lunes, 4 de julio de 2016

Diario de un habitante del valle, 745. Mirando estrellas


No saldrá en los telediarios ni en los grandes titulares de la prensa, pero mañana morirá una estrella, al igual que morirán otros cientos de miles de estrellas más. En realidad, no sabemos bien cuándo las estrellas viven o mueren, solo recibimos su luz. Por eso es tan brillante el firmamento: millones de estrellas y galaxias nos envían su luz y nos hacen sonreír un poquito, aunque no sea más que por lo bonitas que parecen todas juntas. En mi firmamento seguirán siempre brillando, entre otras muchas estrellas más:

Juan de Mairena me enseña fotografías de todas las aulas que hemos compartido y nos embarga la emoción
Henri Thoreau me ayudó a desobedecer y a ser así mejor persona
Ludwig van Beethoven me explica su Frohe und dankbare Gefühle nach dem Sturm, sus Alegres y agradecidos Sentimientos tras la Tormenta, del 5º movimiento de su 6ª.
Friedrich Nietzsche ama mi locura tanto como la suya: es que amamos la vida sobre todas las cosas
Federico García Lorca me invita a que mi alma se ponga de color naranja y color amor
Goya me regala el perrito que los sabios tontos creían semihundido
Bob Dylan vuelve a contarme la Marcha por los Derechos Civiles en Washington en 1963
Aristóteles y su hijo Nicómaco comentan conmigo su Ética, tantas veces leída y convertida en mi carne y en mi sangre
J.S. Bach esparce su música por arroyos y riachuelos
Thomas Mann esparce la magia de su montaña
Kant se asombra del cielo estrellado sobre mí y la ley moral en mí
Rilke, según me cuenta Rodin, sigue empeñado en leerle sus poemas aunque Rodin no sabe una palabra de alemán
Zaratustra baja de las montañas y me espera llevando a un niño de la mano; me dice que soy yo.
Michelle Pfeiffer, Charlize Theron y Julie Christie siguen sin hacerme caso
Johannes Brahms sigue enamorado de Clara Schumann, quizá por eso me enamora tanto su música
Antonio Machado cierra los ojos y piensa en estos días azules y este sol de la infancia
Van Gogh pinta en mis sueños noches azules y negras con grandes estrellas amarillas
Platón quizá ya me haya perdonado por seguir considerándolo un pensador alienante (lo es, lo es…)
Dolores Ibárruri, La Pasionaria, se ha quitado el moño, pero sigue llevando los mismo pendientes
Schopenhauer desde que me conoció ya no padece tapefobia (miedo a ser enterrado vivo).
Kierkegaard amasa para mí un delicioso pastel de ética, estética y mística
Oscar Wilde ha perdido el abanico de Lady Windermere, pero no le importa
Buda duerme tranquilo en el valle donde habito
Enrico Berlinguer sigue convencido de las bondades del eurocomunismo
Stravinski baila con una doncella la danza de la pasión y de la naturaleza hasta la muerte
Leonard Cohen me regala té y naranjas que Suzanne me trajo de China
Albert Camus me regala una cajita de cristal con arena de las payas de Orán.
La Virgen del Pilar ha cambiado: ahora lo que dice es que no quiere ser de la UE, ni tampoco ser capitana de nadie
Heidegger no se explica cómo me he podido pasar tantas noches de mi juventud durmiendo poco por estudiar su insufrible Sein und Zeit.
Saint -Exupéry me dice en una carta: Y cuando encuentres consuelo (porque finalmente uno siempre lo encuentra) estarás contento de haberme conocido. Serás siempre mi amigo. Tendrás ganas de reír conmigo. Y abrirás de vez en cuando tu ventana, así, por placer... Y tus amigos se sorprenderán de verte reír al mirar el cielo. Entonces les dirás: "Sí, las estrellas siempre me hacen reír !" Y ellos te creerán loco.
Silvia, que me ha traído la carta, añade:Voy a mirar las estrellas muchas noches, y voy a reír contigo”.
Y veo muchas ventanas abiertas desde las que muchas personas conocidas y a las que quiero miran al cielo.
Javi, Bego
Alicia, María Jesús, Guillermo, Jose
Daniel, Marcos
Fina, Begoña
Pilar, Yoko, Jorge, Beatriz
Guillermo, Josechu, Silvia, Juan
Marisol, Marga, Susana, Israel, Mila, Beatriz, Pedro
Luis, Fernando, Carlos
Ana, Antonio
Amalia, Toni
Mis Pekos, José Luis, Carmina
Miguel Ángel, Ángel, Jorge, Tomás, Félix, Tino
Salva y todos mis alumnos y alumnas de Madrid, Alcalá de Henares y Torrejón de Ardoz
Ingrid, Silvia, Diego, Sergio, José Manuel, Noemí, Adrián y todos mis alumnas y alumnos de Zaragoza
Jon y todos los habitantes del cañaveral
Miles y miles más con los que he vivido y convivido, que van a mirar muchas noches las estrellas y van a reír siempre conmigo.










7 comentarios:

  1. Ya me perdonarás pero por desgracia no tengo palabras, bueno sí. Gracias

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  2. Ahora solo siento un poco de angustia y mucho amor.
    Cuando muere una estrella su luz y calor perduran durante mucho tiempo y allí se encontrarán muchas miradas.
    Un abrazo muy fuerte.

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  3. Me siento orgullosa de haberte conocido. Te deseo pleno el corazón de amor. Gracias por tus enseñanzas amigo. Marta

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  4. Gracias por compartir tus sentimientos en palabras. Es una gran suerte haber cruzado nuestros caminos. Mi querido profesor de rebeldía lloraré y reiré mirando las estrellas contigo. Te quiero Antonio

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