domingo, 8 de junio de 2008

Quién miraba a quién



El dibujante Erlich volvió a sorprenderme hace unos días con una de sus viñetas aparecidas en el diario El País. Me quedé absorto en ella. Me llevó a otro mundo.

Esa cartera, cerrada, situada en un lugar sin dimensiones, me planteaba mil preguntas. Parecía ser lo único que tenía a mano aquel hombre. En ella estaban guardados sus negocios, sus preocupaciones, sus ocupaciones, todo aquello que socialmente le otorgaba una determinada identidad. Sin embargo, en aquellos momentos esa cartera era nada. No tenía respuestas, carecía de sentido. Incluso, de tener corazón, esa cartera se sentiría postergada, pues su dueño pertenecía ahora por completo a otra realidad, y ella estaba sabiendo que nunca sería la cartera de antes.

El hombre mira y mira, de hito en hito, algo separado de aquel agujero, como si tuviera miedo o prevención de caer o no supiera qué le deparaba tras esa prolongada mirada. Tantos años con su cartera, con sus traje y su corbata, y ahora está allí arrodillado, mirando. Hasta el escaso pelo de su cabeza parece también presa del asombro. Un mundo nuevo está ante sus ojos. Y ese hombre se pregunta qué es eso, tan extraño, tan inmenso, que aparece ante sus ojos.

Hay nubes y aves. También un sol radiante. Y un firmamento muy azul. Ese hombre quizá sabe que lo vivido hasta ahora es pura filfa en comparación con lo que ahora está contemplando.

(¿O ya lo conocía? ¿Por qué está ahora en ese otro espacio, grisáceo, sin un solo objeto que pueda servir de referencia? ¿Dónde vive realmente ese hombre? ¿Dónde quiere vivir realmente ese hombre? ¿Dónde se siente bien ese hombre? ¿Dónde se siente seguro?).

Vi esa viñeta de Erlich, y casi inmediatamente la asocié al mito platónico de la caverna.

A todo esto, yo no dejaba de preguntarme desde qué otra dimensión mis ojos miraban a aquel hombre, a quien presentía nostálgico y triste.

Quizá el hombre de esa viñeta, desde aquel agujero, estaba mirándome, mientras yo no podía dejar de mirarlo fijamente.

1 comentario:

  1. Hola Antonio. Muy buena entrada! Desconcertante el dibujo sin duda alguna.
    Tiene algo que ver con el mito platónico. ¿Qué realidad ve ese hombre que nosotros, encadenados, no logramos ver aún?
    Yo lo asocio, además, con la metamorfosis de Kafka. Esto es, con el problema del hombre y su mundo, cuando cambia el Yo, pero no lo que hay ahí fuera. Y es que de buenas a primeras ese hombre aparece en otro lado (más que en otro lugar físico en otro estado interior).
    Además de todo lo anterior, me da la sensación de que quizá el dibujante quiso dar a entender que las personas encorbatadas dedicadas exclusivamente a su trabajo, atadas al stress diario se pierden lo mejor de la vida, lo mejor del mundo.
    Otra hipótesis es que el dibujante lo dibujara, valga la rebuznancia, sin más, sin sentido alguno aparente.
    Saludos, y una pena que eche las persianas al blog, que me parece muy interesante. Mi blog es La Condena de Sísifo http://pedrophablo.wordpress.com/

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