lunes, 2 de diciembre de 2013

Diario de un perroflauta motorizado, 132

Lunes. Comienza la tercera semana del séptimo mes en el portal de la Consejera aragonesa de Educación.

Día frío y largo. El perroflauta motorizado aún paladea las maravillosas sensaciones del sábado en Madrid con su hija Begoña, con sus amigos y hermanos de DMD, Luis, Fernando y Carlos. Hay muchas modalidades en las relaciones humanas, pero su común denominador es el afecto. El afecto no es centrípeto, no descansa sobre sí mismo, sino que busca compartir y crear juntos. La amistad es el regalo de los regalos. ¡Sofía13!

De hecho, el amigo, de serlo realmente, tiende a ser incondicional. Unas veces se muestra como camarada, nos acompaña en el camino, come nuestro pan y bebe nuestro vino, comparte algunos de nuestros sueños y sobresaltos, acoge las confidencias y nos las devuelve envueltas en el terciopelo de la confianza: nos fiamos, compartimos con él esa franca cordialidad. Otras veces es nuestro compañero, nos regala compañía, concordia, solidaridad, ayuda.
La amistad franca es el misterioso compendio de muchos de los afectos, sentimientos, y emociones de que es capaz el ser humano. Se adapta a cada situación con sorprendente plasticidad. A tod@s guarda un mensaje, no siempre el deseado, no siempre bien acogido. La amistad busca el bien, es enemigo del mal propio o del otro, goza de su propia vivencia. Es atracción e impulso, es placer y generosidad. Nunca es realista,  pero aspira siempre a ser real. Cuida con esmero que el/la amig@ halle deleite en su regalo, se resiste a depender del tiempo: por eso es tantas veces fuente de incertidumbre.
La amistad necesita del otro para reconocerse como tal. Si busco primordialmente en el apego a mí mismo, el otro queda entonces instrumentalizado: queda relegado a mero espejo de mí mismo, a estéril narcisismo, a realidad evaporada. La amistad sólo puede existir en la reciprocidad, en el regalo mutuo, en la donación incondicionada. En la tenue caricia del alma del ser querido me sé entonces yo, al igual qué el otro se sabe él. No puedo ser ni vivir plenamente sin amigos. Descubro entonces que la amistad no  es propiamente un sentimiento o un afecto, ni siquiera un estado psíquico o un talante personal. La amistad puede ser el aire de la vida, que me permite reconocerme en el otro como ser humano íntegro y completo, a la vez que le permite al otro ser y hacer lo mismo conmigo y en mí.

Hoy Marisol está conmocionada (en el sentido más positivo y festivo de la palabra) por el fallecimiento de su hermana Ana hace dos años. Ana y Marisol estaban muy especialmente unidas desde niñas. Hoy Ana  pervive en el corazón de Marisol. Marisol lo sabe y así lo vive. Por eso el perroflauta motorizado se ha despedido de Marisol pidiéndole que diera recuerdos a su hermana. Hoy este Diario mira y abraza a Marisol.

     Ahora me apetece poner en su honor Sentimental Journey, interpretado por Les Brown and The Ames Brothers en 1951, nada más ni nada menos. 

 

Hasta mañana


2 comentarios:

  1. Nada Antonio, sólo decirte que me gustaría estar en ZarAugusta para poder compartir físicamente contigo tu periódico destierro al portal de la Consejera. Al menos lo comparto de forma virtual. Salud

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  2. Gracias, compañero. Hay muchas maneras de estar ahi. Y tú lo estás. salud

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