jueves, 11 de octubre de 2007

Guardia Civil: Asuntos pendientes


La semana pasada el Congreso de los Diputados aprobó dos leyes que reconocen el derecho de asociación profesional y regulan el Estatuto de Derechos y Deberes, así como el régimen sancionador de la Guardia Civil. Sin haber llegado aún al derecho de sindicación propiamente dicho ni haberle reconocido una identidad netamente civil, en lugar de militar, ambas leyes constituyen un avance hacia la existencia de una Guardia Civil integrada solo en las Fuerzas de Seguridad del Estado, dependiente únicamente del Ministerio del Interior.

Sin embargo, estos logros no han llegado venidos del cielo, sino que son fruto de la constante brega de los más de 25.000 guardias civiles que integran la AUGC (Asociación Unificada de la Guardia Civil) y muy especialmente de sus dirigentes, algunos de los cuales llevan aún bien abiertas las heridas que les ha reportado encabezar las reivindicaciones de sus compañeros. Osar cambiar o criticar algo en cualquier institución vetusta es una misión ardua y llena de dificultades, pero hacerlo dentro de la Guardia Civil, con su historia secular y su aura de institución cuasi sacra e intocable, debe de ser todavía más duro y complicado.

Como las dos leyes recién aprobadas en el Congreso no contemplan el archivo de los expedientes abiertos, sobre algunos guardias civiles penden aún durísimas sanciones. Por ejemplo, a nivel nacional, J.M. Perpinyá y J.A. Delgado, secretario general y de comunicación de la AUGC, respectivamente, tienen acumulados, entre otros, sendos expedientes de expulsión de la Guardia Civil. Y sin salir de Aragón, entre otros, al secretario general, Jesús Molins, desde el último año y medio tiene abiertos cinco expedientes de falta grave y uno de falta muy grave. Resulta discutible, por ejemplo, si la presencia y la actuación de los 3.000 agentes uniformados presentes en la Plaza Mayor de Madrid el 20 de enero fueron totalmente plausibles en todos sus aspectos, pero caben pocas dudas de que los dirigentes de la AUGC han sufrido el acoso y la persecución constantes, en algunos casos por nimiedades, por parte de las instancias más refractarias a cualquier cambio de los Ministerios de Defensa e Interior y, muy particularmente, de algunos generales de la propia Guardia Civil y de Defensa.

Más allá de cualquier valoración política del asunto, es de justicia reconocer que en los últimos años ha habido en España unos cuantos ciudadanos que han luchado a pecho descubierto y han arriesgado generosamente su bienestar familiar, económico y profesional por llevar a cabo un ideal: que la Guardia Civil sea un Cuerpo de Seguridad civil, fuera de las instituciones y las normas militares, y compuesto por unos agentes que gozan de los mismos derechos y obligaciones contemplados en la Constitución que los demás ciudadanos españoles. Ese grupo de ciudadanos ha logrado presionar al poder constituido mediante fórmulas adecuadas y efectivas, y finalmente el 5 de octubre de 2007 ha visto que sus esfuerzos han fructificado parcialmente en las dos leyes aprobadas en el Congreso. Esos ciudadanos y los 25.000 ciudadanos, también guardias civiles, que los secundan y apoyan, han conseguido que otra parcela más de España, la Guardia Civil, sea algo más democrática, abierta y acorde con la actualidad. Todos ellos celebran también que en el seno de la Guardia Civil se puede evitar así definitivamente la dolorosa experiencia de los más de 225 agentes suicidados en la última década y de otros 300 más que lo han intentado, o la del millar y medio de bajas de guardias civiles por causas psiquiátricas y psicológicas.

Todos los ciudadanos españoles debemos estar contentos y agradecidos por haberse elevado el grado de democracia, de libertad y de civilidad en un Cuerpo de Seguridad que nos concierne y nos afecta directamente a todos. Precisamente por ello, existiendo ya un nuevo estatuto jurídico con las dos leyes aprobadas la semana pasada en el Congreso, sería justo y lógico el archivo de los expedientes disciplinarios aún existentes para algunos dirigentes de la AUGC. De hecho, sería, además de injusto, muy frustrante que la llegada a una meta conllevara innecesariamente la permanencia de graves damnificados en la cuneta. Toca principalmente al Gobierno socialista tomar una decisión que atienda las peticiones de generosidad y justicia que numerosos grupos políticos, sindicales y culturales han hecho al respecto.

Cercana ya la festividad de la Virgen del Pilar, patrona de la Guardia Civil, sería estupendo que no sólo relucieran ese día los charoles y las galas de los uniformes, sino también y sobre todo el homenaje a todo el colectivo de guardias civiles, y muy especialmente a sus dirigentes, que han luchado por su estatuto y su dignidad como ciudadanos de pleno derecho

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.