Publicado hoy en El Periódico de Aragón
17 de octubre de 2009. Sábado soleado. Una gran multitud se manifestaba
por las calles de Madrid contra la ampliación de la ley del aborto (se trataba
de cambiar la ley de supuestos de 1985 por una ley de plazos que declara el
derecho de la mujer a decidir y no la abandona en la inseguridad y la
incertidumbre jurídicas). Allí se dieron cita Aznar (que justificó su presencia porque está “a favor de la
vida”), Aguirre, Cospedal y medio centenar de diputados
y senadores del PP “a título personal”, flanqueados y bendecidos por obispos y
arzobispos católicos.
Pidieron al Gobierno que escuchase “el clamor de la calle”, y corearon
lindezas tales como “España unida, lucha por la vida” y simplezas
argumentativas como “Vida sí, aborto no”. Días antes, la Conferencia Episcopal
Española había declarado que “un país que mata a los suyos es un país sin
futuro”. Políticos y clérigos olvidaban conscientemente que, mientras los
grupos ultra convocantes y los manifestantes exigían la abolición del aborto, durante
los ocho años de mandato de Aznar (1996-2004) se habían producido 500.000
abortos y, sin embargo, ni se había tocado la ley de 1985 ni salieron a la calle
a manifestarse.
A la hipocresía de políticos, eclesiásticos y organizaciones que solo
parecen querer protestar cuando los suyos no están en el gobierno, se une la
simpleza intelectual de plantear cuestiones capciosas como si fuesen la clave
de la salvación del orbe: “¿está usted a favor de la vida?” equivale para esa
gente a que asentir a la pregunta significa pertenecer a sus filas, de tal
forma que desmarcarse de sus posiciones es equiparable a estar a favor ¡de la
muerte!. Lamentablemente, hay personas que necesitan simplezas de ese calibre
para creerse justificadas y combatir al maligno. Hay personas cuyos
razonamientos saben moverse solo entre blanco-negro, bueno-malo, vida-enemigos
de la vida. Algunos políticos y eclesiásticos se sirven de tales planteamientos
capciosos en su propio beneficio.
El PP, un mes después de llegar al Gobierno, vuelve a tropezar con la
misma piedra. El ministro de Justicia, Alberto
Ruiz-Gallardón, anunciaba la semana pasada que los conservadores quieren
hacernos regresar a la Ley del Aborto de 1985, acabando con la posibilidad de
interrumpir libremente el embarazo en las primeras catorce semanas de
gestación. Se da vía libre al populismo, ignorando así conscientemente que los
países europeos con menores tasas de abortos (Austria, Grecia, Croacia, Suiza,
Bélgica, Alemania. Holanda, Francia, Reino Unido) tienen ley de plazos.
Gallardón mezcla “la defensa del derecho a la vida” con la necesidad del
permiso paterno para abortar de las embarazadas de 16 y 17 años, pero en realidad
conduce a la mujer al angosto planteamiento de la violación, de las posibles
graves taras físicas o psíquicas del feto, o la confusa y difusa necesidad de
probar que continuar con el embarazo acarrea un grave peligro para su vida o su
salud.
No obstante, introduzcámonos por unos momentos en la maraña de
planteamientos capciosos, apliquemos su lógica sin matices. Si la doctrina
católica oficial dictamina que el aborto, en cualquiera de sus modalidades y
supuestos, es un crimen, un delito contra la vida, ¿los obispos católicos
volverán a convocar manifestaciones multitudinarias, fletarán autobuses,
invocarán el “clamor de la calle” para abolir la lay del aborto de 1985, al que
el PP quiere regresar y desde el que ya ha estado gobernando durante ocho años?
¿Veremos criticados y denunciados en la calle a los ministros del Gobierno de Rajoy por mantener una ley del aborto
que permite decenas de miles de interrupciones del embarazo cada año? ¿Seguirán
“aconsejando” las hojas parroquiales, las alocuciones episcopales y las cartas
pastorales votar a aquellos partidos “que defienden la vida” y no votar a los
que mantienen cualquier ley del aborto? ¿Qué nuevos subterfugios y artificios
tendrán que inventar para seguir incitando a su rebaño a votar al PP? 500.000
abortos o la guerra de Irak no les impidieron sostener, por acción u omisión,
al Gobierno Popular de Aznar. Seguramente, más abortos, más paro, más
corrupción solo les moverán al silencio durante el Gobierno de Rajoy.
Hace unos años, Forges
publicaba una viñeta donde dos paseantes comentan las noticias de la prensa.
Uno lee: “El Vaticano lanza los 10 mandamiento para los conductores”. El otro
comenta: “Stupendo, ¿y los 10 de los banqueros? Por ejemplo”. Bajo el disfraz
de moralidad, se esconden la hipocresía y los intereses creados de sus voceros.
Tras los fuegos de artificio de los lemas populistas, queda oculta la cruda
verdad de los hechos. Si los obispos se oponen al aborto, que lo hagan siempre
y no dependa del acompañante. Y de paso, que no omitan que los bancos y las
grandes empresas, financiadores, por ejemplo, del 50% de la última visita de Ratzinger a Madrid, han llevado a esta
tragedia humana y ciudadana, a esta estafa mundial, llamada eufemísticamente
“crisis económica”.
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