lunes, 29 de octubre de 2012

Matar al mensajero y cebar al estafador


 

El periodista griego, director de la revista Hot Doc, Kostas Vaxevanis ha sido detenido por publicar la llamada “lista Lagarde”, donde figuran los nombres de 2.059 griegos con cuentas bancarias en Suiza, entre los cuales hay, al parecer, políticos y empresarios de gran relevancia. Dicha lista estaba en poder del Gobierno griego desde el otoño de 2010 (seis meses después del primer rescate a Grecia), pero se esfumó en el limbo de los intereses creados del poder, hasta que una mano anónima la pasó a la revista de Vaxevanis, que decidió cometer el execrable delito periodístico de publicar la información, a pesar de la inextricable amenaza de acabar en tribunales. Anteriormente, Vaxevanis  había destapado el “caso Vatopedi”, en el que también había desvelado la noticia de que unos 40.000 griegos fallecidos seguían percibiendo sus pensiones (un dato más dentro del enorme fraude fiscal heleno, que supone más de un tercio de la economía del país).
La judicatura y la policía se cuidaron muy mucho de detener a algún defraudador griego presente en la lista Lagarde, pues, ya se sabe, no se detiene al delincuente, sino al irresponsable que osa destapar los pufos de los ricos. Como, por otro lado, las leyes no llueven de lo alto, sino que reflejan y salvaguardan los intereses del dinero y delincuente es quien infringe la ley, el delincuente acaba siendo un periodista, Kostas Vaxevanis, que resolvió levantar la esquina de la alfombra donde huelgan los que desde hace tantos años viven a costa del pueblo y debajo de la cual tienen fraudulentamente escondidos sus dineros.
En España no es precisamente para tirar cohetes al respecto: el ingeniero informático y ex empleado de la central suiza del banco HSBC, Hervé Falciani, se encuentra preso en España a la espera de que se resuelva la solicitud de extradición pedida por Suiza. ¿Delito cometido? Revelación de secreto bancario (figura delictiva inexistente en España): descubrir 130.000 cuentas de personas y empresas europeas (entre ellas, Botín e hija) que erigen mediante ellas una enorme montaña de fraude fiscal en detrimento de la economía de sus respectivos países.

Por si fuera poco, en marzo de este mismo año el Gobierno del PP indultaba a un alto cargo de la Generalitat de la época de Jordi Pujol y a un empresario, ambos militantes de Unió Democràtica, por prevaricación y malversación de fondos públicos. Y en noviembre del pasado año, el Gobierno indultaba al número dos del Banco Santander, Alfredo Sáenz , retirando la pena de tres meses de arresto y la inhabilitación para ejercer cargos de administración que le había impuesto el Tribunal Supremo por una causa que se inició en 1994 a raíz de una denuncia falsa en Banesto.  Son solo dos gotas en una compleja cloaca. Seguramente, a la mayoría de los defraudadores y delincuentes fiscales se les llena la boca públicamente de encendidas loas a la patria: adolecen del más vil de los patrioterismos.

En medio de este río revuelto en la medida que permita mayor ganancia de los sempiternos pescadores, nos llegaba de Alemania la noticia a través del ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble,  de que su Gobierno ha comprado una lista, facilitada por una persona “anónima” (que percibirá de “comisión” 2,5 millones de euros), con los datos de unos 1.500 evasores fiscales germanos que depositaron fondos en bancos suizos, con lo que el fisco teutón podría ingresar entre 100 y 200 millones de euros. A cambio de otros cinco millones de euros, el Gobierno alemán se había hecho anteriormente con una lista de evasores fiscales alemanes en Liechtenstein, que reportó a las arcas germanas unos 180 millones de euros en pagos de impuestos.   
Moraleja: los trileros pagan unas migajas y se van de rositas, mientras los que desvelan el chanchullo  son detenidos y acaban con sus huesos en la cárcel. El delincuente es el periodista, y no el empresario, el político o el vividor fraudulentos. El país señalado por los señores del libre mercado como un peligro para la libertad y la democracia es acusado de populismo, caudillismo o bolivarismo, pero los países cuyas economías se sustentan sobre el fraude fiscal, el lavado de dinero, y la irresponsabilidad de algunos ciudadanos e instituciones para con sus respectivos países son tenidos como inmaculados ejemplos de democracia y de libertad (primas hermanas, en estos casos, de su hijo preferido: el antedicho “libre mercado” y su omnipotente mano invisible).

 






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