miércoles, 23 de diciembre de 2009

En un minúsculo planeta

Tras investigar la propagación por el mundo de los linajes del ADN mitocondrial y del cromosoma Y, sabemos que nuestros primeros antepasados Homo Sapiens vivían en el África oriental hace unos 60.000 años; es decir, toda la diversidad genética humana existente en el mundo y todos cuantos habitamos el planeta Tierra tenemos como único origen común unos grupos poblacionales que se movían por el este africano y que desde hace 2.000 generaciones demostraron una voluntad de hierro para adaptarse a todos los avatares climáticos, ambientales y supervivenciales que le han ido surgiendo. Hace 50.000 años bordearon la costa surasiática hasta saltar a Australia y cinco mil años después alcanzaron el norte de África y el Oriente Medio. Más tarde, extendiéndose por las planicies de Irán y la zona centro sur de Asía, llegaron hace 35.000 años a lo que hoy es Asía central, China, Corea y Japón, para arribar a Europa cinco mil años después. A América llegaron hace solo 10.000 años.

VIENE BIEN tener en cuenta esta perspectiva de que lo que a todos nos une es el hilo conductor común de un único patrimonio genético, proveniente del continente africano, para situar en sus justos términos los eventos históricos y cuanto nos acontece en la vida cotidiana. Como simples botones de muestra, los nacionalismos, las xenofobias, los debates existentes hoy en muchos lugares del mundo acomodado sobre la quintaesencia de su identidad nacional, el hecho histórico del descubrimiento del continente americano a final del siglo XV, el concepto mismo de colonización por parte de determinados países autodenominados civilizados o la porfía sobre la diversidad lingüística aragonesa.

SI 60.000 AÑOS nos parecen demasiado tiempo, podemos comprimir la historia de la Tierra y de los seres vivos en 365 días, y entonces el Homo sapiens hace su aparición sólo media hora antes de que acabe ese año. Nos han hecho creer que somos los "reyes de la creación", cuando en realidad somos un leve episodio en un minúsculo planeta formado hace 4.540 millones de años de un agregado de rocas incandescentes y gases que se aglutinaron en un solo planeta que se desplaza en una trayectoria elíptica alrededor de una estrella mediana que acabará extinguiéndose dentro de unos ocho mil millones de años y que ocupa un rincón entre los cuatrocientos mil millones de estrellas de una de las cien mil millones de galaxias del universo observable hasta la fecha.

En ese remoto planeta, algunos se consideran cultos y consideran cultos a los demás si saben quién es Napoleón, Newton, Asurbanipal o Giordano Bruno, a la vez que les parece irrelevante conocer el papel desempeñado en el siglo IX por la dinastía Sayfiya en la historia de lo que hoy conocemos por Chad, en el África central, o las convulsiones que llevaron a los Ming a suceder a los Yuan en la China del siglo XIV. En ese planeta se descalifican unos a otros por no haber sido capaces de aumentar el PIB de un trozo de tierra denominado "país", mientras les tiene, de hecho, bastante sin cuidado que muchos millones mueran de hambre y de abandono en otro difuso trozo de tierra denominado "tercer mundo". En ese planeta, los autodenominados Sapiens están atiborrando tanto su hábitat de basura y contaminación que acabarán por no poder vivir allí.

EN ESTE minúsculo planeta algunos se ponen contentos en estos días por estar con sus hijos y sus seres queridos, a la vez que echan de menos a los ausentes. En ese planeta muchos cantan, comen, beben y creen por unas horas que su casa es el centro mismo del universo. Se hacen regalos, muchos de los cuales llevan dentro un mensaje que no todos saben leer: "toma mi cariño", "necesito tu cariño".

Hace 30.000 años, el Homo Sapiens iba penetrando por lo que hoy es Europa, España y Aragón. Cazaba y pescaba, inventaba, amaba, nacía y moría, se defendía de sus adversarios, cuidaba de los suyos y ponía todo su empeño en sobrevivir en los ambientes inhóspitos y hostiles por los que pasaba o decidía asentarse. Hoy, bajo los mismos millones de estrellas que contemplaban ensimismados, desde esos genes únicos que nos transmitieron y compartimos todos, en las mismas hogueras que les daban calor y luz durante la noche, van quedando desnudas, ridículas, manifestando toda su miseria y mezquindad, ideas y realidades como racismo, guerra, pobreza, envidia, estrés, celos, armas, pecado, aburrimiento, infierno, contaminación, patera, abandono, desprecio, explotación, amargura, desdicha...

En su lugar, sustituyéndolas, pugnan por ir penetrándonos otras, tan reales como el mundo que perciben los ojos y señalan las manos, como verdad, solidaridad, vida, armonía, paz, libertad, justicia, bien, belleza.

Salud y felices fiestas.

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