miércoles, 1 de febrero de 2012

Intereses creados y ley del aborto


 Publicado hoy en El Periódico de Aragón
 

17 de octubre de 2009. Sábado soleado. Una gran multitud se manifestaba por las calles de Madrid contra la ampliación de la ley del aborto (se trataba de cambiar la ley de supuestos de 1985 por una ley de plazos que declara el derecho de la mujer a decidir y no la abandona en la inseguridad y la incertidumbre jurídicas). Allí se dieron cita Aznar (que justificó su presencia porque está “a favor de la vida”), Aguirre, Cospedal y medio centenar de diputados y senadores del PP “a título personal”, flanqueados y bendecidos por obispos y arzobispos católicos.
Pidieron al Gobierno que escuchase “el clamor de la calle”, y corearon lindezas tales como “España unida, lucha por la vida” y simplezas argumentativas como “Vida sí, aborto no”. Días antes, la Conferencia Episcopal Española había declarado que “un país que mata a los suyos es un país sin futuro”. Políticos y clérigos olvidaban conscientemente que, mientras los grupos ultra convocantes y los manifestantes exigían la abolición del aborto, durante los ocho años de mandato de Aznar (1996-2004) se habían producido 500.000 abortos y, sin embargo, ni se había tocado la ley de 1985 ni salieron a la calle a manifestarse.
A la hipocresía de políticos, eclesiásticos y organizaciones que solo parecen querer protestar cuando los suyos no están en el gobierno, se une la simpleza intelectual de plantear cuestiones capciosas como si fuesen la clave de la salvación del orbe: “¿está usted a favor de la vida?” equivale para esa gente a que asentir a la pregunta significa pertenecer a sus filas, de tal forma que desmarcarse de sus posiciones es equiparable a estar a favor ¡de la muerte!. Lamentablemente, hay personas que necesitan simplezas de ese calibre para creerse justificadas y combatir al maligno. Hay personas cuyos razonamientos saben moverse solo entre blanco-negro, bueno-malo, vida-enemigos de la vida. Algunos políticos y eclesiásticos se sirven de tales planteamientos capciosos en su propio beneficio.
El PP, un mes después de llegar al Gobierno, vuelve a tropezar con la misma piedra. El ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, anunciaba la semana pasada que los conservadores quieren hacernos regresar a la Ley del Aborto de 1985, acabando con la posibilidad de interrumpir libremente el embarazo en las primeras catorce semanas de gestación. Se da vía libre al populismo, ignorando así conscientemente que los países europeos con menores tasas de abortos (Austria, Grecia, Croacia, Suiza, Bélgica, Alemania. Holanda, Francia, Reino Unido) tienen ley de plazos. Gallardón mezcla “la defensa del derecho a la vida” con la necesidad del permiso paterno para abortar de las embarazadas de 16 y 17 años, pero en realidad conduce a la mujer al angosto planteamiento de la violación, de las posibles graves taras físicas o psíquicas del feto, o la confusa y difusa necesidad de probar que continuar con el embarazo acarrea un grave peligro para su vida o su salud.
No obstante, introduzcámonos por unos momentos en la maraña de planteamientos capciosos, apliquemos su lógica sin matices. Si la doctrina católica oficial dictamina que el aborto, en cualquiera de sus modalidades y supuestos, es un crimen, un delito contra la vida, ¿los obispos católicos volverán a convocar manifestaciones multitudinarias, fletarán autobuses, invocarán el “clamor de la calle” para abolir la lay del aborto de 1985, al que el PP quiere regresar y desde el que ya ha estado gobernando durante ocho años? ¿Veremos criticados y denunciados en la calle a los ministros del Gobierno de Rajoy por mantener una ley del aborto que permite decenas de miles de interrupciones del embarazo cada año? ¿Seguirán “aconsejando” las hojas parroquiales, las alocuciones episcopales y las cartas pastorales votar a aquellos partidos “que defienden la vida” y no votar a los que mantienen cualquier ley del aborto? ¿Qué nuevos subterfugios y artificios tendrán que inventar para seguir incitando a su rebaño a votar al PP? 500.000 abortos o la guerra de Irak no les impidieron sostener, por acción u omisión, al Gobierno Popular de Aznar. Seguramente, más abortos, más paro, más corrupción solo les moverán al silencio durante el Gobierno de Rajoy.
Hace unos años, Forges publicaba una viñeta donde dos paseantes comentan las noticias de la prensa. Uno lee: “El Vaticano lanza los 10 mandamiento para los conductores”. El otro comenta: “Stupendo, ¿y los 10 de los banqueros? Por ejemplo”. Bajo el disfraz de moralidad, se esconden la hipocresía y los intereses creados de sus voceros. Tras los fuegos de artificio de los lemas populistas, queda oculta la cruda verdad de los hechos. Si los obispos se oponen al aborto, que lo hagan siempre y no dependa del acompañante. Y de paso, que no omitan que los bancos y las grandes empresas, financiadores, por ejemplo, del 50% de la última visita de Ratzinger a Madrid, han llevado a esta tragedia humana y ciudadana, a esta estafa mundial, llamada eufemísticamente “crisis económica”.


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