Publicado hoy en ATTAC España
Léese en el portal de la UE que su bandera está formada por doce
estrellas doradas dispuestas en círculo sobre fondo azul. Allí se explica
también que el número de estrellas no tiene nada que ver con el número de
estados miembros: hay doce estrellas porque ese número simboliza
tradicionalmente la perfección, lo completo y la unidad (de ahí 12 signos del
Zodiaco, 12 apóstoles, 12 dioses griegos principales, 12 tribus de Israel, 12
meses del año, etc.).
Hoy parece cada vez más certera la predictiva visión de los creadores de
esa bandera para que el fondo fuera azul: el espectro de la radiación europea
(y mundial) se desplaza cada vez más hacia el azul, y menos hacia el rojo. Sin
embargo, obviaron que no todas las estrellas son iguales: las hay enanas,
gigantes, rojas, blancas, amarillentas, de neutrones, cuásares…, y que ninguna
de ellas es perfecta y completa, pues nacen y mueren como todo lo demás en el
cosmos, y que tampoco tienden a la unidad, pues se engullen unas a otras, si no
se esfuman antes como una bola de algodón de azúcar.
No previeron tampoco que la bandera podría quedar hecha un día un guiñapo
por la explosión de una supernova: incapaz la UE de desarrollar más reacciones
en su núcleo, se ha estado contrayendo sobre sí misma, y está a punto de
colapsar, por que estamos en un tris de saltar todos por los aires. De hecho,
no es otra cosa lo que ahora está ocurriendo: “los mercados” están llevando al
colapso el sistema donde hasta ahora hemos habitado y ahora viajamos hacia
ninguna parte que no sea donde nos digan los mercaderes.
De paso, nos está saliendo en el trasero otra estrella en forma de
agujero negro que todo lo engulle y deja a cualquier ciudadano de a pie al otro
lado del horizonte de sucesos. Se nos está muriendo una estrella que creíamos
gigante y roja, y sobre un fondo inmaculadamente azul nos va dejando en cueros
vivos, incluso sin luz y sin luces. El sector financiero europeo se ha
merendado en poco más de dos años (2008-2010) 1,6 billones de euros de dinero
público (3.200 euros por ciudadano de la UE). A su vez, el sector financiero
hispano-visigótico se ha zampado 146.000 millones en el mismo período. Enfermos
de la más preclara de sus virtudes, la codicia, especularon hasta la saciedad a
costa de la ciudadanía y han seguido especulando después, cerrando a la vez el
grifo crediticio a familias y empresas. Pretendieron recapitalizar la banca,
ayudarle a cubrir sus activos tóxicos con el dinero de todos (13% del PIB europeo),
mas no sirvió de nada, pues son los amos del cotarro, y ya se sabe, los señores
de los mercados van a lo suyo. A cambio, la UE a refundar dejo en 11.700
millones (la mitad del año anterior) destinados a la economía real y a ayudas
directas.
Los mercaderes llaman a esto “refundación de la UE”, pero en realidad es
solo la encarnación rediviva del timo del tocomocho, por el que nos hicieron
creer que éramos sumamente afortunados y ahora nos encontramos que tenemos unas
estampitas muy bonitas llamadas “euros”. De momento, solo en este rincón de la
galaxia mercantil denominado España cinco millones de parados contemplan cómo
las medidas refundadoras de la UE son la merma ininterrumpida de los derechos
sociales, económicos, laborales (englobados en lo que hasta ahora se llamaba
“estado de bienestar”), la “regulación” (llamada también ¡”modernización”!) del
empleo (más barato a la hora de contratar y despedir al trabajador) y
desaparición progresiva de todo lo que suene a público, especialmente la sanidad,
la educación y las pensiones.
Sobre el mismo fondo azulón, algunos se susurran al oído que tal
refundación implicará una “pérdida de soberanía” de los países miembros, como
si el pueblo no hubiese perdido ya su soberanía a manos de los mercaderes.
Merkel y Sarkozy son dos mandados más: un día perderán las elecciones, les
sucederán otros y las cosas seguirán exactamente donde y como estaban.
Standard&Poors, así como el resto de las agencias de calificación, no dejan
de ser unos cuatreros extorsionistas que viven a costa de la carroña que van
dejando por las cunetas y actúan al dictado de sus amos.
Sobre un inamovible fondo azul, siempre nos quedarán París y una buena
zambullida final en el agujero negro de ese pozo ciego refundado apodado Unión
(¡!) Europea (¡!).
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