Me viene de
sopetón Eubúlides de Mileto, que ya me estaba esperando en el portal de la
Consejera aragonesa de Educación, y me dice: “si nunca has
perdido una cosa, aún la tienes. Y como nunca has perdido los cuernos,
entonces, tienes cuernos”. No le contesto, solo me quedo pensando en lo poco que sabe Eubúlides
sobre cornamentas humanas.
Se adentra en mis cavilaciones
Bertrand Russell, que tras un escueto saludo me dice, mirándome directamente a
los ojos:
“La familia, la escuela y los medios de
(des)-información. Estos son las tres vías principales de transmisión de la
ideología dominante y deseada desde el poder.
Quien tiene el “palo” más grande –el poder familiar,
el poder ideológico y el poder político
y sus mecanismos coercitivos- tiene mayores probabilidades de imponer sus
definiciones sobre lo que hay que pensar, decir, reprimir y callar”.
Se despierta entonces en mi
mente, sin saber si Bertrand ha terminado de hablar, una frase del lingüista
Max Heinrich que leí y apunté hace ya un montón de años: “una lengua es un dialecto con un ejército y una armada”, de lo que
fácil es deducir que un dialecto suele ser tenido solo por dialecto por carecer
de ejército y de armada.
“Esto mismo, continúa Russell, puede
aplicarse a los “principios y normas” principales en materia sexual, social,
política, cultural, etc. En otras palabras, el poder decide a menudo la
valoración moral y el tratamiento social que han de adoptar los hechos,
cotidianos o históricos, en una determinada sociedad. Todo parece adentrarse
así en una dimensión teledirigida, donde la mirada propia se torna en centro evaluador, según las
pautas ideológicas y de comportamiento que previamente se han ido inculcando”.
- Es decir, los mecanismos conceptuales para
el mantenimiento de las “normas sociales” que quiere imponer un determinado
sistema político son en sí mismos
productos de la presión social (como toda legitimación ideológica) y rara vez
pueden entenderse al margen de las demás actividades de la colectividad,
apunta Marisol.
- Destacan
así tres fuentes legitimadores, que acuñan en el centro de las mentes la
ideología oficial del poder: la familia, la escuela y los medios de
comunicación, explica Charo.
- Esa es también la explicación de que el
poder no quiera medios de comunicación independientes y saneados, sino lo más
dependientes de las arcas subvencionadoras del poder instituido, en cuyas manos
se hallan de facto, afirma el komandante Carlos.
- No obstante, cabe la posibilidad –
asegura Palmira- de que personas rebeldes
puedan intercambiar simplemente sus universos de legitimación a través del
diálogo a escala interpersonal, grupal y asociativo. Las revoluciones sociales
están casi siempre precedidas de revoluciones ideológicas, sostenidas, a su
vez, por revoluciones interiores de cuantos están dispuestos al cambio social
en oposición abierta al poder.
Tras de lo cual,
nos ponemos a cantar el Canto a la Libertad, que son las doce en punto y los
monaguillos del Pilar están a lo suyo, cantando su Bendita y Alabada. Remata la
faena Ella Fitzgerald
A Lora y Nacho
les espera una buena vida y una vida buena, lo sé. ¡Gracias, de paso, Jose!
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