domingo, 3 de febrero de 2008

Obispos españoles piden no votar socialismo


Aunque sin nombrarlo explícitamente, los obispos españoles llamaron este jueves a los católicos a no votar por el Partido Socialista (PSOE) de José Luis Rodríguez Zapatero en las elecciones generales que España celebra el próximo 9 de marzo. En una nota de la Comisión Permanente de la Conferencia Episcopal Española ante las próximas elecciones generales, presentada ayer por su portavoz, Juan Antonio Martínez Camino, los obispos critican algunas de las medidas más importantes impulsadas por el Ejecutivo socialista durante esta legislatura, entre ellas el matrimonio entre homosexuales y el malogrado proceso de diálogo del gobierno con ETA

Acabo de escribir el artículo que saladrá el próximo miércoles en El Periódico de Aragón. Aquí está está:

EL MISTERIO DEL NACIONALCATOLICISMO

Nos explicaron que dios es tres personas distintas, pero que a la vez es uno solo, pues tiene una sola naturaleza divina. Al no poder entender semejante galimatías, nos dijeron que se trataba de un misterio insondable, fuera del alcance de la inteligencia humana. Sin embargo, ahora podemos entenderlo mucho mejor, pues vemos con suma nitidez que el ultraconservadurismo hispano (cuya última versión es el Partido Popular) y el catolicismo español son dos personalidades distintas, pero al mismo tiempo tienen una sola y única naturaleza, de tal forma que parecen actuar de forma autónoma y a la vez constituyen una sola realidad: el nacionalcatolicismo. Por eso hoy la CEE (Conferencia Episcopal Española) recomienda a sus fieles votar al Único Partido Verdadero: el PP.

De hecho, ambos han ido indisolublemente unidos desde toda la eternidad hispana, imponiendo a todo quisque sus verdades inmarcesibles, repartiéndose poderes, tierras y prebendas, eliminando herejes. Desde Leovigildo y Pelayo, gracias a esa única naturaleza del ultramontanismo católico-nacional, han venido gloriándose de las victorias de Clavijo contra los moros o del Caudillo por su Dios y por su España contra los ateos comunistas y masones. Durante cuarenta años enviaron a sus comisarios políticos a adoctrinar obligatoriamente F.E.N. y a sus curas a adoctrinar obligatoriamente Religión y Moral en todas las aulas españolas, desde Párvulos a la Universidad. Ahora el nacionacatolicismo se opone a la asignatura Educación para la Ciudadanía, que se imparte en muchos países de la UE, aduciendo que el Estado no puede ni debe adoctrinar.

El nacionalcatolicismo predicaba con la boca pequeña el amor universal, pero no tuvo reparos en expulsar a moros, judíos, protestantes y herejes en general, encarcelar a media España en el franquismo y el posfranquismo, a la vez que una personalidad fusilaba frenéticamente rojos contra las tapias de los cementerios y la otra personalidad los acompañaba a su ejecución con rezos a la Corte Celestial y vítores al Caudillo, y les negaba un trozo de tierra decente donde reposaran sus restos. Ahora los obispos hispanos dicen que no hay que votar al PSOE por haber promovido la Ley de la Memoria Histórica, aunque algunos de sus adeptos siguen cuidando y cantando en ese Monumento a la Memoria Histórica del Fascismo que es el Valle de los Caídos. Pero al nacionalcatolicismo eso le sigue pareciendo de perlas.

Aun teniendo una sola naturaleza común, debido a su doble personalidad el nacionalcatolicismo puede afirmar y negar una misma cosa sin rubor y sin conciencia de contradecirse. Por ejemplo, niega el voto al PSOE y lo recomienda al PP por motivos idénticos: la despenalización del aborto, el diálogo con organizaciones terroristas (tal diálogo se realizó en todos y cada uno de los Gobiernos democráticos, tanto del PP, como de la UCD o del PSOE; en algunos casos, auxiliados por algún obispo que otro como intermediario) o el reconocimiento de éstas como interlocutores (incluso uno de sus brazos más aguerridos, José María Aznar, denominó pública y oficialmente a ETA MLNV “Movimiento de Liberación Nacional Vasco”). En cualquier otro mundo, eso es mentira e hipocresía, pero el nacionalcatolicismo moderno (PP y C.E.E.), debido al hondo misterio de su personalidad bipolar y su única naturaleza común, responde solo con mandobles contra el laicismo, el nacionalismo, la relajación de las costumbres y el antipatriotismo. Como Isabel y Fernando. Como Isidro Gomá. Como José Antonio. Como Rouco.

Algunos se asombran o se lamentan de que el catolicismo español apoye sin ambages al Partido Popular, creyendo así que el nacionalcatolicismo son dos personas distintas, pero olvidando a la vez que posee una sola naturaleza, una sola y misma realidad, de la que penden y dependen el reparto y el mantenimiento de todo el poder que han disfrutado el PP, la C.E.E., y todos los adeptos, fieles, seguidores de unos y de otros desde siempre: así como el dios uno y trino es también eterno y no está sujeto al devenir o los avatares del tiempo, de igual modo en la cabeza del nacionalcatolicismo, dos y uno a la vez, no cabe la posibilidad de que llegue un tiempo en que el pueblo y/o otras fuerzas políticas e ideológicas reclamen el poder y quieran gobernarse a sí mismos y por sí mismos, según unas leyes y unas reglas democráticas decididas por el pueblo.

Ahora Zapatero, en su eterno angelismo, se ha descolgado con que la actitud de la Iglesia va a abrir “un debate” y se verá abocado a revisar las relaciones Gobierno-España. Quousque tandem, Zapatero, abutere patientia nostra? ¿Hasta cuándo, Zapatero, seguirás abusando de nuestra paciencia? La Constitución española y los Acuerdos de 1979 entre España y Vaticano son incompatibles.



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