El día 30 de junio expiraba el plazo fijado por el Gobierno
para regularizar a los empleados del hogar que hasta ahora estaban sin contrato
laboral y fuera del circuito de la Seguridad Social. Se trata de una justa
medida, que introduce a muchos trabajadores en la legalidad y los derechos
laborales.
Pocos días antes, el director
general de Las Vegas Sands Corporation, Michael Leven, transmitía a la
Presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, el mismo mensaje ya
comunicado por el dueño de la Corporación, el millonario Sheldon Adelson: para
crear Eurovegas es preciso que antes se realicen cambios a su favor en una
serie de ámbitos de la legislación española. Por ejemplo, dos años de exención
como mínimo en las cuotas de la Seguridad Social.
Lo más asombroso es que a la señora
Aguirre esas peticiones le parecen de perlas: por un lado, alaba la legislación
por la que el Estado exige bajo penas de fuertes multas el pago de las cuotas
de la Seguridad Social por el empleado del hogar, pero, por otro, defiende que
esa misma legislación no obligue a Las Vegas Sands Corporation, una compañía
que, según The New York Times,
recuerda estructuras y métodos de corte mafioso.
La
lista de “cambios legislativos” del señor Leven aún es más amplia: exención del
pago de impuestos estatales, regionales o municipales, adecuación a sus propias
reglas del Estatuto de los Trabajadores, reducir la “rigidez de los convenios
colectivos” o acomodar a su antojo la actual Ley de Extranjería.
Total,
que políticos, turiferarios y sobre todo una cohorte de empresarios redivivos
del ladrillo navegan ahora cautivados por los cantos de Las Vegas Sands
Corporation, que enseña planos y maquetas de 12 resorts (treinta y tantas mil
habitaciones), campos de golf, casinos, teatros, mastodónticos escenarios y una
pléyade de servidores, putas, animadores, guardaespaldas, ludópatas, recién
casados y una cantidad de puestos de trabajo ni siquiera imaginable en
Cuentilandia.
Sin
embargo, como Aguirre, Adelson y Cía son muy listos, han procurado que sobre
todo se hable del fumar dentro de su Jueguilandia, cuando en realidad el único
común denominador ha sido desde el principio el mismo: si tú me dices “voy”, te
dejo hacer todo lo que gustes, que yo me encargo de que la excepción confirme
la regla.
Callan,
pues, que quieren las manos libres para contratar, echar o explotar a su antojo
a los trabajadores, para ganar dinero a espuertas sin pagar un duro o para
recordar aquellos tiempos en que conquistaban territorio comanche dejando a los
comanches en reservas infestadas de peste, sarampión y varicela. Callan también
que dos tercios de la financiación de Eurovegas deben correr a cargo de unos
maltrechos bancos españoles, cuyas chapuzas y deudas estamos pagando entre
todos, hartos de que nos hablen de cambio del modelo productivo o I+D y
escuchando a la vez sus carcajadas de cachondeo.
Seamos generosos, apoyemos a la señora Aguirre, vitoreemos a los
benéficos promotores de Eurovegas, cantemos con el corazón pleno de gratitud y
esperanza: “Americanos, os recibimos con alegría. Americanos, vienen a España guapos y sanos. Viva el tronío de ese gran pueblo con poderío. Olé mi
madre, olé mi suegra y olé mi tía”.
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