Acabo de estar en la Aljafería, despidiendo a José María
Labordeta. He tenido el honor de abrazar y conversar un ratito con su mujer,
Juana. Ha sido conmovedor y le he transmitido nuestro pesar y nuestro ánimo. Me
ha contado que ha sido admirable hasta el último suspiro. Es una mujer con una
gran hondura.
He transmitido también a la Directiva y a otros miembros
cercanos de Chunta Aragonesista que desde el mundo laicista queremos contribuir
a mantener bien fuerte el testigo que nos ha dejado Labordeta. De hecho, él nos
ha dejado varios testimonios de su incondicional adhesión a la causa laicista.
J.A. Labordeta nos ha regalado una última prueba de sus
valores y su coherencia: entre toda la solemnidad y la sencillez, en el marco
memorable del Palacio de la Aljafería, ni un solo símbolo confesional. Así él
nos proporciona un buen ejemplo de despedida y funeral laicos.
Las colas de gente esperando en la calle a despedir a
Labordeta y a escribir en el Libro de Firmas era literalmente kilométrica. Al
pasar junto al féretro, unos levantaban el puño, otros se santiguaban, otros
pasaban en silencio y muchos lloraban.
Otro ejemplo más donde se plasma el ejercicio concreto de la
auténtica libertad de conciencia de la ciudadanía.
Toda nuestra gratitud y nuestro cariño para José Antonio
Labordeta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.