jueves, 20 de agosto de 2009
Mientras navegan y vuelan
A esta misma hora tempranera de la mañana, mi hijo mayor, Javi, regresa a Irlanda, a bordo de un ferry. Bego, mi otra hija, está volando hacia Amsterdam, donde cursará como Erasmus 4º de Psicología. Y aun entre aromas de despedidas, me siento muy bien: nacemos y vivimos con la única necesidad de sentirnos bien, a la vez que vamos haciendo un camino propio, inalienable, virgen hasta que lo hollamos. Me sentiría mal si no hicieran y fuesen lo que desean. Y aquí, así, ahora, mientras los echo de menos, sueño en un mundo de personas libres, autónomas, sin miedo a vivir, con anhelo de placer, a las que no les es posible estar plenamente bien, mientras el resto no lo esté. Javi, Bego, os quiero.
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Preciosas palabras, Antonio. Aunque nuestro entorno es todo el mundo, tengo que felicitarte por tener los hijos que tienes. En esta ocasión, no me imprta abusar del verbo tener.
ResponderEliminarUn abrazo, Eduardo.
Antonio eres subnormal y lo sabes
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