domingo, 23 de marzo de 2008

Desde el lóbulo frontal izquierdo del cerebro


Nunca llegó a saber con plena certeza si su parecido con Woody Allen era solo fruto de su imaginación, pero noche tras noche creía transfigurarse en un genial saxofonista, que envolvía las calles de su Manhattan con melodías de ensueño. Sin embargo, al mismo tiempo, no podía quitar de su mente aquel rostro, aquella mujer maravillosa, Marilyn, que nunca apartaba sus ojos seductores de los suyos. Finalmente, Woody y Marilyn fueron fundiéndose en un solo personaje. Y ese hombre nunca llegó a saber con certeza si él mismo no era un personaje, de papel muy secundario, fruto de la imaginación de Woody o de la imaginación de Marilyn.

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