lunes, 14 de febrero de 2011

La delgada línea del terrorismo


Andan algunos inquietos por el nuevo partido de la izquierda abertzale (Sortu), pues presumen un engaño (“un avance con trampa”, “burla macabra”) que se  pretende tender por enésima vez y lanzan las mismas letanías de siempre en cualesquiera circunstancias: no debe presentarse a las elecciones municipales, cumplimiento estricto de la ley de partidos, invectivas de todo calibre y grosor contra ZP, todo lo cual remacha la secretaria general del PP y presidenta de este partido en Castilla-La Mancha, María Dolores de Cospedal, diciendo que, tras "cincuenta años matando”, no basta con condenar lo que se haga ahora sino también “lo que se hizo en el pasado”. Mientras tanto, los vascos afines al abertzalismo bracean en el mar de un estudiado decir sin decir y se preguntan  qué más deben hacer, deshacer, condenar y decir  para que deje de jarrear sobre sus cabezas el eterno retorno de lo mismo: disolución de ETA, entregar las armas, pedir perdón a las víctimas, condenar toda la violencia…
La historia la escriben los vencedores con los tonos y los sesgos, con los recuerdos y las amnesias que les convienen. Por eso la historia está plagada de historias de buenos y malos, terroristas y demócratas, héroes y villanos.
Recientemente, con motivo del 90º aniversario de la organización judía paramilitar Haganah,  algunos de sus miembros  fueron condecorados y homenajeados oficialmente como “héroes de Israel”. Haganah, directa e indirectamente integrada, según los casos, en el Movimiento de Resistencia Judío junto con Irgun y la Banda Dura, llevaron a cabo numerosos actos terroristas por toda Palestina entre 1944 y 1947:  bombas y maletas bomba  en oficinas, puentes, barcos, refinerías de petróleo y comisarias; asesinatos de policías, políticos, diplomáticos, soldados y civiles; secuestros y ejecuciones. Es mundialmente conocido el atentado terrorista con bomba en el hotel Rey David, de Jerusalén el 22 de julio de 1946, que causó 92 muertos y centenares de heridos. Pues bien, en julio de 2006, el ex Primer Ministro Benjamín Netanyahu y ex miembros del Irgún participaron en la  celebración del 60º aniversario del atentado, donde descubrieron una placa que incluso declaraba culpables  a los británicos: “Por razones conocidas sólo por los británicos, el hotel no fue evacuado”.  O sea, exactamente igual que la declaración de ETA en el atentado del Hipercor de Barcelona en junio de 1987. En un caso, son héroes nacionales; en otro, terroristas asesinos.
Llama la atención asimismo la persistencia por parte de cierto conservadurismo celtibérico en aplicar el principio de no contradicción como les viene en gana, de tal forma que una misma cosa puede ser y no ser al mismo tiempo. Por ejemplo, hay que recordar siempre a las víctimas del terrorismo de ETA y juzgar a sus autores por sus crímenes, pero al mismo tiempo hay que olvidar los crímenes del franquismo y no hay que pedir perdón a sus víctimas (más aún, no hay victimas).
Nueve meses antes del 11-S,  Condoleezza Rice tenía en su poder un informe que proponía apoyo militar a las fuerzas afganas de la Alianza del Norte que luchaban contra los talibanes, ataques aéreos, y la introducción de fuerzas de operaciones especiales en Afganistán. Un día antes del 11-S,  la administración Bush acordó un plan para derrocar al régimen talibán en Afganistán por la fuerza y .declaró que no se distinguiría entre organizaciones terroristas y naciones o gobiernos que les dan refugio. Al poco tiempo, el 9 de febrero de 2002 Hamid Karzaï, el  nuevo primer ministro de Afganistán, y su homólogo paquistaní, el dictador y golpista Musharraf, fuerte aliado de los Estados Unidos en la zona, cerraban un acuerdo para permitir la construcción de un oleoducto que enlazase el mar Caspio con el océano Índico, atravesando el Afganistán recién conquistado. Con ello, las grandes multinacionales petrolíferas habían conseguido finalmente hacer realidad sus ansiados proyectos. Sorprendentemente, los telediarios callaron y los medios de comunicación hablaban principalmente de la cuesta de enero tras los dispendios navideños. Meses después, Estados Unidos invadía Irak para  "desarmar a Irak de armas de destrucción masiva, poner fin al apoyo de Saddam Hussein al terrorismo, y lograr la libertad del pueblo iraquí”. La línea que delimita el terrorismo es muy delgada, también muy mentirosa.Napoleón llegó a considerar la guerra de guerrillas española como la causa principal de su derrota, y seguramente considero malditos terroristas al cura Jerónimo Merino, Juan Martín “el Empecinadoo Juana “la Galana”. Actualmente, tienen dedicados monumentos y calles en muchos pueblos de España, aunque Napoleón los hubiera ejecutado con gusto por terrorismo.
El propio Departamento estadounidense de Defensa establece una diferencia entre “acciones terroristas”, por un lado, y "operaciones de comandos", por otro. En el primer caso, se trata de asesinos y enemigos de la democracia. En el segundo, de “audaces acciones en campo enemigo”.
¿Es de descartar que pudiere llegar un día en que miembros destacados de Sortu y aledaños tengan calles, plazas y monumentos dedicados como “héroes nacionales”?

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