Estábamos haciendo planes para el verano, cuando el Gobierno anunció que llegaban los reyes magos laicos: un borrador de ley de Libertad Religiosa que garantizaba la "neutralidad" de los poderes públicos ante las distintas confesiones religiosas y hablaba de la "laicidad" del Estado (el proyecto de Ley de Libertad de Conciencia dormía plácidamente en el fondo de la papelera). A pesar de la contrariedad al comprobar que el bañador del año anterior nos venía pequeño, nos creímos que el Estado iba a organizar exclusivamente funerales civiles, que en los espacios públicos no se exhibirían símbolos religiosos o que finalmente iba a cumplirse el principio constitucional de la aconfesionalidad del Estado y sus instituciones.
Actualmente, mientras el
Corte Inglés monta ya los adornos navideños en sus fachadas como reclamo para
que nos vayamos rascando los bolsillos, vemos que el Presidente Zapatero aún no
se ha quitado el disfraz de aguafiestas de Halloween, y paraliza sine die la reforma de la ley de
libertad religiosa. “Es necesaria, pero no urgente”, dice. “Falta consenso”,
insiste.
Entretanto, el ciudadano
constata que a ZP no le falta razón: al parecer, es necesario, pero no urgente
que Belén Esteban deje de decir sandeces en los medios, que a mi amigo Ramón lo
operen finalmente de una hernia discal, que cuatro millones de trabajadores no
tengan que hacer cola en las oficinas de desempleo.
Entretanto también, desde la Conferencia Episcopal española comunican
que son necesarios y urgentes los más de 6.000 millones de euros que anualmente
recibe del Estado. Y el Estado paga pero que muy religiosamente, aunque nadie
sepa aún desde qué consenso real y ciudadano.
El estado desde los tiempos de Luis Caldera no paga ni un puñetero euro: Lo pagamos los católicos poniendo la crucecita en la declaración.
ResponderEliminarLa cruz en la Declaración supone unos 230 millones a la igiesia católica, que no pagan solo quienes eligen esa opcion (un tercio del global de los declarantes), sino que se detraen del global de los PGE. Es decir, que el católico que marca esa cruz no paga más ni menos que el resto de los contribuyentes, que subvencionamos a través de ese monto a la i. católica por igual, aunque no estemos de acerdo. Los más de 6.800 millones de euros que percibe anualmente la i.c. vienen del Concordato y los Acuerdos entre el Estado español y el Estado del Vaticano. Ah, y por ejemplo, Cáritas recibe aparte una sustanciosa subvención como ONG.
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