domingo, 2 de diciembre de 2012

¿Qué hay de real e irreal en la realidad, señor Rajoy?




El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha declarado en una reciente entrevista concedida al diario La Razón, que la decisión adoptada sobre las pensiones está impuesta por la realidad, y no por Bruselas. Tal explicación puede llevar a pensar, en primer lugar,  que Bruselas (con el BCE o, mejor, el Bundesbank) sí ha impuesto otras muchas decisiones, lo que en tal caso induciría a concluir que la ciudadanía española debería ser convocada a votar en las próximas elecciones solo a los 27 miembros del Colegio de Comisarios o al Consejo de administración del Bundesbank, y no más ya a los representantes elegidos hasta ahora para el Congreso, el Senado o los gobiernos regionales y municipales.
Por otro lado, si las decisiones del Rajoy están impuestas por la realidad la cuestión estriba entonces en preguntarle qué hay de real e irreal, según él, en la realidad. Sería interesante que recordase la pátina de filosofía que seguramente aún conserva en algún rincón de su cerebro.
 ¿Vivimos realmente en un mundo donde impera la ley del más fuerte, señor Rajoy? ¿Todos van, en realidad, a lo suyo? ¿Es un hecho real  que si no andas con pies de plomo y desconfías de todo el mundo acabarás engañado, esquilmado o timado? ¿Aspirar, pongamos por caso, a una distribución más  equitativa de la riqueza en el mundo es realista? ¿La respuesta a esas preguntas proviene de la realidad? ¿Qué realidad?
 A está realmente gordo. B es realmente feo. En realidad C es una medianía en inteligencia. La realidad  demuestra que D es un fracasado. E, tras tantos años en un internado, desconoce la vida real. Decir que el coche de F es mejor que de H no se ajusta a la realidad.
¿Qué es eso de “la realidad”, señor Presidente? ¿Dónde está o en qué consiste la realidad objetiva? ¿Lo subjetivo no es real? ¿Lo real  equivale a lo objetivo?). El señor Marhuenda, director de La Razón, no le ha hecho estas preguntas suplementarias en la entrevista, pero, según usted, ¿cuál es el criterio “objetivo” para tener a algo por verdadero o falso, irreal  o real?
Voy a permitirme recordarle, señor Rajoy, lo que probablemente usted ya estudió en Preuniversitario: aun a riesgo de resumir y simplificar quizá más de lo debido su pensamiento, Emmanuel Kant afirma que “real” y “realidad” no forman parte del mundo (no son “fenómenos” del mundo), sino conceptos que mi cerebro aplica a los datos y hechos que quiero entender. Sin tales categorías del entendimiento no podría entender nada, ni siquiera podría  vivir, pues, como dice Ortega, el ser humano necesita para su supervivencia como humano saber a qué atenerse con lo que hay y le acontece. Y sin  esos conceptos que la mente de cada uno pone  “a priori”, estaríamos perdidos, sumidos en un mundo de fogonazos sensibles carentes de sentido y unidad. Realidad es, pues, solo un concepto de mi mente que aplico a los fenómenos del mundo para poder entenderlos (en este caso concreto, para poder discernir acertada o equivocadamente qué es y qué no es real).  Señor Rajoy, quizá Bruselas sea real, usted sabrá, pero debería aclararse y aclararnos a qué se refiere usted cuando habla con tanto aplomo de “la realidad”. 
Usted conocerá también al científico Stephen William Hawking, aquejado de esclerosis lateral amiotrófica (menos mal que no vive en España y no sufre así los recortes –hachazos- que usted impone  a la dependencia).  Hawking coincide básicamente con Kant en su última obra El Gran Diseño y habla de “realismo dependiente del modelo”, basado “en la idea de que nuestros cerebros interpretan los órganos sensoriales elaborando un modelo del mundo”. Para ello emplea un ejemplo muy ilustrativo: tras describir la visión que tienen unos pececillos rojos desde su pecera redondeada de cristal, se pregunta por qué deducimos que tienen una imagen distorsionada de la realidad o si nosotros no estamos en otra suerte de pecera curvada o desde qué base podemos asegurar que la realidad de los pececillos es menos real que la nuestra. Es decir, si dos modelos no concuerdan en las observaciones, como sucede en el ejemplo del pececillo rojo y el nuestro, no se puede decir que el uno es más real que el otro.
Por último, también el pensador alemán Martin Heidegger viene a decir que el problema de la “realidad”, tal como se viene planteando clásicamente, es a fin de cuentas un problema ficticio o un pseudoproblema: declarar, por ejemplo, que “lo real” es algo que existe independientemente de nosotros implicaría necesariamente la existencia de un sujeto que llevase a cabo tal declaración, más allá de cualquier subjetividad, lo cual es imposible.
Creo, señor Rajoy, que si alguien puede hablar de realidad es el pensionista después de conocer que su pensión subirá un 1% si es superior a 1.000 euros y el resto, un 2%, o un desempleado de larga duración o un timado por su banco con las preferentes, o un discapacitado sin personal que le atienda y sin ayudas, o un recluso tras saber que unos policías o unos cuatreros forrados de dinero han sido indultados cualquier viernes por el Consejo de Ministros, o un…
La realidad, la suya, señor Rajoy, le impele a tomar unas decisiones, y no otras, sobre pensiones, política fiscal e impositiva, condiciones laborales, privatización de servicios públicos básicos o política sobre armamento, ejércitos, clero, iglesias, bancos, cajas de ahorros y otras gentes de similar calaña. Rectificar es de sabios, señor Presidente. No vuelva a decir “la realidad”. Diga solo “mi (triste) realidad”. Gracias.





2 comentarios:

  1. Demasiado profundo, Sr. Aaromayona... Usted es muy "utópico" al pretender que nuestro Presidente pueda comprender sus razonamientos... Para él, como para todos los políticos, todo es mucho más sencillo. Su "realidad" (la de ellos) es muy simple y muy sencilla: pagan los de siempre.
    No obstante, se agradece, y mucho, leer sus reflexiones, que dejan al desnudo las carencias de nuestros representantes.
    No obstante, no desmaye y prosiga con su esmerada y docta pedagogía... Algo aprenderán.
    Gracias por sus escritos.

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  2. Muchas gracias a usted y mis mejores deseos

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