Hay tótems que no pueden ser llamados así: es tabú expresar cualquier cosa que oficialmente no aparezca como aceptación y veneración. Por ejemplo, son las vírgenes de cada pueblo, aparecidas en leyendas y mitos a pastores y labriegos. Es “la Virgen”. Es la mitificación semítica (asombrosamente aceptada en occidente) de un trozo de tejido conjuntivo, transformado en símbolo modélico de la mujer que es madre y no tiene relaciones sexuales. Es la fóbica proyección de los, como escribe Nietzsche, resentidos. Todo el verano celebrando en cada pueblo la fiesta de su Virgen o de su santo. A quien los cuestione, a quien los “nombre en vano” le espera la proscripción, la violencia revestida de defensa de “la Madre”. ¿Cuándo dejaremos de valorar el sinsentido del prototipo de mujer Virgen y Madre? La Virgen. Y Afrodita. Y Venus. E Isis….
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