miércoles, 25 de enero de 2012

Llovizna (¿o es lluvia ácida?)


Publicado hoy en El Periódico de Aragón

Llovizna sin parar. Lluvia menuda que cae blandamente y va calando hasta los huesos. La gente parece no necesitar paraguas. La llovizna debe de tener algún efecto anestésico, que paraliza y habitúa a seguir aguantando el agua que va desgastando la memoria del pasado y el deseo de abrirse paso en el futuro. Llovizna (¿o es lluvia ácida?).
Nadie parece saber cómo ha pasado, pero ahora es una rareza que la ciudadanía reclame, se levante o reivindique sus propios derechos. La llovizna parece ser sumamente persuasiva para que la gente se quede dormitando en alguna circunvolución de su cerebro, quejándose de casi todo, haciendo apenas nada.
La llovizna traspasa el cráneo y va grabando en el cerebro sagrados e intocables axiomas: lo privado funciona mejor que lo publico; lo público debe ser sistemáticamente recortado hasta su eliminación total; es preciso imponer un período de austeridad para paliar la época del derroche anterior, por lo que debe haber recortes en sanidad, educación y servicios sociales, y solo en ellos; los políticos han demostrado con creces su ineptitud y hay que dejar la solución de la crisis en manos de los que realmente saben, los tecnócratas de los dineros y las finanzas; cualquier traspié económico se debe a la herencia del Gobierno anterior; casi todos los inmigrantes o son unos delincuentes o vienen a quitar el dinero a los autóctonos…
No deja de ser una anécdota que el Secretario General Técnico de la Consejería aragonesa de Educación haya ordenado desalojar la sala de reuniones asignada a la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de alumnos de Aragón (FAPAR, que representa a más de 400 asociaciones de padres y madres), en beneficio de  la Federación Cristiana de Asociaciones de Padres de Alumnos de Aragón (FECAPARAGON, con 73 AMPAs asociadas) hermana siamesa de la CONCAPA  (Confederación Católica de Padres de Familia y Padres de Alumnos, con 13 AMPAs asociadas). Obsérvese qué es lo que las diferencia e identifica y se estará en condiciones de detectar hacia qué lado se escoran desde hace meses la Consejería de Educación y la Administración aragonesa toda. Incluso ese Secretario General Técnico se ocupó y preocupó de cambiar la cerradura del local. ¿Por qué? Porque llovizna (¿o es lluvia ácida?), porque mandan los que consideran su deber de conciencia ayudar a lo privado, lo religioso, los valores imperiales y eternos.
La llovizna es especialista en meter miedo a la gente. Primero señala a los posibles enemigos de la sociedad, a todos aquellos que con sus costumbres, creencias y vestimentas no están acordes con las costumbres, creencias y vestimentas propias. Después, se empeñan en condensar esa pugna en términos religiosos: catolicismo/cristianismo versus islamismo y otros. A renglón seguido invitan a concluir que una educación sana, española, “de toda la vida”, que no conduzca al libertinaje de las drogas y la promiscuidad, que no baje el sacrosanto (falsario y mentiroso) nivel de la enseñanza, solo lo puede impartir la red privada de enseñanza (rica y/o católica). Por último, la llovizna (¿o es lluvia ácida?) deja “libertad” para que se elija el centro que más convenga a sus hijos.
La llovizna proporciona además otras identidades nauseabundas. Por ejemplo, la seguridad y la necesidad de que por muy desgraciado que se sea siempre debe haber otro más abajo a quien poder echarle la culpa. Los linchamientos de negros a principios del siglo XX  eran perpetrados por la población perteneciente a los estratos más bajos de algunos Estados del Sur estadounidense, que necesitaban descargar su frustración sobre quienes creían por debajo de ellos, aún más miserables y desgraciados. Para algunos hoy son los inmigrantes y la población de otras culturas, costumbres y creencias quienes han de pagar el pato.
Son las armas utilizadas recientemente por la derecha recalcitrante del PP, especialmente en Cataluña: religión e inmigración. La religión hispanovisigótica mueve al patriotismo frente al extranjero y al infiel. La inmigración cumple la misma función del antiguo animal sobre el que en algunas culturas se descargaban los pecados y las culpas de todo el pueblo: tras su muerte, el pueblo quedaba limpio e inocente de cualquier delito. 
La llovizna cae de un neblinoso limbo, habitado por el poder y el dinero. Nada es por azar, sino todo parece cada vez más preestablecido para que rinda beneficios a los dioses del dinero y del poder. Y para ello es preciso que los cerebros estén empapados de llovizna (¿o es lluvia ácida?), gozosos porque ha ganado su equipo, agradecidos por haber podido tener esos días de vacaciones, curiosos ante ese nuevo 12+1 Gran Hermano, no vacilando en su delirante fe en que mágicamente siempre habrá sanidad gratuita, educación gratuita, pensión y seguro de reempleo. Eso sí, que siga lloviendo y que la lluvia (¿o es lluvia ácida?) barra de una vez por todas tanta cosa pública que no nos deja salir de la crisis.



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