miércoles, 15 de febrero de 2012

¿Reforma laboral, creación de empleo?

Publicado hoy en El Periódico de Aragón



La semana pasada, el primer ministro italiano, Mario Monti, declaró que  "los jóvenes se tienen que acostumbrar a la idea de no tener un puesto de trabajo fijo para toda la vida", pues, según él, es algo “monótono”. Cual lluvia sobre mojado, la ministra italiana de Interior, Anna María Cancellieri, ponía la guinda en el pastel, diciendo que los italianos están "aferrados a un empleo fijo en la misma ciudad y cerca de mamá y papá". Probablemente, Monti y Cancellieri están muy contentos con la “monotonía” de tener ininterrumpidamente suculentos y relevantes puestos de trabajo, pero  pretenden desconocer que no hay banco que conceda un crédito si no se le garantiza una permanente seguridad en sus fuentes de ingreso, y que es imposible planificar a medio plazo la vida personal, familiar y social sin esa “monotonía” laboral, tan denostada por Monti y Cancellieri.
En ese mismo espíritu, el pasado viernes el Gobierno español aprobó por decreto-ley la “Reforma Laboral”, exigida insistentemente por Bruselas, el FMI, el Banco Mundial y todas las grandes empresas y entidades financieras que encarnan la ideología neoliberal. Rajoy prometió antaño que la “reforma” iba a solucionar el problema del paro y crear una catarata de puestos de trabajo. Sin embargo, tras leer el texto de la “reforma laboral” queda meridianamente claro solo que el despido va a ser más barato y sencillo, y que han sido recogidas ampliamente todas y cada una de las demandas del empresariado.
De hecho, en la “reforma” todo queda en manos del empresario: despida y contrate usted a discreción, que nosotros, los gobernantes le facilitamos la tarea. Sin embargo, un empresario, lejos de ser una ONG, solo contratará si y solo si conviene a los intereses de su empresa y si con ello va a obtener mayores beneficios; un empresario tendrá el mínimo número de trabajadores en su empresa, con tal de que quede garantizado su funcionamiento según sus intereses; un empresario despedirá a cuantos trabajadores sea necesario si con esos despidos se eliminan posibles pérdidas y se aseguran los beneficios.
Ante este panorama, el Gobierno, por mediación de su ministra de Empleo y Seguridad Social, Fátima Báñez,  se lo ha puesto al empresariado como a Felipe II: decreta una rebaja generalizada del coste del despido, se flexibilizan las causas para que el empresario pueda acogerse a la vía del despido procedente (reducido a veinte días por año trabajado), se puede despedir por causa justificada cuando se aduzca "pérdidas actuales o previstas" o una "disminución de ventas durante tres trimestres consecutivos", etc. ¿Y qué hay de la creación de empleo?
Para emprender, un empresario necesita dinero y créditos razonables por parte de las entidades financieras. Estas han recibido del dinero público cerca de 200.000 millones de euros, que no han destinado a la economía real y de producción, sino a tapar agujeros, maquillar basura y especular. Y sin dinero no hay inversión ni empleo ni nada de nada, salvo la realidad del trabajador cada vez más esquilmado y la del parado cada vez con menos salidas.
 Respecto del paro juvenil (con una tasa de desempleo del 48%), el Gobierno prevé un contrato que incluye una rebaja de los costes laborales de 3.000 euros para las empresas de menos de 50 trabajadores al contratar al primer trabajador de menos de 30 años, que podrá seguir cobrando el 25% del paro, mientras que el empresario no pagará el 50% de la prestación. C’est tout. ¿Algo más sobre creación de empleo?
El Gobierno establece una ayuda de 4.000 euros para quienes contraten  a parados de larga duración, las agencias de trabajo temporal pueden funcionar como agencias de colocación y los contratos indefinidos quedarán sustituidos cada vez más por trabajos temporales. Tiene razón la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, cuando afirma que esta reforma “marcará un antes y un después del mercado laboral”: supone una palmaria regresión a épocas pasadas, consideradas harto superadas.
Paralelamente, el Gobierno, en su presunto plan de crear empleo, no habla de combatir la economía sumergida, el fraude fiscal, las operaciones en paraísos fiscales del 86% de las empresas del Ibex 35, o de instaurar la regulación de las transacciones financieras, una mayor carga impositiva para los que más tienen o una redistribución más equitativa de la riqueza y la renta existentes en nuestro país. Este es la verdadera vía para crear empleo, pero el Gobierno ni la roza.
Estamos siendo víctimas de un golpe de Estado global por parte de los poderes económicos y financieros que, invocando la ideología neoliberal, se proponen que la mayor parte de la población mundial esté compuesta por una mano de obra barata, con recursos cada vez más limitados y precarios, y totalmente dependiente de los intereses y dictados del poder económico y los medios de comunicación (cada vez en mayor medida, medios de propaganda). La “reforma laboral” decretada por el Gobierno español es una contribución más a este proceso.



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