viernes, 6 de abril de 2007

Manuela


Manuela ha perdido un trozo grande de su vida: falleció su compañero en paz y sin dolor. A Manuela ahora se le presenta la vida en su estado puro. Mientras cierra heridas, percibe que ella va trazando su propia senda paso a paso, día a día, noche a noche, despertar a despertar. Aún no sabe bien cómo definir el nuevo horizonte, pero su mirada ya atisba que clarea. El sol ya la está saludando, y su calor hace que perviva la esperanza. Cuando se le hace oscuro, no tiene más que cerrar sus ojos y notar que en su entorno hay muchos que la quieren: la quieren alegre, serena, viva, metabolizando su duelo, tejiendo planes y proyectos, alimentando todos los sueños. A Manuela se le están abriendo de par en par puertas y ventanas: con toda esa luz y con todo ese calor, siente ya, a pesar de los pesares, que la vida es hermosa y valiosa.

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