martes, 4 de septiembre de 2012

Papanatas ante el eccehomo de Borja



Ryanair ofrece vuelos por 12 euros para visitar el ya tristemente famoso eccehomo de Borja. El papanatismo se ha visto elevado así a los cielos entre los nimbos de un triunfo sin apenas precedentes: una señora del pueblo obtiene el permiso del párroco para restaurar un eccehomo del siglo XIX, se va de viaje a medio ultimar la chapuza artística, alguien señala que eso es un bodrio muy interesante, y miles de papanatas más se quedan mirando el dedo del desocupado mental de al lado  y viajan hasta allí para hacerse una foto con el eccehomo devotamente emplastado, vitorean a la presunta pintora y piden que el cuadro se quede como está o que lo restauren respetando tanto el original como el emplaste.
Entretanto, nadie habla de lo único que debería importar: el patrimonio artístico del pueblo, masivamente en manos de la iglesia católica, no parece tener el mínimo cuidado exigido para su conservación y mantenimiento. De hecho, no tiene explicación que la iglesia católica reciba anualmente 300 millones de euros de la CCAA y la Administración central para el sostenimiento, reforma y conservación de su ingente patrimonio artístico e inmobiliario (280 museos, 103 catedrales o colegiatas con cabildo y casi mil monasterios).
El patrimonio eclesiástico es del pueblo y debe ser devuelto al pueblo, que lo pagó, construyó y mantuvo hasta nuestros días, mientras que la anécdota del eccehomo de Borja es una pantagruélico mezcolanza de frikis, devotos, escapularios, nacionalismos baratos  y defensores a ultranza de la propia localidad.
El pueblo de Borja puede regalar cuantos caballetes, lienzos, pinceles y pinturas tenga a bien donar a la anciana pintora. Sería conveniente que a la vez reclamase con el mismo celo el cuidado real de su propio patrimonio artístico, que la iglesia católica debería finalmente reconocer como propiedad de la ciudadanía.

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