miércoles, 28 de mayo de 2008

La verdad es que no sé cómo hemos podido sobrevivir


Fuimos la generación de la "espera"; nos pasamos nuestra infancia y juventud esperando. Teníamos que hacer "dos horas de digestión" para no morimos en el agua, dos horas de siesta para poder descansar, nos dejaban en ayunas toda la mañana del, domingo hasta la hora de la comunión, los dolores se curaban esperando.

Mirando atrás, es difícil creer que estemos vivos: Nosotros viajábamos en coches sin cinturones de seguridad y sin airbag, hacíamos viajes de 10-12 h. con cinco personas en un 600 y no sumamos el síndrome de la clase turista. No tuvimos puertas, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños.

Andábamos en bicicleta sin casco, hacíamos auto-stop, más tarde en moto, sin papeles. Los columpios eran de metal y con esquinas en pico. Jugábamos a ver quién era el más bestia. Pasábamos horas construyendo carros para bajar por las cuestas y sólo entonces descubríamos que habíamos olvidado los frenos. Jugábamos a "churro va" y nadie sufrió hernias ni dislocaciones vertebrales. Salíamos de casa por la mañana, jugábamos todo el día, y sólo volvíamos cuando se encendían las luces de la calle. Nadie podía localizamos, no había móviles. Nos rompíamos los huesos y los dientes y no había ninguna ley para castigar a los culpables. Nos abríamos la cabeza jugando a guerra de piedras y no pasaba nada, eran cosa de niños y se curaban con mercromina y unos puntos.

Nadie a quién culpar, sólo a nosotros mismos.

Tuvimos peleas y nos "esmorramos" unos a otros y aprendimos a superarlo. Comíamos dulces y bebíamos refrescos, pero no éramos obesos. Si acaso alguno era gordo y punto. Merendábamos bocatas de chorizo, chopped, mortadela y pan con chocolate, y no sabíamos que era eso del colesterol. Nos daban vino "Quina santa Catalina" para abrimos el apetito, ponches de coñac con huevo y leche cuando teníamos un catarro, a los 14 ya íbamos de cañas por los bares, y nos servían, y no recuerdo tener a un amigo alcohólico, y además no arrasábamos los parques públicos los fines de semana con los restos de botellas. La lejía, el amoniaco estaban en el armario debajo de la pila, junto con el aceite y el vinagre, y ninguno nos envenenamos. Compartimos botellas de refrescos o lo que se pudiera beber y nadie se contagió de nada. Nos contagiábamos los piojos en el cole y nuestras madres lo arreglaban lavándonos la cabeza con vinagre caliente. Quedábamos con los amigos y salíamos. O ni siquiera quedábamos, salíamos a la calle y allí nos encontrábamos y jugábamos a las chapas, al rescate, a la taba..., en fin, tecnología punta. Íbamos en bici o andando hasta casa de los amigos y llamábamos a la puerta. ¡Imagínense!, sin pedir permiso a los padres, y nosotros solos, allá fuera, en el mundo cruel ¡Sin ningún responsable!

¿ Cómo lo conseguimos?

Hicimos juegos con palos, perdimos mil balones de fútbol. Bebíamos agua directamente del grifo, sin embotellar, y algunos incluso chupaban el grifo. Íbamos a cazar lagartijas y pájaros con la "escopeta de perdigones", antes de ser mayores de edad y sin adultos, ¡¡DIOS MÍO!! En los juegos de la escuela, no todos participaban en los equipos y los que no lo hacían, tuvieron que aprender a lidiar con la decepción. Algunos estudiantes no eran tan inteligentes como otros y repetían curso... ¡Qué horror, no inventaban exámenes extra! Veraneábamos durante 3 meses seguidos, y pasábamos horas en la playa sin crema de protección solar ISDIN 15, sin clases de vela, de paddle o de golf, pero sabíamos construir fantásticos castillos de arena con foso y pescar con arpón. Ligábamos con las chicas/os persiguiéndolas para tocarles el culo, no en un chat diciendo ": )" ": D" ": P".

Tuvimos libertad, fracaso, éxito y responsabilidad, y aprendimos a crecer con todo ello. No te extrañe que ahora los niños salgan gilipollas.

Si tú eres de los de antes..

¡Enhorabuena!

Pasa esto a otros que tuvieron la suerte de crecer como niños."

4 comentarios:

  1. Hola Antonio,
    A mi me ha llegado al correo uno parecido y la verdad es que dice verdades como puños...sí, yo soy uno de esos que tuvo la suerte de crecer como niños.
    Te has dejado en el tintero que "hacíamos arcos y flechas , bebíamos agua de las acequias, construíamos nuestras propias cabañas para jugar y charlar, cuando no había ludotecas"
    Gracias por todo y un afectuoso saludo.
    Paco de Orna

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  2. Hola, Paco
    Una alegría saber de nuevo de ti. Tienes toda la razón en lo que dices. Yo también soy de esa generación y nos fotografían de maravilla.
    Un fuerte abtazo

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  3. Yo también recibí aquél correo. Me acordé de todas las burradas que hacía siendo un crío. Aún recuerdo cuando jugábamos con los tirahuevos lanzándonos granos de maíz; o guerra de piedras, donde a más de un colega le abrí la cabeza con un trozo de ladrillo o canto; el no-retroceder, polis y cacos, las chivas, el taco, burro... menudos recuerdos. ¡Y sobrevivimos! ¡Vaya que sí!

    Un abrazo para mi gran amigo Antonio, uno entre mil millones ;)

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  4. Ah, aquellos maravillosos años en que no pensábamos qye éramos maravillosamente desgraciados...

    (es medio broma...)

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