martes, 27 de agosto de 2013

Diario de un perroflauta motorizado, 63


Jornada plana, con pocas cosas que reseñar. Marisol, compañera gratificante de la última hora ante el portal. El perroflauta es interpelado: “Pero en resumidas cuentas, qué quieres, que pides?”. Y el perroflauta trata de explicar que él no pide nada, que solo pide quien carece de algo que otro tiene, pero el perroflauta motorizado tiene ya lo que pone de manifiesto cada mañana en su cartel y los otros deben preguntarse si son ellos quienes carecen de lo que ofrece el perroflauta o  simplemente les importan un rábano el mensaje y el mensajero.
El perroflauta se limita a mostrar, a manifestar, a poner de manifiesto un  Sí grande a la escuela pública y un No rotundo a los recortes en educación. Cada persona que se cruza con el perroflauta en la calle queda interpelada e invitada a sumarse al  acto cotidiano de desnudar cada día su rostro y su alma, para que resten siempre dignos.
Hablando de pedir, recuerdo que repartían en el colegio huchas que representaban a indios (al estilo sioux), negros (aro en la nariz), chinos (sombrero típico y coleta) y gente exótica en general: había que pedir por ellos, pedir unos céntimos, porque allá a lo lejos pasaban hambre y apenas tenían de nada, mientras “nosotros vivíamos bien”. Mi madre, por entonces de Acción Católica, repartía entre los españoles pobres leche en polvo y queso procedentes de Yankilandia. Ah, pero éramos superiores porque contábamos con Viriato, don Pelayo y Santiago Apóstol. Carecíamos de derechos humanos y de libertad, pero nos acostumbraron a pedir por “los infieles”, para que nunca se nos pasara por la cabeza pensar en nuestra propia miseria.
Ahora ha vuelto la humillación para los patriotas de cartón piedra, aunque se nieguen a reconocerla: el hambre también está aquí, las carencias están también aquí, los perroflautas están aquí, los pobres están también aquí. Vivimos en un país, en una zona supuestamente rica donde una parte  pequeñita de privilegiados (el 1% del 1%  en expresión de Susan George) vive maravillosamente bien acumulando sin parar dinero y riqueza, expoliando al resto de la población, cada vez más empobrecida, devastando la Tierra y sus recursos.
Cada vez son más las personas que no son indias ni chinas ni negras que carecen de alimento, de casa, de escuela, de asistencia sanitaria y hospitalaria, de agua potable… El “Tercer Mundo” está también aquí, en mi ciudad, en los sintecho, payasos, títeres y gente anónima que habita en mi ciudad, que pasea por esta calle Alfonso. Los hemos llamado salvajes e incivilizados, les hemos vendido la libertad y la democracia, a la par con un arsenal de armas para que se fueran matando los unos a los otros. Ahora nuestra democracia está en manos de unos irresponsables que esquilman nuestros derechos, que arrebatan el trabajo y la vivienda para poder vivir dignamente, que desatan guerras preventivas. Son autoridades ilegítimas, raramente elegidas por la ciudadanía  (¿quién ha elegido, por ejemplo, a la presidenta del FMI o al Comisario Europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rhen?), que nos imponen dictatorialmente sus reglas de juego, sus medidas conducentes al desempleo, a la austeridad, al sufrimiento de la población y pérdida de aquello que la clase trabajadora conquistó a lo largo del último siglo y medio.
El perroflauta canturreó esta mañana a Marisol “Palabras para Julia”. Para hacer justicia a Goytisolo y a Paco Ibáñez, aquí está bien cantada:

Hasta mañana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.