Jornada espléndida. Mucha gente se ha
acercado a felicitarnos por la sentencia y darnos ánimos. En el portal de la
Consejera no ha faltado la alegría y la camaradería. A las doce del mediodía,
un inmenso gentío (no llegábamos, eso sí, al millón de personas) hemos cantado,
mientras sonaba el Bendita y Alabada el Canto a la Libertad de Labordeta. Al
director, charles, se le ha caído la batuta, y la soprano principal, Charo, no
ha definido bien un LA límpido y claro. De todas formas, nos ha salido bordado
(si vienes mañana a las 12, la mejoría aún será mayor). Compruébalo por ti
mismo:
Unas cuantas fotografías que dan cuenta
de la presencia hoy de algunas de las muchas personas en el portal de la
Consejera aragonesa de Educación.
Rafa nos ha alegrado también la mañana. Cada día está más guapo y simpático.
Al regresar a casa, en la Plaza de España, un@s buen@s amig@s estaban bregando y luchando por la sanidad pública y concretamente por el hospital de Alcañiz.
Esta mañana he llegado pronto para
detener la mirada largo y tendido en el Ebro. Allí he estado escuchando el
Requiem de Mozart, junto con Mairena y Félix, en
memoria de gratitud del brigadista austriaco Gert Hoffmann.
Hoy también he leído el siguiente
email que me manda mi gran y buena amiga Inma:
“Querido Antonio: Ni un solo día durante
nuestro viaje por -----------, hemos dejado de leer tu diario y lo seguimos
haciendo aquí en -----------. Yo estaba preocupada por el juicio y, desde el
respeto y el cariño que nos tenemos y que todos nos merecemos, y no
te enfades conmigo, hasta he rezado. No lo podía evitar. Antonio, el trabajo
que estás haciendo es de una grandeza que pocos nos atreveríamos a
realizar. Ni el frío ni el calor ni nadie ni nada de nada, acallan tu
silenciosa y pacífica lucha. Te felicito y me siento muy orgullosa
cuando les hablo a mis amigos de ti, como lo estará Daniel de su abuelo”.
Tras leerlo, me he quedado saboreando todo el cariño expresado a través de
esas palabras, pensando también en la suerte que tengo de tener tan buenos
amigos y amigas. Ahora deseo solo decir que en el mundo que quiero cabe por
igual la gente que reza y que no reza, que tiene unas creencias u otras. Aspiro
a vivir en un país aconfesional, donde los espacios públicos sean de tod@s, sin
discriminaciones y en igualdad de condiciones, por encima de las creencias y
las ideologías de las personas y de los grupos, que pertenecen al ámbito
privado. Aspiro a que el Estado, sus espacios, instituciones y representantes
públicos puedan ejercer libremente sus
posibles creencias en el ámbito personal, pero no en calidad de sus cargos
–públicos, de todos-. Por eso mismo cantamos a las 12 del mediodía el Canto a
la Libertad, mientras resuena por la ciudad un cántico religioso, que puede ser
cantado libremente y cuantas veces deseen en las numerosas iglesias existentes
en la ciudad y en los hogares que así lo decidan. Mientras cantamos el Canto a la Libertad
estamos reivindicando básicamente un Estado laico, aconfesional, donde prime el
derecho a la libertad de conciencia, común por igual a toda la ciudadanía.
Cuando veía rezar a mi madre, mi corazón se me llenaba de ternura. Gracias,
pues, por rezar por mí, querida Inma.
Este es el cántico que tres veces al día suena a plena megafonía por la
ciudad de Zaragoza. Repárese en la asociación religiosa-patriótica-folclórica
de las imágenes que lo acompañan:
Para compensar y dejarte un buen sabor de boca, escucha esta bonita canción
de Rene Aubry:
Hasta mañana
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