martes, 6 de marzo de 2012

Una magnífica fotografía

A publicar mañana en El Periódico de Aragón

El jueves pasado pudimos ver una magnífica fotografía del Consistorio municipal de Zaragoza. Sobraron allí los comentarios, pues todos y cada uno de sus componentes quedaron retratados con suma nitidez. Por iniciativa del grupo municipal de Chunta Aragonesista, el Pleno Municipal debía dirimir por enésima vez la retirada del salón de Plenos de un crucifijo, guardado habitualmente en el despacho del alcalde, y de cualquier otro símbolo de signo confesional de los recintos públicos municipales.
La moción de CHA no iba dirigida contra la religión ni sus símbolos, como tampoco medió durante el Pleno una palabra antirreligiosa o anticlerical. Se trataba solo de cumplir y hacer cumplir el mandato constitucional de que los recintos, actos, representantes y símbolos de las instituciones del Estado no tuviesen carácter confesional, pues son propios de toda la ciudadanía en su conjunto, sin distinción ni discriminación alguna por razón de sus creencias e ideologías.
En la fotografía efectuada el pasado jueves a lo largo del Pleno Municipal el Partido Popular no dio lugar a ninguna duda: hizo, dijo y votó lo que se esperaba, ya que el PP no engaña a sus votantes a la hora de mostrar y demostrar de palabra y de obra su inequívoca proclividad a que el Estado español sea confesional-católico. Así, votó en contra de la moción y despejó cualquier duda en lo que al PP respecta.
Por su parte, los grupos municipales de IU y CHA votaron a favor de la moción. En repetidas ocasiones, han instado a los sucesivos gobiernos municipales a que los espacios, las celebraciones y los símbolos públicos, comunes a toda la ciudadanía zaragozana, fuesen realmente aconfesionales: de hecho, IU y CHA son las únicas referencias de carácter laicista a nivel institucional dentro del Ayuntamiento. Lástima, sin embargo, que sus convicciones aconfesionales no les impidiesen, por ejemplo, tomar posesión de sus cargos recientemente en presencia de los mismos y otros símbolos de carácter religioso que el jueves pasado pidieron retirar de los espacios públicos municipales o, al menos, que solicitasen la celebración de otro acto paralelo de posesión de sus cargos de carácter totalmente aconfesional.
El alcalde zaragozano, Juan Alberto Belloch, también fue coherente con lo que había declarado días antes sobre este asunto y con todo lo que ha ido perpetrando en años anteriores en materia confesional (como botones de muestra, calle Josemaría Escrivá de Balaguer en la ciudad, o sus ostentosas declaraciones y apariciones públicas en pro de la confesionalidad fáctica del Ayuntamiento de Zaragoza). Resulta increíble y surrealista, pero el alcalde socialista de la ciudad de Zaragoza votó, en solitario, lo mismo que el PP. Esperé en los días posteriores alguna reacción, la que fuera, dentro de las filas o de la cúpula socialista aragonesa, pero hubo silencio absoluto. De vez en cuando podemos ver en la prensa algunas fotos de las personas  más relevantes del PSOE aragonés que van haciéndose con los hilos y el control del poder dentro del Partido. Sn embargo, no han querido retratarse respecto al militante Belloch, lo cual es una de las más grande y elocuentes fotografías del socialismo aragonés de los últimos tiempos, si bien en dicha fotografía quien más, quien menos todos hacen lo posible por aparecer finalmente de espaldas, o tapándose parcial o totalmente la cara o ajustándose alguna de sus múltiples antifaces.
Esa misma fotografía pudo verse en el Pleno municipal del jueves pasado: los y las ediles socialistas del Ayuntamiento de Zaragoza se abstuvieron. Ni rico ni pobre, sino todo lo contrario. Ni sí ni no, sino todo lo contrario. Sin postura, sin definición, sin mensaje a la ciudadanía, sin compromiso. ¿De que se abstuvieron? ¿Por qué? ¿Para qué?
En el Pleno municipal en que se adjudicó una calle al fundador del Opus Dei, todos los concejales socialistas votaron lo mismo que el PP, el PAR y el alcalde Belloch, salvo una concejala que osó llevar a cabo la heroica y temeraria acción de ausentarse del Pleno. El jueves pasado, el grupo socialista se abstuvo, quizá por convicción o por conveniencia o por pura inercia.
El socialismo lleva absteniéndose desde hace años de sí mismo, de sus signos de identidad. Nada ofrece, salvo el deplorable espectáculo de sí mismo. Ha perdido millones de votos porque sus posibles electores se han encontrado con que su voto iba a caer material y literalmente en el vacío. El socialismo nació en Europa y en el mundo como cristalización de los anhelos y las exigencias de libertad, justicia, redistribución de la riqueza, librepensamiento, cultura, pan, tierra, paz y solidaridad. El socialismo fue un impulsor de primer orden para que las utopías del mundo tuviesen cabida en las mentes y los corazones de todos y cada uno de los hombres y las mujeres del mundo. Y va y llegan los concejales socialistas de Zaragoza, posan, dicen patata, se dispara el flash y… se abstienen.

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