¿Por qué ya apenas se habla, se escribe, se ve algo sobre Irak? Es como si no existiese o se hubiera convertido en otra Suiza, como si estuviese tan en el cajón del olvido como las vacas locas o el aceite de colza. Al parecer, una noticia debe tener unos rasgos característicos que Irak no posee: equis muertos en carretera un fin de semana en España o la persecución policial de un coche robado por un niño de doce años en Estados Unidos es noticia, pero centenares de muertos y heridos causados por una cadena de atentados contra hoteles de Bagdad un día cualquiera de un mes cualquiera parece carecer de importancia: ese tipo de muertos pertenece ya al mundo de la rutina y poco o nada contribuye al aumento del índice de audiencia.
Obama anunció no hace mucho tiempo la salida de la mayoría de las tropas norteamericanas para el 31 agosto del año en curso, permaneciendo unos 50.000 soldados hasta diciembre de 2011. Se irán de rositas, tras asolar un país y dejarlo sumido en el caos y la miseria, basándose en mentiras y argucias tramposas. Hasta ahora manda la “Fuerza multinacional”, de la que el 93% son soldados estadounidenses. Todos ellos están confinados en sus bases, sin otro ánimo que no sea sobrevivir hasta el día de su partida. Con este panorama, recordar los discursos de Aznar, Bush y Blair sobre establecimiento de la democracia, lucha contra el terrorismo, paz mundial o armas de destrucción masiva suena a puro cachondeo, mientras lo que está muy lejos de cualquier cachondeo son las 1.220.580 muertes violentas habidas en Irak hasta 2007. ¿Se preguntarán algo sobre esto los soldados acuartelados? ¿Y sus familias? ¿Y los votantes de quienes allí les enviaron y allí los mantienen? ¿Dónde quedan las responsabilidades del trío que perpetró la invasión de Irak? ¿Para qué sirve la ONU? ¿Para qué está realmente el Tribunal Internacional de La Haya?
Un personaje tan poco sospechoso de subversivo como Paul Wolfowitz, ex subsecretario norteamericano de Defensa, declaraba en 2003 que “la diferencia más importante entre Corea del Norte e Iraq es que, económicamente, en Iraq no teníamos alternativa. El país nada en un mar de petróleo”. La guerra de Irak fue una obscena agresión ilegal por la posesión y el control del petróleo iraquí, actualmente ya en manos de contratistas estadounidenses, en manos de un monopolio de explotación angloamericano, con un papel títere de la ONU y con la práctica exclusión de empresas de otros países. En otras palabras, se cumplió lo sabido y lo temido. ¿Tiene algún sentido aún, tal como dice el Preámbulo de la Carta de los Derechos Humanos de la ONU, que “la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana”? ¿Dónde han ido a parar los derechos del pueblo kurdo (el 40% de las reservas de crudo en el actual Irak están en territorio kurdo)? El Gobierno títere iraquí ha firmado un convenio por el que las reservas de petróleo del país se dan a cambio de los costes por la reconstrucción del país. O sea, el tocomocho a escala internacional. ¿Acaso no es otra versión de explotación de un país a manos de las grandes potencias mundiales y las grandes empresas petrolíferas, tal como se hizo antes de la invasión de Irak con el programa “Petróleo por alimentos”, por el que durante trece años el pueblo iraquí estuvo sometido a un durísimo régimen de bloqueo económico internacional, que impedía vender o comprar en los mercados internacionales, que fue arruinando lentamente la economía iraquí, que condenó al hambre a centenares de miles de familias y niños iraquíes?
¿Alguien se acuerda de José Couso? ¿Alguien explica que tras la invasión de Irak el índice de malnutrición infantil en Irak se haya duplicado, que hospitales, carreteras, viviendas, aeropuertos y escuelas estén en una situación calamitosa, que se sucedan impune y cotidianamente los asesinatos y atentados entre la población civil? ¿Cómo puede pervivir un país con los altísimos niveles de corrupción a los que ha llegado? ¿Cómo puede subsistir una población que en un considerable porcentaje no tiene acceso al agua potable, sufre con frecuencia cortes de agua, carece de un suministro de energía eléctrica mínimamente aceptable? ¿Qué leerán los hijos de nuestros hijos en sus libros de historia sobre la invasión de Irak? ¿Dirán algo esos libros sobre nuestro silencio, sobre nuestra apatía?
En España pertenecemos a un sistema occidental que proporciona bienestar y seguridad a su ciudadanía a cambio de no dificultar sus engranajes ni cuestionar sus principios organizativos, así como sus normas, valores y dispositivos de control. Desde ese sistema, se nos pide consumir, mirar hacia donde nos indican, borrar de la memoria lo políticamente incorrecto y dormitar en el fondo de la caverna.
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