lunes, 27 de agosto de 2007

Me gusta el futboool


No se han hecho eco los medios de comunicación de la noticia, pero el fin de semana pasado ha quedado patente cuál es el centro exacto del universo. Se llama “estadio de fútbol”, y muchos seres humanos depositan en él todas sus esperanzas de que la vida no es tan cutre y desaliñada. Gracias al balompié, algunos, muchos de los cuales vivían en la pobreza tercermundista, ganan una pasta pansa, firman autógrafos, venden camisetas y sus declaraciones (por muy baladís que fueren) aparecen en las primeras páginas de los diarios deportivos (por cierto los de mayor tirada y lectura del país). Hay ciudadanos a quienes no les importa demasiado el PIB de su país, cuál es la capital de Mozambique, qué notas han sacado sus hijos en el cole o el nivel de riesgo que corremos actualmente por la gripe aviar, pero pierde su equipo y la nada engulle de un solo bocado al mundo entero, aunque, si gana, se sienten capaces de escribir un tratado entero sobre la felicidad. Antes, lo más grande que podía conseguir un ser humano era el Premio Nobel o llegar a ser cabalmente él mismo libre y responsablemente, pero ahora los triunfos de la especie humana se dividen en dos, de menor a mayor graduación: 1º La Liga Nacional de Fútbol; 2º La Champions League. Andan los astrofísicos indagando la materia oscura del universo, sus galaxias más remotas y los agujeros negros del cosmos. Se les ha escapado a estos astrofísicos un enorme, casi infinito, agujero negro, que todo lo subsume, absolutamente todo, salvo el tomate y la Bea de Tele5, la vuelta al ruedo del torero José Tomás y sobre todo la publicación por parte de la Revista Interviú de las memorias sexuales de Pipi Estrada.

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