lunes, 22 de junio de 2009

Más claro que el agua

¿Dónde esta la bolita?


Artículo a publicar el próximo miércoles en El Periódico de Aragón


Los obispos hispanos arremeten por enésima vez contra la reforma de la ley del aborto, que en próximas fechas puede ser aprobada en el Congreso de los Diputados. Han sacado linces y gastado una ingente suma de dinero en publicidad pagada con nuestros impuestos para combatir contra algo que no está en cuestión: la ley del aborto existe desde 1986, y ahora solo se pretende adaptarla a una ley de plazos. La Conferencia Episcopal Española (CEE) no ha utilizado su pluma ni ha subido a los púlpitos ni ha dicho esta boca es mía durante los ocho años de gobierno de Aznar y del Partido Popular, pues a la CEE solo le suben los hervores moralizantes y las urgencias de convocar manifestaciones callejeras cuando no gobiernan los suyos. La CEE tuvo a sus linces guardados y bien guardados en algún zoológico cuando el PP estaba en el poder. La CEE domina como nadie el arte de enseñar y esconder la bolita bajo tres posibles cartas, La CEE siempre pretende salir ganando (no ha hecho otra cosas desde hace muchos siglos).

Recientemente, el señor Martínez Camino, portavoz de la CEE, ha conminado con la pena de la excomunión inmediata y automática a cuantos participen directamente en un aborto realizado, es decir, la mujer que aborta y el personal sanitario que lo practica. Según el diccionario de la RAE, excomulgar es “apartar de la comunión de los fieles y del uso de los sacramentos”, es decir, lo que, de hecho, ya es y hace sin problemas la inmensa mayoría de la ciudadanía. En otras palabras, de hecho ya está excomulgada libre y voluntariamente una gran parte de los ciudadanos y ciudadanas.

A todo esto, alguno se pregunta por qué no excomulgan, por ejemplo, también al desalmado que mediante un ERE tramposo deja a decenas o centenares de familias sin trabajo y en la calle, o al gobernante que mete a todo un país en una guerra mediante mentiras, o a los curas que han estado abusando de niños y de niñas durante décadas, o al periodista que ha conculcado durante años a través de la propia cadena radiofónica episcopal todas las reglas razonables de convivencia democrática y veraz. Y puestos a preguntar, por qué no se excomulgó a nadie en la Alemania nazi y fuera de Alemania antes, durante o después de la Segunda Guerra, tras perpetrar algunos de los mayores crímenes en la historia de la humanidad, si bien algunos cargos del Vaticano (como el obispo Alois Hudal) ayudaron a centenares de miembros de las SS a escapar a Sudamérica y Oriente Medio al acabar la guerra.

La CEE aprovecha para expresar su preocupación por los sanitarios que “por motivos muy justificados” queden desprotegidos al negarse a practicar abortos. La CEE denuncia “la cultura de la muerte” actual, y afirma que también la sanidad y la medicina quedan “al servicio de la muerte”, por lo que llaman al personal sanitario hispano a la objeción de conciencia y, si es preciso, a la insumisión, al igual que deben hacer los parlamentarios que, cual “católicos coherentes con su fe”, no deben aprobarla ni darle su voto en el Congreso.

Pues bien, como se deje abierta la puerta de la objeción de conciencia para el personal sanitario que trabaja en centros y hospitales pertenecientes a la red sanitaria pública, costeada con el dinero de todos a través de los PGE, se abre automáticamente la veda a la ciudadanía en otros muchos ámbitos. Maruja, por ejemplo, alegará objeción de conciencia para no pagar impuestos mientras España siga fabricando bombas de racimo, minas antipersona y aviones y carros de combate. Emilio, a su vez, se negará a pagar el recibo del agua por razones de conciencia mientras sigan existiendo centenares de piscinas privadas en su municipio.

Y centenares y miles de profesores y profesoras de la escuela pública podrán negarse a partir del próximo curso académico a impartir la asignatura genéricamente llamada “Alternativa a la Religión”, pues en conciencia están en contra de la existencia de la asignatura de Religión y Moral católicas en la escuela pública, de que se imparta durante el horario lectivo, de que tenga el mismo rango de cualquier otra asignatura, y de que 517 millones del dinero público vayan destinados a pagar los sueldos del profesorado de religión, designado exclusiva y directamente por los obispos hispanos. Pero en conciencia aún están más en contra de avalar indirectamente esa asignatura de Religión asumiendo dentro de su horario personal docente unas horas destinadas al alumnado que no quiere esa asignatura. En el aula pueden hacer lo que quieran (también nada) durante esa hora de “Alternativa a la Religión”, pero en realidad la asignatura de Religión no debería tener ninguna alternativa en la escuela pública, sino simplemente desaparecer.

Ojalá, sí, en el próximo curso académico haya centenares o miles de profesoras y profesores que se declaran objetores de conciencia frente a la asignatura Alternativa a la Religión.

martes, 16 de junio de 2009

NO ES EL MOMENTO


Artículo a publicar mañana en El Periódico de Aragón

Suelen decir que no es momento de hacerlo o de dejarlo de hacer. Pocas veces aducen razones claras y comprensibles para la gente. Ese “no es el momento” suele estar siempre en un contexto turbio y ambiguo. Empezamos a percibirlo (sufrirlo) cuando la OTAN se tornó Alianza Atlántica y vimos que “De entrada, no”. O sea, la cuadratura del círculo, la tomadura de pelo, el tocomocho. Las cosas no han cambiado. Ahora dicen que aún no es momento, y cuando releemos sus programas electorales, sus promesas, sus propósitos, juran y perjuran que todo sigue en pie, pero que aún no es momento de llevarlo a la práctica, al Parlamento, a la calle.

Nos dijeron que iban a cambiar “en los próximos años el modelo energético vigente, basado en el uso intensivo de recursos fósiles y nucleares”, pero aún no sabemos si cerrarán Garoña y si, de hecho, se oponen a la energía nuclear: temen perder votos y que alguien husmee en las contradicciones entre lo prometido y los hechos. La izquierda tiene complejo de meter la pata, de no estar a la altura. La izquierda lleva años sin hablar claro ni proceder claro. Mientras la derecha repite incansablemente sus recetas (revestidas de patriotismo y de fofa eficacia), la izquierda no se atreve a proponer al pueblo mensajes precisos, claros, sencillos y contundentes. Hoy por hoy, la derecha quiere conservar a ultranza lo que sus votantes desean: si hay crisis económica, abaratemos el despido; si el catolicismo nos sostiene, mano dura a los homosexuales, los anticonceptivos, la reforma de la ley del aborto o la asignatura Educación para la Ciudadanía. La derecha miente legítimamente o cree estar legitimada para mentir: dice exactamente lo que quieren oír sus votantes. La izquierda, en cambio, miente, pero sin contenidos nítidos en sus palabras. Sus posibles votantes no saben ya qué es, qué quiere, qué no quiere eso que se sigue llamando izquierda o centro-izquierda.

En marzo pasado, IU propuso en el Congreso un proyecto de ley para despenalizar la eutanasia y garantizar una muerte digna y sin dolor, pero los grupos parlamentarios del PP y del PSOE rechazaron dicho proyecto. Concretamente, la diputada socialista Pilar Grande declaró que no había llegado el momento de “acometer la regulación legal del derecho de los pacientes afectados por determinadas enfermedades invalidantes o terminales a poner fin a su vida” y el diputado popular Santiago Cervera tildaba el proyecto de Izquierda Unida de “iniciativas oportunistas que no forman parte de las preocupaciones y prioridades de los españoles”.

La cosa está clara: la derecha dice ser la encarnación viviente de las preocupaciones y las prioridades de la ciudadanía, de tal manera que quien no coincide con sus propuestas es antiespañol y está desconectado de los intereses reales de la gente. Lo dicen y se quedan tan tranquilos. Mientras, el Gobierno se queda, una vez más, con que no es momento de…

Llevan cinco años en el Gobierno y la reforma de la ley del aborto sigue estando en una maraña de torpezas, faltas de apoyo y declaraciones ambiguas. Lo dijeron alto y claro durante la campaña electoral, pero ahora temen que los linces y la fauna nacional restante les ocasionen una pérdida de votos. Antes la izquierda aspiraba a constituir una representación democrática y parlamentaria del pueblo frente a otros sistemas dictatoriales. Ahora brujulea entre los sondeos del electorado y subordina cualquier iniciativa o cumplimiento de programa a la previsión de voto. No es el momento…

Lejos quedan las previsiones programáticas socialistas en orden a “garantizar la libertad y el pluralismo religioso, desde la aconfesionalidad y laicidad del Estado, de acuerdo con los valores y principios constitucionales”. Siguen el Concordato y los Acuerdos con el Vaticano, los obispos castrenses engalanados cual pavos reales en el desfile de las Fuerzas Armadas al lado de la realeza y de ZP, los funerales de Estado confesionales. A años luz están ya sus promesas electorales de que una “ciudadanía universal, solidaria y cohesionada” tiene como base “la protección real y efectiva de la libertad en condiciones de igualdad, garantizada por la laicidad”. Y por ahí anda, entre otros muchos, el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch, regalando (¿gastos de representación?) coronas de la virgen del Pilar a otros ayuntamientos, asistiendo a misas pontificales y a procesiones del Corpus. Y persiste la asignatura de Religión y Moral católicas en la escuela, así como el profesorado de religión designado por los obispos y pagado por todos. Eso sí, ya en su programa electoral decía el PSOE que la enseñanza religiosa se imparte “en” la escuela, pero no “por” la escuela. Es decir, Religión en la escuela pública: de entrada, no.

Pero todo tiene su explicación: aún no es el momento.

sábado, 13 de junio de 2009

Así podemos pasar la vida


Así nos pasamos la vida. Re-conociéndonos. Re-presentándonos. Incluso hay quien, al hablar consigo mismo, se trata de tú. "Pero ¿qué estás haciendo?". Y al hablar de sí mismo, emplea la tercera persona. Se producen extrañezas ante el espejo. En esta viñeta, Erlich (El País, 13 de junio) vuelve a ser genial: quien habla niega al otro su identidad para afirmar la suya propia. Sí, sí, así podemos pasar la vida... ¿O es la vida la que así se nos pasa?

martes, 9 de junio de 2009

Europa, Europa

Artículo a publicar en el Periódico de Aragón, el miércoles, 10 de junio

Dejo a los analistas políticos y a los politólogos de pro el examen minucioso y sesudo de los resultados de las recientes Elecciones Europeas. Sentado el domingo en una butaca al azar de la platea televisiva, radiofónica y escrita, pude constatar desde el primero momento que todos los grupos políticos declaraban lo mismo tras conocerse el resultado de las urnas: todos habían ganado (más o menos), ninguno había perdido (sin paliativos ni componendas). O sea, lo de siempre. Hay dos cíclopes políticos en España (PP Y PSOE), que se reparten el botín de cada elección, y unas enjutas minorías. Hoy el PP salta de alegría por haber conseguido dos escaños más que el PSOE. Mañana, quizá, viceversa. Es decir, lo de siempre.

Además de sus vítores y celebraciones, podrían haber lamentado el estercolero donde fue transcurriendo cada día la campaña electoral, pero desde el inicio se declararon inocentes de cualquier desmesura o exabrupto, que en cualquier caso eran atribuidos a los grupos contrincantes. Podrían haberse cuestionado al menos unos segundos por qué más de la mitad de la población se quedó en casa sin votar. Que Europa sea cada vez más una entidad lejana y ajena a los ojos de la ciudadanía no es producto del azar ni mera consecuencia de la crisis económica, sino el resultado del goteo diario de las acciones y omisiones que la clase política va realizando ante la mirada de la ciudadanía.

Pocos pondrán en duda que Europa es importante a la hora de afrontar y resolver los graves problemas económicos, culturales y laborales existentes en el mundo. Precisamente por ello, asombra que los grandes partidos políticos (y los pequeños) apenas hayan mencionado a Europa durante la campaña electoral. Ha habido trajes, aviones, improperios, insultos y descalificaciones mutuas, que han ido engullendo y devorando el cometido real de las Elecciones Europeas: Europa, el Parlamento europeo, la política ecológica, y de energías limpias y renovables, los derechos y las libertades de la ciudadanía, la política exterior, la cultura y la educación comunes, el laicismo… Si todos estos temas desaparecen del discurso (y, sobre todo, de las mentes y los intereses) de la clase política, se corre el riesgo de que quienes se borren de Europa (o, al menos, de la elección de sus representantes en las instituciones europeas) sean una buena parte de los ciudadanos. Sin embargo, asombrosamente, el análisis de la abstención por parte de los propios dirigentes políticos ha estado permanentemente a caballo entre la penuria mental y el cinismo político (=España está por encima de la media de participación en las elecciones europeas).

Nunca he dejado de votar. Jamás he tenido tan escasos motivos para hacerlo como el domingo pasado. Pero la idea de Europa, la apuesta por una comunidad europea supranacional que incluya todo el universo de sus ideales, luchas y logros durante siglos, a pesar de todas sus turbulencias, está muy por encima de nuestros políticos. He votado pensando en los humanistas, los ilustrados y los liberales, en los filósofos y los músicos, en los artistas y los científicos que han ido jalonando la historia europea. He votado en homenaje a tantos emprendedores y trabajadores que han posibilitado con su trabajo y su sacrificio el bienestar europeo actual. He votado por tantos amigos, camaradas y compañeros que sacrificaron su vida y su libertad por unas libertades y unos horizontes que ahora unos cuantos irresponsables están dejando en el basurero público.

He votado, ya ve usted, acompañado especialmente por esos abogados de Atocha asesinados por el fascismo reaccionario en 1977, algunos amigos míos, dedicados mañana, tarde y noche a asesorar y defender incondicionalmente a la clase trabajadora. Entre todos ellos, he sentido la compañía especial de Dolores, destrozada durante muchas noches en un hospital tras aquella matanza, sin poder saber aún que Francisco Javier ya había muerto, sin poder hacer nada por salvar al bebé de ambos que débilmente aún latía en su vientre. He votado con todos ellos y por todos ellos por Europa, a pesar de que pesen tanto todos los pesares.

La zaragozana calle Maestro Estremiana se transformó el domingo en la madrileña plaza de Antón Martín, donde me senté a la vera de “El abrazo”, un monumento que recuerda a esas nueve personas que trabajaban en el segundo piso del número 55 de la calle de Atocha. Leí de nuevo una placa situada en el monumento: “Si el eco de su voz se debilita, pereceremos”.

No, no vamos a perecer. La voz de tantos suena dentro de nosotros y no vamos a permitir que se debilite, mucho menos que se extinga. Demasiadas cárceles, hogueras, exilios, matanzas, condenas, despotismos, fusilamientos, destierros y silencios ha habido ya en la historia de Europa, pero no han logrado hacer sucumbir la libertad, la igualdad y la fraternidad. Por eso he votado, aunque jamás haya tenido tan escasos motivos como el domingo pasado.

lunes, 8 de junio de 2009

Este es el único comentario que deseo hacer al día siguiente de las elecciones al Parlamento Europeo

sábado, 6 de junio de 2009

Tiempo al tiempo


Maravillosa viñeta sobre el tiempo...

¿Tiene sentido hablar de sentido?


El sentido no se encuentra. El sentido se confiere. Somos cada uno de nosotros la fuente de sentido.

Mañana a votar


Nunca he dejado de votar. Jamás he tenido tan escasos motivos para hacerlo. Votaré en homenaje a tantos amigos, camaradas y compañeros que dejaron sus vidas y su bienestar por la consecución de unas libertades que ahora unos irresponsables están dejando en el basurero público.

miércoles, 3 de junio de 2009

Entrevista

ENTREVISTA DE JOAQUIN CARBONELL EN EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, 3 DE JUNIO DE 2009

http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=502947

A. Aramayona: "No se aprende a amar, sino, más bien, a no hacerlo"

- ¿Hay que estar enamorado para saber del amor?
- ¿Hay que estar acatarrado para saber del catarro?

- ¿Hay que escribir sobre el amor porque no acabamos de aprender a amar?
- No creo que, por ejemplo, Mann, Shakespeare, Neruda, o Lessing tuviesen principalmente ese motivo para escribir sobre el amor. No se aprende a amar, sino que más bien aprendemos con el tiempo a no amar o a no amar verdadera e incondicionalmente.

- ¿Todo esto se lo cuenta a sus alumnos?
- Sí, al igual que son ellos quienes lo cuentan y lo comentan en clase. El amor es algo que les afecta y les concierne en toda su hondura. ¿Acaso es posible estudiar en qué consiste la verdad o la libertad en filosofía, sin abordar el tema del ser humano, del amor o de la sexualidad?

- No le gusta nada la expresión "hacer el amor"
- Podemos hacer miles de cosas, pero jamás el amor. Yo hago un barquito de madera con cerillas o mondadientes, hago el ridículo, hago la comida... Sin embargo, no puedo hacer el amor, pues es el amor el que me hace, me construye, me modela.

- Pontifican sobre el amor personas que nunca gozaron y sufrieron los roces del amor doméstico: los obispos.
- Quizá usted supone demasiadas cosas. En cualquier caso, el discurso habitual de los dirigentes católicos no versa propiamente sobre el amor o el sexo (sobre los que a menudo dicen verdaderas sandeces), sino sobre el poder. La jerarquía católica se resiste a no tener el control en exclusiva de la vida, la mente, las costumbres y la entrepierna de la gente.

- ¿Qué le han inspirado esas declaraciones de los obispos sobre la violación y el abuso de niños?
- Me han hecho volver a pensar en cómo este país ha logrado sobrevivir, tras estar durante tantos siglos bajo el control y la manipulación de semejantes trogloditas ignorantes.

- ¿Por qué se aventuró con este ensayo?
- Es bueno compartir lo que se es y lo que se tiene. Personalmente, me siento millonario en amistad y en afecto. Como el amor y la vida conforman un mundo poliédrico muy complejo, en este libro intento ofrecer algunas de sus caras desde un enfoque que invite a repensar desde otra perspectiva y con otra mirada lo que ya sabemos, lo que ya vivimos.

- Una receta para amar.
- No hay recetas para amar. Solo quiero decir algo que debería constituir un axioma para todos: el amor solo es posible desde el respeto incondicional por la libertad y la autonomía plenas de la persona amada.