Publicado hoy en Izquierda Digital
Escribo estas
líneas en la mañana del 24 de enero de 2012. Es decir, veinticinco años después
de que sicarios de la ultraderecha fascista-franquista, la Falange Española de
las JONS y Fuerza Nueva, asesinaran cobardemente a cinco abogados laboralistas
en el número 55 de la madrileña calle de Atocha. Trabajaban en un despacho
laboralista de Comisiones Obreras, y puedo dar fe personal y directa no solo de
su dedicación y profesionalidad, sino también de su alto grado de humanidad.
Cada vez que voy a Madrid necesito hacer una visita a esa puerta de la calle
Atocha como un homenaje de gratitud a todos ellos y también para reciclar
ideas, recargar fuerzas y afianzar convicciones, pues sabían bien quiénes eran
y qué querían, y no tenían ningún reparo, a poco más de un año de la muerte de
Franco y aún en plena efervescencia del fascismo de la época, en mostrar y
luchar por sus ideas y convicciones, hasta incluso pagarlo con la muerte y el
horror de aquel atardecer. Lo último que merecen es el olvido: no el simple
olvido de unos nombres o unos hechos, sino sobre todo el olvido que da la
espalda a lo que ellos fueron y quisieron, por lo que lucharon y dieron su
vida.
Frente a ellos y su
memoria sigue desafiante la extrema derecha en la España de la segunda década
del siglo XXI.
Hoy, 24 de enero de
2012, se inicia también el juicio contra el juez Baltasar Garzón por investigar
los crímenes franquistas. El sindicato ultra Manos Limpias y Falaange Española
han logrado sentarlo de nuevo en el banquillo con el asesoramiento y la
connivencia de otro juez, Luciano Varela, instructor de la causa. El hecho
mismo produce un hondo sentimiento de vergüenza, empapado de indignación. En
ocasiones como esta, crece la sospecha de que eso que se llamó en su día “Transición
a la democracia” fue una parodia de proceso democrático y también una garantía
de que los partidarios y beneficiarios de un vil golpe de Estado en 1936 nunca
darían cuentas de los crímenes perpetrados. España es diferente, sí, porque el
fascismo hamás ha abandonado las salas de juicios y los tribunales, los
entresijos económicos, financieros y mediáticos, los púlpitos y las catedrales.
Ayer, 23 de enero
de 2012, se inició la exhumación de 17 “rosas”, diecisiete mujeres, alguna de
ellas embarazada, asesinadas en el cementerio de San José de Gerena (Sevilla)
en noviembre de 1937 por el grave delito de ser esposas, madres o hijas de
milicianos republicanos. Tras encerrarlas en la cárcel para intentar
arrancarles información sobre el paradero de sus familiares, los falangistas
les raparon el pelo, las llevaron a la iglesia para excomulgarlas, las pasearon
por el pueblo, les dieron a beber aceite de ricino y las fusilaron en el
cementerio de San José de Gerena. Setenta y cuatro años después de la vergonzante
ejecución, quienes continúan con las ideas, los símbolos y las provocaciones de
los asesinos se personan en una sala del Tribunal Supremo pretendiendo
inhabilitar por 20 años al juez Garzón por investigar los crímenes del
franquismo.
Nuestra gratitud a
los asesinados y asesinadas por dar su vida por la libertad y la democracia.
Nuestra solidaridad con el juez Garzón, por encima de cualquier otra cuestión
personal o biográfica.
Mi desprecio hacia
todos los facistas del pasado, del presente y –me temo- también del futuro.
¡Malditos sean!
Magnífica columna, Antonio, como siempre, pero permíteme una pequeña puntualización: en realidad hace treinta y cinco años de la matanza de Atocha, no veinticinco.
ResponderEliminarUn saludo.
hola yo soy facha y reniego totalmente de lo sucedido en la calle atocha. alli se mato a personas y punto, me da igual el color de su bandera. siempre estaran en nuestro recuerdo, por lo menos en el mio y creo que en el de todos los españoles, dando igual el color de la bandera.
Eliminarun saludo
Angel Blanco