Artículo a publicar el miércoles, 24 de diciembre, en El Periódico de Aragón
La semana pasada se reunieron en el Palacio de Deportes de Madrid deportistas de élite, convocados por el futbolista Iker Casillas y el tenista Rafael Nadal, para un espectáculo benéfico contra la malaria. Finalmente, declararon sentirse muy satisfechos por haber conseguido el objetivo, pues habían recaudado 100.000 euros, lo que, a un euro por niño, supone 100.000 niños salvados de la enfermedad.
Actos de este tipo son admirables y muy de agradecer por parte de todos, pero al mismo tiempo contrastan fuertemente con algunas medidas nacionales e internacionales adoptadas contra la crisis económica. Por ejemplo, que, por un lado, apenas ningún Gobierno del mundo destine el 0,7% de su PIB a la ayuda al Tercer Mundo o que rayen en la racanería a la hora de contribuir a la erradicación de la miseria y las enfermedades, mientras que, por otro lado, la Reserva Federal de Estados Unidos y el Departamento del Tesoro hayan acordado un plan por valor de 800.000 millones de dólares (617.000 millones de euros) para reactivar los mercados de crédito y atajar los efectos de la crisis financiera. Por si fuera poco, dicho plan estuvo precedido por un primer paquete de medidas por un valor de 700.000 millones de dólares.
Como los europeos no quieren ser menos, los jefes de Estado y de Gobierno de la UE acordaron otro plan de estímulo fiscal de 200.000 millones de euros para sostener la demanda y combatir la recesión económica. Y como los españoles no van a quedarse a la zaga, el Gobierno socialista propone, por ejemplo, el aval de operaciones de financiación de la banca con 100.000 millones de euros o la inyección de 11.000 millones de euros a los ayuntamientos. En resumidas cuentas, que por la misma regla de tres, podrían haber quedado sobradamente salvados de la malaria (y del hambre, la ignorancia y la miseria) todos los niños del mundo y, de paso, todas sus familias.
Entretanto, llueven sobre nosotros las llamadas de decenas de Asociaciones benéficas de todo tipo, pidiéndonos la dádiva solidaria por las causas más variopintas. El sistema está hecho de tal forma que ofrece al individuo la oportunidad de sentirse bien, a cambio de unos cuantos euros, ante el pavoroso panorama regional o mundial que ese mismo sistema ha creado, y al mismo tiempo persuade a la ciudadanía para que no asome sus narices más allá de las lindes de su barrio, a cambio de poder seguir viviendo con relativo confort en sus casas,
De esta forma, las tragaderas del ciudadano se hacen asombrosamente grandes, y es capaz de asumir sin un leve ademán de protesta real que el precio del barril de crudo baja de los 153 dólares hasta casi los 40 dólares, que los gasolineros denuncian que las grandes firmas petroleras han aumentado un 50% más sus márgenes en seis meses, pero que eso apenas repercute en su bolsillo a la hora de llenar el tanque de combustible de su coche o de su calefacción casera.
Por otro lado, como dicen que hoy es noche de paz y de amor, lo mismo Israel permite que los palestinos tengan esta noche luz eléctrica y relativa tranquilidad en sus casas, al igual que en la guerra de Vietnam los norteamericanos garantizaban una generosa tregua navideña a los norvietnamitas y una ración doble de napalm al día siguiente, que ya no era noche de paz y noche de amor.
Quizá las fiestas navideñas de Bernard Madoff, autor del mayor fraude financiero de la historia, sean algo distintas este año. De momento, ha sido puesto bajo arresto domiciliario y vigilancia electrónica, pues ese ladrón de guante blanco ha generado 50.000 millones en pérdidas a unos clientes que desconocen qué es eso de pasar apuros a fin de mes, y ha debido pagar 10 millones de dólares por su libertad condicional (es decir, una garantía de fianza por un delincuente multimillonario equivalente a librar a diez millones de niños de la malaria).
Pero no pasa nada. Hoy es noche de amor y noche de paz, y mañana es Navidad, así que, mientras los peces beben en el agua, nos queda aún la posibilidad de sacar la bota, aunque no nos vamos a emborrachar, pues si nos pilla la policía de esta guisa al volante, perderemos puntos del carné. Un zapato del 43 lanzado contra la cabeza de Bush nos ha hecho algo más que sonreír y la enésima mujer asesinada por el macho troglodita de turno nos recuerda que la sociedad donde vivimos, tan supuestamente correcta, está bastante lejos aún de cualquier cosa que suene a canciones de paz y canciones de amor. Con razón es cada vez más popular la figurita del caganet de los belenes.
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