La alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez, ha decidido preservar los valores morales de la humanidad mediante una ordenanza municipal que castiga la práctica del nudismo en las playas de la ciudad con multas de entre 100 y 750 euros. En otras palabras, bañarse sin ropa alguna en un lugar público es una inmoralidad que la policía sancionará debidamente. Por su lado, quienes reivindican poder tomar el sol y nadar desnudos afirman expresar libre y sencillamente su derecho a estar en la playa sin ponerse una prenda de baño: no obligan a nadie ni a mirar ni a estar en pelota picada, y –dicen- se trata de un acto la mar (nunca mejor dicho) de natural. El ayuntamiento gaditano, sin embargo, aduce la salud moral de las familias: los niños ven lo que no deben ver, y los papás miran y comparan, con el consiguiente riesgo de que la broma acabe en malos humores o, lo que es peor, en crisis conyugal.
Como la ordenanza municipal no deja claro, sin embargo, cuándo se perpetra exactamente el acto inmoral del nudismo: si una mujer enseña por completo sus tetas, ejercitando así el topless, o si la cosa va sobre todo de orear los genitales femeninos y masculinos al ritmo de las olas y de la brisa marina, queda principalmente en manos de los agentes del orden dirimir la delicada cuestión de en qué casos se incurre en ese nudismo atentatorio de la sana moral y las buenas costumbres y en qué casos hay que sancionar tal provocación libidinosa con multa, así como la cuantía de la misma, lo cual obliga a tales agentes municipales a desembrollar algunas situaciones rayanas en la más sutil de las casuísticas morales. Un agente, por ejemplo, talonario de multas en ristre, debe ir inspeccionando concienzudamente sobre la misma playa troncos, piernas, culos, apéndices pendulares, triángulos boscosos, glándulas mamarias, bikinis, bañadores, bañistas sobre tumbonas, bañistas sobre toallas, hombres, mujeres, niñas, niños, jubilados y jubiladas con la responsabilidad penal sobre sus hombros de imponer multas de 100 a 750 euros a quienes juzguen que sobrepasan los honestos límites de la ordenanza municipal de Teófila Martínez. Tal actividad, a poca empatía que tengamos con esos esforzados agentes municipales, deja muy, pero que muy acalorado al personal, aunque no es de descartar que sirva también para suscitar entre la juventud gaditana nuevas y renovadas vocaciones a entrar en la policía municipal como inspectores de playa.
Teófila Martínez ha descendido de los cielos de su Santander natal para combatir a nudistas y naturistas procaces y erradicar de la arena de las playas gaditanas urbanas cualquier asomo de obsceno exhibicionismo y morboso vouyerismo: todo el mundo con sus partes pudendas tapadas y bien tapadas, y a quien desobedeciere la ordenanza municipal, multa de 100 a 750 euros, que la ciudad tiene muchos gastos.
El bañador, además de ser un artístico paño que cubre las partes bajas de crucificados, angelitos y bañistas en general, es también un benéfico paño que contribuye a paliar posibles complejos de inferioridad, faltas de autoestima, deplorables imágenes corporales de uno mismo o ciertos asomos de morbo sexual. Asimismo, es un paño que educa a los niños y niñas de las familias de bien a formar rectamente la mirada, la percepción del cuerpo propio y ajeno. El bañador es así un inequívoco garante de moralidad. El mensaje subliminal que se emite indirectamente a través del bañador obligatorio es igualmente sumamente formativo: todo eso que se hace desnudos ha de hacerse ocultamente, a escondidas, pues es obsceno, sucio y pecaminoso, a no ser que cuente con la previa póliza legal o divina.
El diccionario de la RAE nos instruye también sobre el significado probo y honesto de “desnudo”: sin vestido; muy mal vestido o indecente; falto o despojado de lo que cubre o adorna; falto de recursos, sin bienes de fortuna, etc. Es decir, que doña Teófila hace bien en multar al nudista. Incluso desde los asépticos muros de Microsoft se nos facilita como primera lista de sinónimos de “desnudo”: privado, despojado, falto, desprovisto, carente, desierto, árido, necesitado, escaso. O sea, que, así las cosas, el nudismo o naturismo debe de ser cosa de depravados o, al menos, de gente muy rara.
¡Del P.P. tenia que ser!
ResponderEliminar¿Hasta cuando? ¡Dios mio!
Propongo que se ponga una playa en la que se garantice que no habra nadie enseñando las vergüenzas, ni las miserias, ni las porquerias, y que esté vigilada por un@s guardias correctamente uniformad@s y provist2s de una regla que mida los cm 2 de tela considerados decentes y que impidan el paso a esa playa a todos los que no esten dentro de las medidas. Y que en el resto de las playas que los concurrentes vayan como les parezca. Así se garantizaria la moral y la libertad de tod@s l@s ciudadan@s
Y yo que, a mis 44 años, aún conservo esa pizca de ingenuidad que me resisto a perder, quiero creer que el índice de delincuencia en Cádiz debe de ser ínfimo tirando a nulo, ya que la señora alcaldesa puede permitirse el lujo de destinar a sus agentes municipales a vigilar la indumentaria de los bañistas en la playa. ¡Cuánto tenemos que aprender aquí en Zaragoza!
ResponderEliminarP.S.- ¿Hace falta decir que, como Homer Simpson, sólo intentaba ser sarcástica?