viernes, 14 de septiembre de 2007

Mayéutica


El destino de lo escrito

es el aliento

de cualquiera que lo acoja.

Los cuerpos se llenan de palabras

que explotan en el viento

esparciendo la amargura serena de las cosas.

Las letras se retuercen

impotentes

despojadas de carne dolorida

queriendo abrazar toda la tierra.

Y el que escribe

se pregunta si no miente, si no dice tonterías,

si conmueve,

si piensas y sientes,

si vives más un rato

con su palabra solitaria.

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