miércoles, 7 de marzo de 2012
Llevo años dando una vuelta grande por el Parque Grande, ahora Parque Labordeta, de Zaragoza, para ver ese árbol. Desde hace mucho tiempo me llamó la atención su lucha por no morir. Desde el primer día fue como una llamada: me quedé contemplándolo, admirando el empleo de cada aliento para sobrevivir. Hoy he vuelto. El frío era intenso. Y lo he visto ya definitivamente muerto. Pasaba la gente sin percatarse del final de aquel heroico árbol. Finalmente, hice esta fotografía. Y me fui, llevándolo de algun modo conmigo. ¿O es él el que se me está llevando con él?
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