miércoles, 3 de julio de 2013

Quiero ser tu florero, Iñaki


 Publicado hoy en El Periódico de Aragón
“De mayor yo quiero ser mujer florero, metidita en casita yo te espero”. Créanme, yo desconocía los errores que haya podido cometer Iñaki, mi esposo. Siempre he pensado, por ejemplo, que nuestra residencia barcelonesa del Pedralbes, más los pisos y los garajes adquiridos en Palma y Terrassa han sido exclusivamente fruto de nuestro trabajo y del buen hacer de mi marido y sus colaboradores. De hecho, trabajaban a veces hasta altas horas de la madrugada y yo me acercaba solo por si querían una copa o alguna otra bebida.
“Las zapatillas de cuadros preparadas, todo limpio y muy bien hecha la cama. De mayor yo quiero hacerte la comida mientras corren los niños por la casa”. Es igual que cuando firmamos en la notaría la hipoteca de 5 millones de euros para instalar nuestro hogar en la casita de Pedralbes.  Tenia mis dudas, pero confié en Iñaki, que es el más preparado en cuestiones de dineros y finanzas. Pero eso no fue lo peor, pues después me tocó principalmente a mí reformar de arriba a abajo la casa con tres millones más que Iñaki me fue suministrando para dejarla confortable. Quedé verdaderamente agotada por tanto trabajo.
“Y aunque poco nos vemos, yo aquí siempre te espero, porque yo sin ti  no soy nada”. Mi padre se enfadó un poco con algunas cosas que Iñaki hizo quizá algo precipitadamente, pero vi que todo se iba resolviendo pronto y bien. De hecho, tuvimos la suerte de trasladarnos a una casa estupenda en Washington debido a los compromisos laborales de mi esposo como consejero y presidente de la Comisión de Asuntos Públicos de Telefónica en Latinoamérica y Estados Unidos con un sueldo anual que rondaba el millón de euros, lo que nos daba para vivir sin sobresaltos y con un finiquito de 4,5 millones en caso de cese. En fin, que Dios aprieta, pero no ahoga.
“Quiero ser tu florero, muy contenta cuando me das el beso de la semana”. Ahora espero que Iñaki resuelva pronto y positivamente sus problemas con la Justicia. Al parecer, el Instituto Nóos, una organización sin ánimo de lucro y gestionada por mi esposo, firmó con varias administraciones públicas acuerdos por un valor superior a 5,8 millones de euros, y han encontrado vínculos con la sociedad Aizoon, de la que soy copropietaria al 50% con Iñaki. La cosa es que están indagando mi responsabilidad en la comisión de delitos contra la hacienda pública y/o blanqueo de capitales a través de Aizoon, pero estoy tranquila, pues mi padre dice que los abogados con los que ha hablado y se ocupan de mi caso saben holgadamente lo que tienen entre manos.
“De mayor quiero ser mujer florero, serán ordenes siempre tus deseos. Porque tu sabes más de todo, quiero regalarle a tu casa todo mi tiempo”. Sí, yo firmaba, pero solo en la confianza ciega en mi marido, que es quien sabe. Por mucho que alguna gente malintencionada me haya querido involucrar en la venta de unas fincas sin dar conocimiento de ello al fisco, afirmo mi inocencia. Siempre he cumplido con mi deber de esposa, madre e hija, y mi implicación material en Aizoon y en algunas gestiones personales de Nóos solo es debida a mi firme promesa ante el altar de apoyar a mi marido en la enfermedad, en los contratiempos y en cualquier otro avatar. Pero apenas me enteraba realmente de nada de lo que se me presentaba a la firma o se estaba hablando en las reuniones del Consejo.
“Y por la noche te haré la cenita mientras ves el partido o alguna revista. Y hablaré sin parar de mi día casero. No me escuchas, no me miras, ¡ay cuanto te quiero!” Me he entregado desde niña a servir a mi patria como Infanta y Duquesa. Recuerdo con especial cariño mi primera alocución pública con dieciséis años en la base de Torrejón con motivo de la entrega de una bandera nacional. Y mi primera embajada oficial en 1989 al presidir en Bruselas la entrega de una escultura de Don Quijote y Sancho. O cuando, un año antes, fui abanderada del equipo olímpico español en Seúl, donde fui suplente del equipo de Vela. Por 200.000 euros al año me he entregado en cuerpo y alma a los demás a través de mis trabajos como directora del Área Social de la Fundación La Caixa (desconozco si el puesto pasó por concurso público). Efectivamente, en abril de este año decidieron imputarme en el caso Nóos, invocando la  máxima de que “la justicia es igual para todos”. Pues bien, ya veremos en qué queda la cosa, pero debo insistir en que no sabía nada y que el juez plagió dicha máxima del discurso que mi padre pronunció en su siempre entrañable discurso de Navidad en el año 2011: “la Justicia es igual para todos”.
“Quiero ser tu florero” (Ella Baila Sola).

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