Los miércoles se publica en El Periódico de Aragón el artículo que suelo colgar en este blog. En la edición digital de El Periódico, una buena parte de los comentarios están dedicados a decir de todo, menos cosas bonitas sobre mí. Forma parte de la labor de escribir y publicar, y no tengo nada que objetar, a pesar de la mala fe de algunos comentarios. Ayer hubo uno, sin embrgo, que me dejó muy pensativo, pues reflejaba una idea muy peligrosa: todos estamos determinados a la corrupción, si podemos. Si no estamos corrompidos, es solo porque aún no hemos tenido ocasión. El comentario es este:
Señor profesor... o lo que sea. La mayor corrupción que existe es el sectarismo. Y usted es un sectario en grado superlativo. Siempre denigra a los mismos, diríase que tiene el monopolio del conocimiento del bien y del mal; eso sí, siempre según su concepción. Sus artículos destilan un odio ideológico que hace vomitar. Y debería de saber que la corrupción no está ni en la izquierda ni en la derecha, ni en la Iglesia ni en el ateísmo, ni en el rico ni en el pobre. La corrupción está ligada a la condición humana, pues todos somos potenciales corruptos, igual que somos potencialmente asesinos y ladrones. Basta con que se den las condiciones necesarias para ello
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