El biólogo y científico británico, Richard Dawkins, incurre en una nota
recóndita de su obra “El espejismo de Dios” (ed. Espasa) en una inexactitud
dentro de un capítulo dedicado a los milagros: afirma que se habla de múltiples
milagros realizados por la divinidad o sus santos adláteres, pero jamás de uno
en que haya sido restituido un miembro amputado. O sea, que no hay milagros de
amputados.
Sin embargo, con ello Dawkins no es nada original. Ya en el siglo XIX, el celebre doctor Jean Martin Charcot, que
pretendía reducir los milagros de Lourdes a casos de "histeria",
declaró algo similar y en 1894, el novelista francés, Émile Zola, que pretendía
demostrar que los milagros de Lourdes eran una especie de fraude, viajó hasta
la misma gruta de Massabielle, y ante los exvotos allí expuestos dijo
irónicamente al que lo acompañaba: «Veo muchos bastones y muchas muletas, pero
no veo ninguna pierna ortopédica». No recojo aquí otras afirmaciones impías del
mismo corte y en el mismo sentido, si bien son explicables sus posturas
considerando que hoy por hoy escasean los milagros (los de amputados, los de
otro tipo, pero sobre todo los milagros económicos, que buena falta nos hacen).
Ahora bien,
conectando con lo ya escrito en este mismo blog el martes, 15 de mayo (Los diversos y variopintos enchufes de Aragón),
los aragoneses hemos querido batir otro récord a este respecto, sin parangón al
parecer en la historia de la humanidad: el cojo de Calanda, el señor Miguel
Juan Pellicer. En octubre de 1637 le amputan la pierna derecha, en proceso
gangrenoso agudo, que queda debidamente enterrada. Total, que Miguel Juan tiene
la pierna medio arreglada (es un decir…), pero la vida se le queda hecha un
desastre, pues acaba de mendigo en la puerta de la basílica del Pilar. Pues
bien, el 29 de marzo de 1640, 29 meses después de la amputación, durante la noche, cuando
estaba dormido ya en la casa de sus padres y ya librado de su pierna de madera,
en sueños se vio en la Capilla de la Virgen del Pilar. Su cuarto se llena de
“perfume celestial” y sus padres entran la habitación y comprueban que su hijo
dormido tiene dos piernas. De
inmediato, se descubre la causa del portento: la Virgen, la aragonesa, la
mejor, le había hecho surgir una pierna de allí donde sólo había un muñón. Lo
que no he podido comprobar es si, de paso, a ese señor la corte celestial le
arregla un poco la vida, al menos para dejar de mendigar a las puertas de las
iglesias.
Don Francisco
de Goya lo dejó bien pintando en este cuadro:
Sin embargo,
a fuer de honrados y sinceros, los aragoneses en este caso no batieron ningún
récord, pues en el siglo XIV se produce el milagro de san Cosme y san Damián, tan asombroso o más que
el del cojo de Calanda. La cosa es que a finales del siglo XIV, en Roma había
un templo dedicado a esos santos del siglo III, hermanos gemelos de
Siria, que habían sido médicos, de cuya limpieza se encargaba un hombre que,
debido a un accidente tenía una pierna gangrenosa. Una noche, tras rezar a los dos
santos antedichos, el hombre vio en sueños (como ocurrió en Calanda…) que
aparecían los dos santos, que con instrumentos de cirugía en sus manos le
dijeron que le iban a sanar. Para ello, siempre en sueños, le trasplantaron la
pierna, tomando como donante, la de un etíope negro recién fallecido que se
hallaba en la cámara mortuoria del cementerio. Cuando el guardián del templo
despertó, observó con asombro que tenía la pierna curada, pero era la pierna
del negro. Mientras que el cadáver del etiope yacía con una pierna blanca. )Huelga cualquier comentario...)
Este
milagro fue plasmado por varios pintores en el siglo XV. Aquí va algún cuadro:
Obsérvese que, para ser cadáver, al etíope parace dolerle la operacion. Sin embargo, el blanco duerme como un bendito. Como mínimo, le administraron la epidural.
Tan curiosa es toda la imaginería creada alrededor de los milagros como interesantes las teorías de Dawkins y Charcot pero siempre que se habla de milagros me viene a la memoria el recuerdo de "la Isidra" una señora de mi antiguo barrio de Santa Bárbara, en Toledo, a la que en ocasiones íbamos a visitar hace más de treinta años cuando estaba en la Legión de María (sí, Antonio, yo también tengo un pasado oscuro, je je). Esta señora se había quedado paralítica, que se decía entonces; no recuerdo el motivo exacto pero sí puedo decirte que no caminaba. Años después, "la Isidra" fue a Lourdes y tras esta visita volvió a caminar. Puedo asegurarte, porque lo he visto, que este cambio en su movilidad es cierto; ahora bien, ¿fue un milagro?, ¿fue una ruptura de un proceso psicosomático padecido por "la Isidra"?. Pongámosle el nombre que queramos, lo realmente importante es que una mujer que no caminaba, volvió a poder hacerlo.
ResponderEliminarY conste que soy atea. :)
Existen también los "antimilagros": todos los cojos, tullidos, paralíticas, y demás que siguen igual, soñando muchas noches, pero tan tullidos como antes. Ah. y recuerdos a la Isidra (es broma...).
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fue