Era grande, imponente. Vivía en el Parque Labordeta de Zaragoza, a los pies de las escalinatas que suben hasta El Batallador. Un domingo murió, abatido por un cierzo feroz.
Me dio que pensar...
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si lo deseas, puedes hacer el comentario que consideres oportuno.