre y en el de
todos los demócratas de Aragón y del mundo, quiero ahora dirigir ese “¡a la
mierda!” al oscurantismo, la caspa, el ultramontanismo, el fascismo, la
explotación, la violencia, la injusta distribución de la riqueza y de la
tierra, el meapilismo (perdona la expresión), la intransigencia y el fanatismo,
el caciquismo, y tantas otras fétidas cavernas existentes en el mundo. Mientras
lo hago, noto que sonríes.
Dentro
de un rato me voy a ver la Bajada del Canal Imperial, donde vecinos y vecinas
de todas las edades navegan festivamente en barcas construidas ingeniosamente
por ellos mismos. Haremos por no estar tristes, te prestaremos nuestra mirada y
finalmente reiremos juntos por ti. Y todo el camino que nos queda por recorrer,
lo haremos en un mismo trazado para así levantar a aquellos que cayeron
gritando libertad.
Hasta
siempre, José Antonio. Y un fuerte abrazo.
domingo, 19 de septiembre de 2010
lunes, 13 de septiembre de 2010
Alumnos, vasos y fuegos
Leí recientemente en las páginas de este periódico que el número de alumnos superdotados se ha duplicado en los últimos seis años en Aragón. Algún experto intentaba explicar en el artículo qué es un superdotado, pero no me quedó claro si garantizaba algo más que unas buenas calificaciones o terminar en menos años los ciclos y las etapas escolares. Tampoco están convencidas todas las familias con los programas oficiales establecidos para los superdotados, pues la mitad de las familias se niega, por ejemplo, a que sus hijos salten de curso.
Al leer la noticia, me vino a la mente el programa televisivo Redes, de Eduardo Punset, donde hace poco se hablaba de la verdadera revolución educativa en el siglo XXI: en la escuela no solo han de impartirse conocimientos reglados y asignaturas, sino educar en la autogestión y la gestión social de las emociones. No se trata de añadir una asignatura más (Inteligencia Emocional) al currículo escolar, sino de hacer realidad que la inteligencia que piensa y conoce es siempre emocional. Como dejó escrito Montaigne, el niño no es una botella que hay que llenar, sino un fuego que es preciso encender, pero tal como está hoy por hoy la sensibilidad educativa no pocos de esos superniños (de paso, todos los demás) quizá se pregunten, ya mayores y ya satisfecho el ego de sus papás, qué culpa habrían cometido para no vivir normalmente en un mundo normal entre expectativas normales. Es innegable que una persona ha de estar bien informada y dominar una serie de conocimientos y destrezas básicos para desenvolverse con holgura en el mundo personal y profesional. Sin embargo, buena parte de los conocimientos que le restan de por vida y para la vida no son de los que materialmente se ha examinado y superado curso tras curso, pues hemos podido constatar por propia experiencia que casi todos ellos se nos olvidan: no han sido interiorizados, han formado solo parte de unos apuntes y un currículum que poco o nada nos han llegado a interesar.
Punset y los destacados catedráticos e investigadores sobre el ramo a los que entrevista hablan de que el gran olvido educativo consiste en insistir primordialmente sobre una parte de la mente (la memoria) a la que se suministran datos, dejando aparcada la persona misma que va a la escuela. El alumno es alguien que en muchos casos no sabe por qué está allí, pues las únicas motivaciones reales pertenecen a sus padres y a los mayores, es alguien que habitualmente se aburre en clase, que tiene pocas ganas de entrar y muchas de salir de la escuela, que porta dentro de sí un gran cúmulo de emociones y de condicionamientos personales y sociales que ha de borrar en cuanto empieza la clase.
Los expertos deberían advertir no solo de la cantidad de superdotados que aún no están identificados o de lo mucho que estos se aburren en un aula “normal” u “ordinaria”, sino de lo que ocurre diariamente en ese aula, pues la inmensa mayoría de lo que allí se imparte, se hace o se dice no interesa a los muchachos –todos- a medida que van creciendo.
Me apetece ahora repetir en esta misma página lo que a algún supuesto gurú de la ortodoxa pedagógica, que jamás ha pisado un aula de menores de dieciocho años, le parece una cretinez: se sabe y se conoce solo lo que se entiende; para entender es preciso antes atender; difícilmente se atiende si no interesa; poco o nada interesa si no mueve y remueve interiormente de tal forma que lleva a atender y a pensar. Pues bien, lejos de remover inquietudes e intereses por saber y pensar, en no pocos casos la escuela adormece.
El mundo está cambiando vertiginosamente y los niños actuales viven y crecen en ese mundo, pero la escuela parece encallada en los mismos métodos y los mismos contenidos de hace siglos. Queda la pregunta del millón: qué pretendemos en y con la escuela, qué es educación, qué y cómo y hacia dónde deseamos que vaya dirigida la formación de las nuevas generaciones. Por un aula puede pasar un chico muy listo, pero también emocionalmente desgraciado, e igualmente uno con grandes dificultades académicas, pero que se siente muy bien y se ganará bien la vida.
El denominador común a conseguir de todos ellos no es tanto el libro de calificaciones cuanto el desarrollo armónico de toda su personalidad. Todos somos distintos, y cada uno ha de descubrir su propia senda, sus metas y su forma de intentar diariamente ser feliz, pues el objetivo último reside en llegar a ser una persona, un ser humano y un ciudadano cabales.
Los alumnos no deben ser vasos que pasivamente reciben contenidos, tampoco fuegos encendidos desde fuera. Quieren y deben ser ellos mismos. Incluso a pesar de la escuela, a pesar de los expertos.
jueves, 9 de septiembre de 2010
martes, 7 de septiembre de 2010
lunes, 6 de septiembre de 2010
Un fontanero en Wall Street
Artículo a publicar el próximo miércoles en El Periódico de Aragón
domingo, 5 de septiembre de 2010
Otro timo del tocomocho a la ciudadanía
Una ermita ha sido restaurada en la localidad turolense de Andorra. Ha costado 124.700 euros a cargo del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE). Es decir, lo hemos pagado todos los aragoneses, todos los españoles. Sin embargo, es de temer que ocurra como con el resto de las obras de restauración de los bienes inmuebles de la iglesia católica: lo paga la ciudadanía española, pero es propiedad de la iglesia católica, cuyo estatuto legal y jurídico es algo más que ambiguo: ¿acaso no se están reclamando desde hace muchos años desde Aragón unos “bienes sacros”, ahora en Cataluña, cuya propiedad solo ha sido, es y será de la iglesia católica? Para colmo, el Gobierno de Aragón corre a cargo de un Museo para acoger estas y otras piezas “sacras”, cuya propiedad y gestión también corresponden a la iglesia católica.
A la inauguración asistieron la subdelegada del Gobierno en Teruel, María Victoria Álvarez, el arzobispo de Zaragoza, Manuel Ureña, y las autoridades locales. Es decir, por enésima vez, se trata de un acto confesional en torno a un objeto de culto confesional al que asisten las instituciones públicas del Estado, en contra del artículo 16.3 de la Constitución.,
viernes, 3 de septiembre de 2010
Presento un nuevo libro...
La librería Cálamo y los Libros de la Catarata
tienen el placer de invitarle a la presentación del libro
¿dios?
de Antonio Aramayona
El acto tendrá lugar el jueves 23 de septiembre a las 20 horas en la librería Cálamo de Zaragoza
Intervendrán:
Francisco Goyanes, director de la librería Cálamo
José Luis Rodríguez, catedrático de Filosofía de la Universidad de Zaragoza
Antonio Aramayona, autor de libro
Librería Cálamo
Plaza San Francisco, 45. 56006 Zaragoza Jueves, 23 de septiembre de 2010 a las 20 horas.
tienen el placer de invitarle a la presentación del libro
¿dios?
de Antonio Aramayona
El acto tendrá lugar el jueves 23 de septiembre a las 20 horas en la librería Cálamo de Zaragoza
Intervendrán:
Francisco Goyanes, director de la librería Cálamo
José Luis Rodríguez, catedrático de Filosofía de la Universidad de Zaragoza
Antonio Aramayona, autor de libro
Librería Cálamo
Plaza San Francisco, 45. 56006 Zaragoza Jueves, 23 de septiembre de 2010 a las 20 horas.
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