Mi amiga Ana Cuevas me envía este lúcido y conciliador escrito.
LAICISMO PARA LA CONVIVENCIA
Tocan a rebato, de nuevo, las campanas que convocan a la
guerra santa. ¡Al moro, al moro!, azuzan los modernos torquemadas. La extrema
derecha ha elegido su chivo expiatorio. Su pasaporte hacia el odio para las
masas. Ese sentimiento que nace de la frustración de un pueblo y que, bien
adulterado, se convierte en un vehículo político a cuyo volante solo pueden
sentarse conductores sociópatas y destructores en masa. La Iglesia Católica,
siempre solícita a los intereses de la ultraderecha nacional y viceversa, ya
parece estar desplegando los pendones. Con esa nostalgia de antaño, cuando su
organización lideró la matanza y expulsión de los que consideraban
"infieles", despojándoles de todas sus posesiones de paso. Sin
complejos para negar la historia o tergiversarla siempre que lo consideran
necesario. Como este Obispo de Córdoba, empeñado en que llamen Catedral a lo
que el mundo entero conoce como Mezquita. Porque nadie puede negar que la
sugerente belleza de su origen musulmán es la esencia de su reclamo. Es su minarete
lo que la gente se guarda en el recuerdo y no la posterior y
lamentable aportación cristiana a su arquitectura.
No podemos negar nuestra historia señor Obispo. Los ochocientos años que los musulmanes compartieron nuestro territorio supusieron el periodo de mayor florecimiento cultural, artístico y científico para las tribus de amedrentados cristianos que poblaban estas tierras. Se desarrolló la medicina, la enseñanza, el pensamiento filosófico, la poesía y , en general, todo lo relacionado con el arte y las ciencias. Ignorar este periodo y su influjo es como renegar de lo que hoy somos. Pero me temo que el conflicto con la denominación del templo, justo en este momento, tiene un cariz que va más allá de una cuestión de protagonismo religioso por parte del Obispado. La Iglesia cabalga de nuevo al lomo del caballo de los fascistoides. Atiende obediente a su llamado, como tiene por costumbre en estos lares. Así que van a por el moro a su manera sibilina. ¿Qué será lo próximo? ¿Llamar archidiócesis a La Alhambra? ¿Convocar a una cruzada anti-islámica a la cristiandad? ¿Necesitamos, o no, con urgencia un Estado Laico ¡ya!?
No podemos negar nuestra historia señor Obispo. Los ochocientos años que los musulmanes compartieron nuestro territorio supusieron el periodo de mayor florecimiento cultural, artístico y científico para las tribus de amedrentados cristianos que poblaban estas tierras. Se desarrolló la medicina, la enseñanza, el pensamiento filosófico, la poesía y , en general, todo lo relacionado con el arte y las ciencias. Ignorar este periodo y su influjo es como renegar de lo que hoy somos. Pero me temo que el conflicto con la denominación del templo, justo en este momento, tiene un cariz que va más allá de una cuestión de protagonismo religioso por parte del Obispado. La Iglesia cabalga de nuevo al lomo del caballo de los fascistoides. Atiende obediente a su llamado, como tiene por costumbre en estos lares. Así que van a por el moro a su manera sibilina. ¿Qué será lo próximo? ¿Llamar archidiócesis a La Alhambra? ¿Convocar a una cruzada anti-islámica a la cristiandad? ¿Necesitamos, o no, con urgencia un Estado Laico ¡ya!?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.