Publicado el 13 de junio en ATTAC Aragón
Publicado el 14 de junio en ATTAC Mallorca
Publicado el 16 de junio en ATTAC España
Te escribo esta carta en una semana de junio de 2012 en la que todos los
medios de comunicación no paran de hablar del rescate a la banca española. En
realidad estamos sufriendo un verdadero timo del tocomocho: los actuales
gobernantes del Partido Popular pretenden presentar su política de recortes
(“ajustes estructurales”, los llaman) como la única vía adecuada para salir de
la crisis, a la vez que muestran entre fanfarrias un billete de lotería
supuestamente premiado que solucionará todos los males y necesidades, cuando en
realidad solo es una enorme cantidad de dinero público, de todos, que además
tendremos que pagar entre todos, destinado a solventar la descomunal deuda y
las nefastas maniobras llevadas a cabo por bancos y cajas.
La estafa consiste sobre todo en que tras tanta hojarasca economicista
corremos el riesgo de olvidar a las verdaderas víctimas de todo este
desaguisado: de hecho, antes de que los bancos salieran a la luz pública como
el principal problema del país y antes de su rescate desde Bruselas, el
Gobierno se encargó, entre otras cosas, de recortar en sanidad y educación
públicas, congelar pensiones, reducir el subsidio de desempleo y sobre todo
dejar exclusivamente en manos del empresario las condiciones laborales en que
se va a trabajar de ahora en adelante: contratos precarios por un salario lo
más bajo posible. Pues bien, algunos ya se están tragando esta estafa e incluso
son muchos los que empiezan a creer que la prima de riesgo o el índice Ibex 35
están directamente relacionados con la felicidad de la población y el retorno
del estado del bienestar.
Dicen ahora que el rescate bancario no repercutirá en la sociedad española,
pero sabemos muy bien que ningún rescate es gratuito, y que precisamente la
sociedad española es la que asumirá el incremento de deuda pública y de
déficit, las presuntas nacionalizaciones bancarias, los PGE recortados en lo
social y lo público, las subidas de impuesto, los muchos recortes que quedan
por venir, amén de los empleados bancarios que van a estar dentro de unas
semanas de patitas en la calle. Ya ves, solo hay dinero para ayudar a los
bancos y los ricos, y siempre a costa del pueblo.
Pero quienes principalmente van a pagar el pato sois vosotros, los niños
y las niñas que ahora estáis abriendo vuestra conciencia y vuestros ojos al
mundo y a la vida. Salvo un milagro (no existen los milagros) o un improbable
giro copernicano del sistema que hasta ahora dirige nuestros pasos, tus hijos y
tus nietos sabrán solo por los libros y quizá también por lo que tú mismo
puedas contarles en algún momento de quietud que hubo una época en que hubo una
escuela pública, gratuita, laica y de calidad, una red de asistencia sanitaria
pública y universal, lucha por la igualdad de condiciones y de oportunidades
entre todos y todas, así como derechos humanos, laborales y cívicos efectivos.
Os estamos dejando un asco de país y de mundo, sí, y cada vez aumenta más
la confusión entre bienestar y consumismo, acompañada por baldías
conversaciones de salón. Os tocará vivir y trabajar en un mundo deforme donde
unos pocos cada vez son más ricos, frente a una gran mayoría de peones, títeres
y marionetas que quizá seguirán albergando la esperanza de sobrevivir y tener
siempre al alcance una tele de plasma o un boleto de la Primitiva.
Nos han adiestrado en que la vida se disuelva en un gigantesco océano de
cosas y mercancías que debemos adquirir a toda costa para sentirnos bien.
Nosotros mismos nos hemos convertido inconscientemente en mercancía a merced de
los mercados (los dueños del tablero de ajedrez y del guiñol), sin tener en
cuenta que nos son más necesarios que nunca momentos intensos y sosegados para
poder reflexionar juntos, organizarnos, tomar conciencia de lo que realmente
nos está pasando y de todo lo que se nos está privando y, finalmente,
rebelarnos por nosotros mismos y sobre todo por vosotros, hijos y nietos
nuestros.
De momento, percibo pocos signos de rebeldía y de revuelta. Los más
desfavorecidos del mundo nos llegan en patera, a merced de nuestra
beneficencia, en lugar de exigir justicia y reconocimiento efectivo de sus
legítimos derechos humanos. Fíjate hasta qué punto llegan las contradicciones
que nos toca presenciar que, por ejemplo, en España y en cada autonomía hay un
Defensor del Pueblo, instituido para defender nuestros derechos
constitucionales (educación, trabajo, vivienda digna y adecuada, protección de
la salud, medio ambiente…). Pues bien, nunca he visto a uno de ellos defender
realmente al pueblo en la calle, en los desahucios, en las fábricas o en las
oficinas de desempleo.
Sobre
todo, no olvides nunca que otro mundo es posible. Lucha tú mismo por ese mundo
que nosotros no estamos sabiendo hacer mejor y que espero que anheles siempre
para tus hijos y para tus nietos. Cuídate mucho. Un beso.
que bonito, vive y deja vivir.
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Gracias
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